San Carlos. Avanzada la tarde de este martes, cuando ya un grupo de vecinos se organizaba para el ya rutinario patrullaje por las calles de Sahíno, en Pital de San Carlos, autoridades policiales llegaron de improviso al pueblo, ubicado a 45 kilómetros de la frontera con Nicaragua.
De inmediato, convocaron a los vigilantes del poblado, tanto al grupo que se alistaba para el patrullaje como a las otras decenas de voluntarios, a una reunión en la cocina del salón comunal. Uno de los presentes era el director regional de la Fuerza Pública, Luis Ortega.
De aquel encuentro sorpresivo salieron los primeros compromisos de la Policía con la comunidad, en un intento por reorientar la labor de los llamados garroteros, un grupo de habitantes de Sahíno que se organizaron desde abril pasado para frenar los robos a casas y la venta y consumo de drogas, que le quitaba la tranquilidad a la gente.
“Estamos viendo las necesidades y posibilidades de abrir un puesto vecinal, venimos a hacer patrullajes constantes, a hablar con líderes comunales para ver cómo mejorar las condiciones de seguridad”, confirmó Ortega.
Según dijo, la intención es que la delegación de la Fuerza Pública reabra en un mes, con al menos cuatro oficiales. También adelantó que brindarán capacitación, orientarán legalmente a los lugareños y organizarán equipos de trabajo.
La reacción de las autoridades se dio luego de que trascendiera la acción de este grupo que integran por lo menos 70 vecinos de Sahíno, divididos en equipos, cada uno con un líder, los cuales se dividen por noche los patrullajes.
Conforme pasan los días, crecen en organización, tanto así que, aparte de focos, también tienen un vehículo exclusivo para la labor. Tienen dos grupos de WhatsApp. Según sus líderes, ninguno porta armas, ni de fuego, ni blancas, aunque sí garrotes.
"Por la alta incidencia de delitos, consumo de droga, asaltos hasta en el día... se tomó la decisión de formar un grupo con apoyo de todo el pueblo para patrullar, se formaron grupos por día. Se patrulla de lunes a domingo, de 8 de la noche a 4 de la madrugada. Si hay que amanecer ahí, se amanece.
“No usamos armas de fuego ni puñales, usamos garrotes, por eso nos bautizaron así. No somos un grupo violento, lo que evitamos es la delincuencia y el consumo de droga”, afirmó uno de los dirigentes, cuyo nombre solicitó mantener en reserva.
Según él, se han realizado “aprehensiones civiles” de sospechosos que luego entregan a la Fuerza Pública.
Confianza en vecinos a falta de policías
Junto al incremento de los hechos delictivos de los que hablan, otro factor los impulsó a agruparse: no hay una sede de la Policía en 60 kilómetros, en un extremo está la sede de Boca San Carlos y en otro la del centro de Pital; sin embargo, la de Sahíno y otras más las cerraron hace siete años.
Lo mismo le ocurrió por ejemplo a Boca Tapada, también del distrito Pital. Ambos son pueblos ganaderos y agrícolas, de constante paso de inmigrantes.
Vecinos consultados aseguran estar satisfechos con la labor de los llamados garroteros, y sostienen que ahora se sienten más seguros, creen que se ha devuelto el orden.
“Ya no tenía uno la tranquilidad de que los hijos, como yo que tengo adolescentes, anduvieran tarde, y tarde hablo después de las 6 p. m. y hasta las 10 p. m. (...) no tenía tranquilidad de dejar la casa ni diciéndole al vecino que vigilara, porque estaba muy fuerte la delincuencia. Eso fue lo que llevó a este valiente grupo a organizarse y gracias a ellos ha habido un cambio”, manifestó la comerciante Patricia Rojas.
“Los apoyamos porque han hecho una labor muy excelente, gracias a ellos se ha logrado capturar delincuentes, creo que ha sido muy buena. Todo el pueblo lo siente”, coincidió Ólger Rojas.
A pesar de la satisfacción de los vecinos, la acción de este grupo preocupa a Daniel Calderón, director de la Fuerza Pública. “No apoyamos, ni podemos permitir la existencia de estos grupos (...), no podemos permitir que la gente asuma funciones de policía”, dice enfático.
Calderón advierte que hay riesgos para su integridad física, pero además riesgos judiciales, es decir, que con sus acciones violen la ley y terminen encarando una causa judicial.
“La Policía actúa con respaldo jurídico, somos llamados por la Constitución y por las leyes para ejercer la seguridad ciudadana”, recordó.
Por eso, dijo, lo que quieren es acercarse al grupo, motivarlos a integrar comités de seguridad comunitaria y que conozcan hasta dónde pueden llegar.
Según Calderón, grupos como este, de patrullaje, no veían desde hace muchos años.
Frente al compromiso policial de abrir la delegación y aumentar los recorridos de patrullas policiales, los líderes de los garroteros están abiertos, pero seguirán trabajando a la espera de que se cumplan esas promesas.
Otro de los líderes destacó, además, que este grupo no solo vigila. Ahora también organizan actividades deportivas y recreativas para niños y jóvenes. Ese esfuerzo incluyó participación de escuelas de fútbol, creación de campeonatos, clases de zumba y ballet. Incluso, lograron una fiesta de Año Nuevo para unas 1.000 personas, como nunca se había visto en Sahíno.
“Si usted pregunta a cualquier miembro de la comunidad, todos son garroteros. Hay garroteros que vigilan, que patrullan, garroteros que ayudan con financiamiento, con papeleo... Hay diferentes garroteros aquí que abarcan a todo el pueblo”.