Hay solamente tres trámites que aún no se pueden hacer de manera digital en Estonia: contraer matrimonio, divorciarse y vender una propiedad.
¿La razón?, una simple prerrogativa para la que seguramente es la única nación en el mundo, en la que 99% de los servicios públicos transaccionales está disponibles en línea y a la que muchos medios de comunicación han empezado a llamar 'el primer país digital’.
La hazaña de la antigua república soviética, es más sorprendente si se considera que les tomó tan solo 27 años para llegar a este nivel, pese a las serias limitaciones económicas y en infraestructura con las que decidieron emprender la ambiciosa tarea, una vez que se independizaron en 1991.
Para Toomas Ilves, expresidente estonio entre 2006 y 2016, la experiencia de su país, donde se originó la aplicación de mensajería instantánea y llamadas Skype, es una prueba viviente de lo que se puede lograr cuando se tiene el impulso necesario.
“La gente tenía una gran motivación para cambiar, que llevó a reformas políticas y económicas”, expresó el exmandatario en una entrevista exclusiva con La Nación durante su visita al país el pasado 16 de octubre, para participar en la presentación que hizo el Gobierno de la República, de la 'Estrategia de Transformación Digital hacia la Costa Rica del Bicentenario’.
Ilves es el cuarto presidente en la historia de la República de Estonia. Nació en una familia de refugiados que emigró a los Estados Unidos cuando él tenía tres años. Cuenta con una licenciatura en Psicología por la Universidad de Columbia (1976) y dos años después completó un máster en la misma materia por la Universidad de Pensilvania.
Desempeñó diversos trabajos académicos hasta que en 1984 volvió a Europa para trabajar como periodista en el departamento estonio de Radio Libertad, informando de los acontecimientos de la Revolución Cantada (1987 y 1991), que culminó con la independencia de los Estados bálticos: Estonia, Letonia y Lituania.
Desde entonces, Ilves se involucró en la política nacional de su país, convirtiéndose en uno de los principales impulsores de la transformación de Estonia en el estado digital que es en la actualidad.
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Los resultados de este proceso han sido sorprendentes. En este momento la pequeña nación europea de tan solo 45.228 kilómetros cuadrados y 1.25 millones de habitantes, ocupa posiciones privilegiadas en los ranquins internacionales en materia de educación, competitividad y gobierno digital.
Una prueba de esto es el tercer puesto que obtuvo Estonia en la última edición del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (más conocido como pruebas Pisa), que realiza de forma trienal la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
En la evaluación, Estonia fue únicamente superado por Singapur y Japón, por lo que se le considera como la nación con el mejor sistema educativo en Occidente.
Según Ilves, la digitalización representa para el país un ahorro del 2% del Productor Interno Bruto (PIB) anual, gracias a la reducción de la burocracia.
Pero, ¿puede Costa Rica alcanzar una transformación digital similar a la que ha consolidado el país báltico?, la respuesta que Ilves dio a esta pregunta, es la misma que pronuncian quienes han estado involucrados en proyectos tan ambiciosos y que muchas veces parecen imposibles: “todo depende de la voluntad política”.
En caso de que exista esta disposición, es cuestión de materializarla en una política pública, un marco legislativo y su consecuente regulación.
Sentando las bases
Para Estonia tomar el camino digital se convirtió en una decisión de supervivencia, ante el rezago en el que se encontraba con respecto al resto de naciones que no estuvieron bajo el dominio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Cuando llegó el momento de definir qué camino tomar, la pequeña nación decidió dirigir su mirada hacia el otro lado del mar Báltico, a la vecina Finlandia, “nuestro país más cercano cultural e intelectualmente hablando, que no estuvo bajo la ocupación soviética".
“Teníamos el mismo nivel de ingresos en 1938 (Estonia y Finlandia). En 1992 ellos tenían un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de $22.300 y nosotros $2.800, eso es lo que te deja el comunismo”, expresó Ilves.
Finlandia había logrado un importante impulso económico gracias a la compañía tecnológica Nokia, la cual lideró en el pasado la industria de los teléfonos móviles.
Esto predispuso a los estonios a tomar un enfoque vinculado con la tecnología; pero el punto de inflexión llegó en 1993 con el surgimiento del navegador web Mosaic, el cual popularizó el uso del público general de la World Wide Web.
“Miraba todo y decía, está bien, nos va a tomar 30 o 40 años construir todas las carreteras que tienen los países occidentales y los hospitales, pero luego salió Mosaic. Dijimos, estamos en la misma cancha, nadie está usando el buscador web”, recordó el exmandatario, quien durante esa época se desempeñó como embajador ante los Estados Unidos (1993-1996).
La inserción de esta nueva herramienta abrió todo un mundo de posibilidades para los estonios, quienes no dudaron en sacarle el mayor provecho.
El presidente de aquel momento, Lennart Meri, lanzó en febrero de 1996 el programa Tiger Leap, con el fin de modernizar el sistema educativo del país, y que la nación estuviera a la altura de las demandas en la era de la información. Esta iniciativa fue impulsada por Ilves y el entonces ministro de Educación, Jaak Aaviksoo
La meta más inmediata fue poner una computadora en cada salón de clase del país e introducir rápidamente las tecnologías de información y comunicación (TIC’s) en el sector público y privado. En la actualidad, todas las escuelas de esa nación están conectadas a Internet y el 85% de los habitantes sabe cómo utilizar esta herramienta.
El programa Tiger Leap permitió a Estonia construir entre su gente un nivel general de competencia y conocimiento de las TIC’s, que facilitó la introducción de otros programas y proyectos, en colaboración con la academia y el sector privado.
“Expandimos el uso de computadoras, desarrollamos la banca en línea. El Gobierno pensaba que era una buena idea, los bancos también y la sociedad civil; hubo convergencia. Los bancos lo veían como una forma de ahorrar dinero, de ser más eficientes y el Gobierno lo veía como una forma de modernizar, mientra que los jóvenes pensaban que era genial”, dijo Ilves.
En el año 2000, Estonia se convirtió en el primer país en el mundo en declarar el acceso al Internet como un derecho humano; Costa Rica haría lo mismo una década después, tras una sentencia de la Sala Constitucional.
Recursos y factores de éxito
Una lección que da Estonia al mundo, es que cuando arrancó su transformación digital, no lo hizo a partir de una posición de riqueza, pero tomó una serie de decisiones que le permitieron superar sus grandes limitaciones económicas.
Por ejemplo, a inicios de los 90, prefirieron que en vez de tomar dinero de los acuerdos de concesiones con empresas extranjeras de telecomunicaciones, las compañías se aseguraran de que todas las conexiones fueran digitales, “nada de alambres de cobre y sistemas analógicos”, explicó Ilves.
De acuerdo con el exmandatario, los bancos tuvieron otro rol clave al financiar en un 50% el proceso de digitalización del país. Además, se basaron en estándares existentes y utilizaron software libre, por lo que no dependían de una empresa, ni tenían que pagar actualizaciones.
Es aquí donde en el año 2001 hace su ingreso triunfal X-Road, la columna vertebral de la digitalización de Estonia, que permite la interoperabilidad de las numerosas bases de datos que componen el sistema digital descentralizado del país.
Se trata de un software de código abierto desarrollado por la empresa local Cybernetica, que también ha estado a cargo de otras bases de datos del Gobierno, las cuales pueden comunicarse entre sí gracias a la herramienta.
“X-Road fue originalmente utilizado simplemente para enviar consultas a bases de datos diferentes. Ahora se ha convertido en una herramienta que también puede escribir en múltiples bases de datos, transmitir grandes cantidades de datos y realizar búsquedas en varias bases de datos simultáneamente”, señala el sitio web del Gobierno.
Los otros pilares sobre los que se sostiene la sociedad digital de Estonia son: el sistema de identificación único y la firma digital.
Si bien ambas herramientas son muy familiares para los costarricenses, ya que se encuentran disponibles en el país, su implementación es lo que demuestra la brecha que existe entre ambas naciones, y el salto que Costa Rica no ha sido capaz de dar para llegar a una verdadera sociedad digital.
En el año 2000, cuando Ilves se desempeñaba como ministro de Asuntos Exteriores de Estonia (1996-2002), el Gobierno aprobó la Ley de Firma Digital; lo que ha permitido un ahorro de 300 millones paquetes de papel por mes, gracias a que 70 millones de documentos son firmados de manera electrónica.
Para el año 2002, se emitieron las primeras tarjetas de identidad digital. Consiste en un documento, como la cédula de identidad que se tiene en Costa Rica, pero con un chip de archivos integrado, que utiliza un cifrado de clave pública de 2.048 bits y que puede funcionar como prueba definitiva de identificación en un entorno electrónico.
“Funcionalmente, la tarjeta de identificación proporciona un acceso digital a todos los servicios electrónicos seguros de Estonia, la liberación de una persona de la tediosa burocracia y hacer las tareas diarias más rápido y más cómodo si estamos hablando de operaciones bancarias o comerciales, la firma de documentos u obtener una receta médica digital”, señala el sitio web del Gobierno.
Técnicamente, se trata de un documento de uso nacional obligatorio y lo tienen casi todos los ciudadanos del país.
Confianza y seguridad
“La gente confía en el sistema, está orgullosa del sistema”, asegura el exmandatorio de Estonia. Eso no significa que los estonios tengan un mayor umbral de confianza en los políticos que el resto de los ciudadanos en el mundo, el secreto reside en que “hemos separado el Gobierno, o sea, el gabinete, del sistema”.
Según explicó Ilves, cada ciudadano puede saber quién, cuando y donde accedió a su información, ya que el sistema así lo registra de manera automática.
“Solo hemos tenido un caso, en el que una oficial de la policía, que era administradora del sistema, abusó de sus privilegios para revisar la información de su novio, el problema para ella fue que cada interacción es marcada y a penas hay una acción ilegal o cuestionable, las ‘campanas suenan’. Así que en 15 minutos estaba siendo acompañada afuera del edificio y despedida del trabajo, fue juzgada y encontrada culpable”, relató.
La primera gran prueba llegó en 2007, cuando Ilves ocupaba la silla presidencial. En esa ocasión el país sufrió un masivo ataque cibernético que impidió el acceso a diversos sitios gubernamentales y de empresas.
Las autoridades estonias responsabilizaron a Rusia por la ofensiva, luego que el país báltico decidiera remover un monumento soviético de la II Guerra Mundial, un hecho que molestó a Moscú y generó violentos disturbios.
“Los ataques de 2007 fueron del tipo DDoS (Distributed Denial-of-Service), solo cortaban el acceso, no afectó la seguridad, simplemente representó que por varios días fuera difícil ingresar al sistema, lo cual era una molestia, pero lo importante de saber es que nadie entró”, garantizó el exmandatario.
El año pasado un nuevo dolor de cabeza envolvió a la administración, luego de percatarse que la elaboración del chip de las tarjetas de identidad, lo hacía vulnerable a ataques, que podrían llevar al robo de identidad.
“Con respecto al chip, resultó que el que usamos, que es hecho por una empresa alemana, en un cierto número de casos, se podía descifrar la encriptación”, relató.
Ilves explicó que este mismo chip era utilizado por otras naciones como Eslovaquia, Austria y España, pero que a diferencia de estas tres, Estonia salió a decir públicamente que existía una vulnerabilidad y que cambiarían el programa de encriptación.
Pero, ¿puede un estado ser más ágil que empresas privadas como Facebook, en proteger los datos de sus ciudadanos?, para Ilves la respuesta es clara: “Estamos adelantados a Facebook, no estamos en esto para hacer dinero, nos han confiado preservar la información, así como la seguridad de las compañías y de nuestros ciudadanos”.
Estonia toma previsiones para evitar problemas de seguridad y también contra eventuales desastres naturales u otros acontecimientos que puedan poner en riesgo la integridad de la información de su país.
Una de estas medidas es la implementación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en cuanto la extraterritorialidad de las embajadas, pero aplicada a sus servidores.
“Así como no pueden entrar a la embajada de Ecuador para sacar a Julian Assange, no puede entrar a nuestro servidor que está en Luxemburgo”, advirtió.