Lo acepto porque hay suficientes pruebas de ello: la película del uruguayo Fede Álvarez, a quien creo un buen director en su oficio, no ha tenido las mejores opiniones de la mayoría de la crítica. Me refiero a La chica en la telaraña (2018).
Aunque esas opiniones merecen el respeto del caso, sobre todo las que están mejor sustentadas, he de decirles pronto que –por mi parte– creo que estamos ante un filme muy bien logrado, precisamente debido al buen trabajo de Fede Álvarez.
Dicho director ya me había convencido lo suficiente con su anterior trabajo, No respires (2016), pero ello es harina de otro costal. Esta vez, con La chica en la telaraña, quedé sorprendido por el buen manejo del tiempo narrativo: la necesaria prisa que muestra el ritmo de la trama.
Está claro que hay un excepcional manejo del montaje: es impactante y resulta pegadiza la sorprendente intensidad de los acontecimientos, los que están muy bien acumulados en términos narrativos, con agudo sentido de oportunidad de las imágenes, buen cálculo de tiempos (como diría un entrenador de fútbol) y compás felino.
Los lectores ya están enterados de que La chica en la telaraña es parte continua de La trilogía del milenio, novelas escritas por Stieg Larsson (1954-2004), solo que esta cuarta ficción fue escrita por el también periodista sueco David Lagercrantz.
En cine, esta película viene antecedida por La chica del dragón tatuado (2011), dirigida por David Fincher. Para el filme que hoy comentamos no solo hubo cambio de director, sino también de elenco principal. Ahora destaca la excelente actuación de Claire Foy, quien sustituye a Rooney Mara.
Foy resulta intensa como la extravagante pirata informática Lisbeth Salander, aunque esta vez semeja mujer que sustituye al héroe masculino de las cintas de acción; además, su personaje (sin llegar a ser unidimensional) se presenta como sujeto femenino menos complejo, aunque siempre interesante.
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La hipocresía humana queda al desnudo no tanto con los diálogos, sino desde la acción misma y por el quehacer de los personajes ante los acontecimientos. Es lo que le permite al director Álvarez darle esa intensidad al cronometraje del relato.
La trama tiene que ver con la posibilidad de la destrucción del mundo, según en manos de quién caigan ciertos archivos que el propio científico creador quiere destruir. Es cuando él le pide ayuda a Lisbeth Salander y ella a su amigo, el periodista Mikael Blomkvist.
Con atenta dirección de arte (sucede en Estocolmo, capital sueca muy bien visualizada por la buena fotografía), el filme amplía muy bien su historia con subtramas nunca abandonadas: aquí es donde se fortalece la construcción dramática.
Con un buen manejo de esa voluntad personal llamada “suspensión de la incredulidad”, La chica en la telaraña es cine de acción disfrutable y, así, podemos valorar el preciado trabajo de Fede Álvarez, a quien –creo– debo seguirle la pista en su telaraña.
Ficha técnica:
Título original: The Girl in the Spider’s Web.
País: Estados Unidos, 2018.
Género: Acción.
Director: Fede Álvarez.
Elenco: Claire Foy, Stephen Merchant.
Duración: 117 minutos.
Cines: CCM, Cinemark, Nova, Cinépolis.
Calificación: Tres estrellas de cinco posibles.