Un sistema que posibilita la comunicación bajo el mar a través de luz es la propuesta de una patente registrada en Estados Unidos, donde el ingeniero costarricense Andrés Mora figura como uno
de sus creadores.
El sistema consiste en una serie de nodos o puntos que se comunican entre sí, mediante haces de luz azul. Cada uno de estos puntos o nodos son conocidos como Sensorbots.
El aspecto de estos dispositivos es el de unas esferas de vidrio transparente de 12,5 cm de diámetro externo y 840 gramos, que contienen fotodiodos (semiconductores sensibles a la luz) y receptores basados en silicio.
Mora, quien es doctor en robótica y oriundo de San José, formó parte del equipo responsable de desarrollar este sistema, entre 2011 y 2013. Esto sucedió mientras trabajaba en el laboratorio de la Universidad Estatal de Arizona, dirigido por el profesor Cody Youngbull.
Además de ellos dos, figuran como creadores de los sensorbots: David Ganger, Andrea Richa, Jin Zhang, Chenyang Zhou y Xinhui Hu.
¿Qué es lo novedoso de estos dispositivos? Según el costarricense —quien ahora se enfoca en desarrollar la próxima generación de robots de la Estación Espacial Internacional— los sistemas que tenemos en tierra utilizan el aire como medio para transmitir el mensaje y las computadoras, por ejemplo, se comunican mediante cables. Pero bajo el agua este proceso es más difícil y complejo.
“Actualmente, esta comunicación se realiza prioritariamente con ondas de radio, pero eso tiene la limitante de que no posee gran ancho de banda. Nuestra propuesta entonces fue diseñar una alternativa para facilitar esta comunicación”, comentó Mora, quien radica en California, Estados Unidos y trabaja en el Centro de Investigación Ames de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
La tecnología de comunicación óptica propuesta por Mora y sus colegas en la patente “posibilita el transportar datos de video inalámbricos y admite la participación de miles de nodos o Sensorbots en una sola red”. A diferencia de otras tecnologías existentes, como la acústica submarina.
Los sensorbots son capaces de monitorear ciertas características de su entorno (como temperatura, conductividad, acidez). Luego, procesan esa información y comparten los datos a otros Sensorbots cercanos a él, mediante luz: si la luz se enciende, el robot interpretará un 1 y si se apaga un 0.
De esa forma, los datos se irán recopilando para transmitirlos a un nodo central y este, a su vez, entrará en contacto con un nodo submarino que sí estará comunicado por fibra óptica hasta el científico o centro de investigación que se desee.
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Orígenes
Los sensorbots fueron diseñados para conocer los secretos que resguardan las llamadas ventanas termales en las profundidades del mar. Estas son unas fisuras por donde el agua entra y luego sale, pero a temperaturas de hasta 400 grados Celsius, según informó este periódico en 2013.
Se decidió estudiar ese sitio porque se tiene la teoría de que ahí es donde las primeras formas de vida tomaron lugar en el planeta.
“El proyecto inició con la idea de que si se puede monitorear continuamente parámetros en esos mismos ambientes, esa información nos podría ayudar a entender cómo las formas de vida pueden sobrevivir en esas condiciones extremas”, dijo Mora.
Además, se pensó que el aprendizaje o tecnologías obtenidos en esa investigación podrían emplearse para mejorar el conocimiento de cómo surgió la vida en otros planetas y cuerpos celestes, en satélites naturales como Encelado, de Saturno, por ejemplo.
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Espera
El proceso para inscribir una patente en Estados Unidos fue el resultado de mucho trabajo en equipo y sobre todo años de espera. La Universidad Estatal de Arizona sometió a evaluación esta tecnología alrededor del 2013, es decir, hace unos 6 años.
Mora aseguró que esta patente representa para él una alegría como investigador.
“Me ilusiona pensar que la tecnología de redes ópticas subacuáticas pueda emplearse en el futuro para diferentes aplicaciones científicas como monitoreo ambiental (estado de salud de un arrecife), remediación de accidentes, vigilancia de defensa, industrias de petróleo y gas, acuicultura, ciencias geológicas y oceanográficas y biología marina”, aseguró.
En Costa Rica el proceso para tramitar una patente puede tardar entre tres y cuatro años, según asegura la empresa española Protectia Patentes y marcas y tienen una validez de 20 años improrrogables a partir de la fecha de solicitud.
En un reportaje publicado por El Financiero, en 2017 se asegura que el proceso puede tardar entre cinco y hasta 10 años y que en el país, el 90% de las patentes inscritas son de personas extranjeras.