Me imagino algo así. Cuando Kristian Mora atisbó a Chibolo y oyó las primeras ocurrencias de Juan Vainas en los pasillos de Teletica, aquello fue un vacilón puro.
¡Se fue en todas Kristian!..., qué iba imaginar que el par de ‘confisgaos’, dicharacheros y emponchados, estaban a punto de romperle sus sueños mundialistas a pedacitos. El exnarrador del 7 no sabía contar chistes y su famoso “guooooool” se podía gritar bien sentadito desde La Sabana.
–¡A pecaíto!–.
Fueron los del chonete, a fuerza de risas y puro encanto, quienes se finalmente montaron en el avión ruso.
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Ser del escondido pueblo de San Pascual Bailón, no saber ‘naditica’ de fútbol y hablar mil disparates por minuto, no fueron traba para este 2018 hacerse famositicos de un ‘cachiflín’, conquistar el corazón del pueblo y de paso chapear la trocha para arribar a las tierra de Putin.
Hasta Moscú arribaron los zampaguabas a ver perder a la Sele, comer sopita Borsch y extraviarse entre los tumultos de los ‘Far Fest’, como bien lo ‘mientan’ el par de pícaros.
No es que ahora “cualquiera” pueda ser personaje del año, como se dejó decir el atravesado de Juan Vainas. Lo que pasa es que ni el flacucho galán de Rosalinda, ni el condenillo de Chibolo, se cuentan ya dentro del montón de ticos.
Son algo así como el Brad Pitt, pero de la apreciada y distinguida orden de los maiceros. No hay lugar donde no les pidan fotos, los abracen fuerte y los traten como ‘compitas’ de toda la vida. Ellos se arriman, saludan cariñosos y posan para el selfie con la mueca más sabrosa que su humilde y bonachona faz ofrece.
No tienen pierde ni copia alguna. Chibolo y Juan Vainas son el par de campesinos que pasaron de ‘piones’ de finca a las tablas del teatro, y de los escenarios a la pantalla chica, esculpiendo en el año que fenece una historia nunca pretendida por sus almas sencillas.
“Que se iba imaginar uno naditica de eso”, comenta Chibolo sonriente.
Aunque pensándolo bien ¿cómo no se iban a volver famosos? Con el “riliti” (reality) que les hicieron en Teletica –tal cual lo cuenta Juancito– era difícil que no les fuera a cambiar la vida. El show Los enredos de Juan Vainas fue el que los catapultó al ‘estrellato’ de la comedia tica.
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Precisamente sobre eso a Chibolo y Juan Vainas los sentamos a conversar en el corredor de la abuelita Élida. Es una casa tradicional campesina, con ventanas de madera y un amplísimo corredor, de esos en los que tardea la gente de campo, no falta la tacita de café chorreado y en el que es tradición saludar al vecino que pasa.
Y no es cuento. Va desfilando el primer amigo por la baranda. Un tal Mauricio Astorga, que dice Chibolo le deben mucho, o mejor dicho todo.
“Buena gente es. Oiga, lo que tiene de pelón lo tiene de inteligente ese hombre”, comenta Chibolo.
Dice Juancito que Astorga – conocido comediante y empresario cultural–, es un genio. Tanto que “el pelo se le cayó porque el ‘celebro’ se le hizo tan grande que le empujó los pelos pa’ afuera”.
Aseguran además que Astorga fue el que los llevó a la tele, a la bendida tele.
Pero al rato, por el trecho de la casita, se asoman otros dos caballeros. Chibolo y Juancito dicen que son ‘artores’, que son buena gente y que se saben unas anécdotas buenísimas sobre ellos, pues los conocen desde chiquitillos.
Ricardo Jiménez y Magdiel Ramírez se llaman los señores. ¡Pues que pasen adelante a ver que cuentan!
Las visitas.
Ricardo y Magdiel conocen tanto a los singulares campesinos, que ni la mama de Chibolo –Mita–, ni el tata de de Juan Vainas –Pánfilo– pueden dar mejor razón de ellos. Ellos los parieron. Sí. Desde el corazón y en las apasionadas tablas de un teatro.
Dicen las visitas que Chibolo y Juan Vainas nacieron hace ocho años, en el teatro El Triciclo, en San José.
“Nacieron juntos. Aunque yo ya tenía la maqueta del personaje, podemos decir que formalmente nacieron en la obra Los enredos de Juan Vainas, tal como el programa de Teletica”, rememoró Ricardo.
La obra, que comenzó en el 2011, fue tan exitosa que todavía aún la montan por petición del público.
“En ese tiempo, entre Astorga y nosotros dos, pensamos que sería bonito hacer algo costumbrista en el teatro. Mau pensó que sería bonito dos amigos torteros, una dupla, y a partir de ahí le metimos bombas, retahílas y música criolla. Gustó mucho”, comentó Magdiel.
Chibolo y Juan Vainas se hicieron tan populares en el teatro que lo de la televisión fue cuestión de tiempo. Los Toros de Teletica fueron la primera estación.
Unas pequeñas capsulitas hicieron allí, pero entre churros, chinamos y el redondel de Zapote, se forjó la fama.
“Sí, a partir de ahí comenzaron a reconocer los personajes por todo lado. Eso es extraño, porque nosotros somos gente de barrio, yo de Pavas, y Ricardo de Alajuela. Nuestras familias son muy humildes”, dijo Magdiel.
“Nunca hemos buscado eso. Y de repente salir y que te reconozcan fue raro. Sin embargo ha sido bonito y se agradece”, agregó.
Ya en el 2018 la cosa explotó. La Media Docena cedió a Juan Vainas su horario estelar de los viernes en Canal 7 con el fin de que hicieran su show. No hubo que esperar mucho: su popularidad creció como la espuma.
Ahí sí que “¡cambeó la cosa!”, diría Chibolo.
Vinieron las grabaciones, las entrevistas con medios, los spots publicitarios y las fotos de media Costa Rica cuando van por la calle. Un cambio radical, de rutina y de todo.
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“Lo más difícil ha sido con la familia. Los chiquitillos de uno no entienden que uno esté comiendo con ellos y que de repente nos tengan que compartir con personas que piden fotos. Es un poco de pérdida de privacidad. Pero no nos quejamos, solo sucede”, agregó Magdiel.
–“Di”–, interrumpe Ricardo. “Siempre quisimos podemos acercarnos a la gente y ahora que se acercan nos vamos a quejar. No, no...”.
Lo de Rusia 2018 vino por añadidura, sobre todo porque a pesar de no ser muy duchos en la materia, en la Copa América 2016 ya habían demostrado ser un gancho para el rating. No es difícil entender por qué Teletica Deportes volvió a ficharlos nuevamente, reservándoles un espacio de privilegio en la alineación titular.
Ah... y si por saber ‘contar chistes’ fue que bajaron a Kristian Mora del avión ruso o si solo fue un escandalillo inventado para hacer publicidad, a este par de “artores” ni les interesa.
“Nosotros solo supimos que íbamos para Rusia y listo. Al final todo lo que pasó lo agarramos por vacilón y hasta bromeamos mucho con Kristian por eso mismo”, recordó Ricardo.
Tampoco se detienen mucho en las críticas hacia sus personajes, sobre todo las que se apuntan al tipo de campesino que reflejan en sus actuaciones.
“Tengo que decir que hago el campesino con orgullo. Mis dos abuelos fueron campesinos y mi padre se crió igual. Jamás me burlaría de ellos. Lo que pasa es que en la comedia existe una cosa que se llama farsa, y eso es lo que hacemos. Con amor y respeto”, explicó Jiménez.
“Además, yo no me atribuyo representar al campesino tico. Yo solo hago un personaje que es humilde, voluntarioso y muy atravesado. Un personaje en particular”, agregó.
Pero Chibolo y Juan Vainas no solo les ha dejado fama, trabajo y alguito de dinero; para ambos existen coronas más valiosas y trascendentes que esas. Un ejemplo: personas que gozando con sus enredos han decidido no quitarse la vida son parte de sus medallas.
“Con eso me doy por pagado”, confesó Jiménez, conmovido.
¿Y qué hay del futuro? Pues Ricardo asegura que no son de soñar mucho.
“Pasamos tanto tiempo ocupados, baboseando, que no nos da chance de hacerlo. Solo queremos trabajar y ver lo que Dios nos tiene preparado”, expresó confiado, mientras mira a Magdiel con complicidad y satisfacción pura.
Mientras las visitas acaban con la tertulia se fue haciendo de noche en la casa de la abuelita Élida. Juan Vainas se ‘ruleó’ pensando en Rosalinda y Chibolo en Mita y el tata que no conoce.
“Nunca arrugan, ¡porque no hay quien planche!...” dijo Juancito. Se acostarán temprano los bandidos, cargando baterías para el siguiente enredo.