Cuatro días antes del estreno, los elencos de Alicia en el País de las Maravillas revisaban, paso a paso, las coreografías del montaje.
Desde su butaca, la directora María Amalia Pendones pedía que un trío de bailarines de hip hop agitara con más brío sus brochas de pintura roja; que la Reina de Corazones, calzada con puntas de ballet , se agitara más atolondrada; que, alrededor de Alicia, un jurado de animales fuera más estrafalario que lo que ya de por sí se entiende por estrafalario.
La locura derivativa de la historia original de Lewis Carroll es inagotable: hay cine, teatro, películas animadas, adaptaciones libres en episodios de televisión y nuevos libros. Cada artista tiene su propia visión del frenético País de las Maravillas imaginado por el escritor en 1865.
En la visión de Pendones –coproducida por su compañía de baile Danzay, el Teatro Nacional y el Sistema Integral de Formación Artística para la Inclusión Social (Sifáis)– el frenesí baila un ballet contemporáneo.
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El proyecto involucra a 280 profesionales de distintas disciplinas y cada elenco tiene un poco más de 70 intérpretes.
La adaptación cerrará la primera edición del programa Érase una vez... que el Teatro desarrolla junto con el Ministerio de Cultura y Juventud y el de Educación Pública para llevar a su escenario propuestas inspiradas en las lecturas sugeridas para estudiantes de primaria y secundaria.
“Alicia en el País de las Maravillas implica una renovación artística y creativa para todo el mundo: para el público, para el Teatro Nacional, para los artistas, los bailarines. Creo que era muy necesario”, asegura Pendones, quien asumió la tarea de coreografiar desde cero la historia. “Nada se compara con el País de las Maravillas”.
El resultado de un largo proceso de creación, montaje y ajuste debutará el sábado 3 de diciembre, a las 8 p. m., en el escenario del Teatro Nacional.
El espectáculo navideño tendrá 15 funciones hasta el 18 de diciembre. Las entradas tienen costos entre los ¢8.000 y ¢30.000; los horarios y las entradas se pueden conseguir en el sitio web del Teatro, www.teatronacional.go.cr.
Un juego de Alicias. Tal y como lo cuenta Carroll, Alicia es una niña que sufre de una curiosidad incontenible. En un intento de saciarla, termina persiguiendo un conejo blanco que, aunque parece inofensivo, la arrastra al impredecible fondo de un agujero.
En el ballet de Pendones, Alicia llega a tener seis rostros diferentes –siete, si contamos una gigantesca marioneta– según la forma en la que comunique sus acciones y emociones.
“Somos tres actrices y tres bailarinas. En cada función somos una actriz y dos bailarinas”, explica Silvia Baltodano, una de las artistas que encarna a Alicia durante los momentos en los que dialoga con otros personajes. “Para nosotras, las actrices, el reto ha sido ‘casar’ a esas dos Alicias bailarinas y a la Alicia actriz en una sola personalidad”.
“Puede que tengamos título de actrices pero también cantamos en unas partes, bailamos en otras y hay que trabajarlo todo”, detalla Gabriela Martínez quien, con 18 años, es la más joven de quienes interpretan al personaje.
“Es un personaje que se encuentra con un problema, tiene que resolverlo y tiene que seguir. El cuento es eso una y otra vez”, describe otra de las actrices que encarna Alicia, Isabel Guzmán. “La integración de todos los elementos, nosotras como personaje y en las disciplinas de todos los bailes, es el concepto general de la obra. Sobre eso tenemos que encontrar una misma esencia y color de quién es Alicia”.
En las coreografías con zapatillas de puntas, Alicia es interpretada por las bailarinas Martha Gómez, Mariana Elizondo y Arianne Dietrich.
Para simular uno de los efectos más fantásticos de la historia original, la sétima Alicia será una marioneta gigante diseñada por el titiritero Fernando Thiel y que las actrices deben manipular desde su interior.
Danzar la locura. El corazón de Alicia es el movimiento. Pendones estructuró alrededor de formas de ballet clásico un sinfín de disciplinas de baile, entre ellas la danza contemporánea, el hip hop , el jazz y hasta una coreografía de swing criollo.
“Hemos tenido una guía de cómo se mueve uno en el swing . La energía de esta escena es muy caótica pero no puede ser caos en el movimiento”, explica Sergio Barrantes, uno de los artistas que encarna al Sombrerero Loco. “Lo bizarro, lo bonito, lo psicodélico, todo se mezcla”.
Barrantes proviene del circo y, aunque tiene experiencia con malabares y arte clown , recibió clases de baile con Pendones como de swing criollo con la fundadora de la Academia Merecumbé, Lilliana Valle.
“Es una oportunidad para artistas muy diversos. Muchos bailarines no se imaginaban que iban a participar en el ballet de Navidad del Teatro Nacional”, cuenta Silvia Baltodano sobre la amplitud artística del montaje.
La mayoría del equipo de Alicia en el País de las Maravillas tiene experiencia, tanto en baile como en producción y diseño, en otros grandes montajes: el ballet anual de El Cascanueces –mismo que Pendones dirigió hasta el año pasado junto con Patricia Carreras–; el musical West Side Story –proyecto en el que Pendones dirigió el área coreográfica – y otros proyectos producidos desde la academia Danzay.
“Este ballet es un reto; definitivamente, es lo más actuado que he hecho en toda mi carrera de ballet ”, comenta la bailarina que interpreta a la errática y cómica Reina de Corazones, Kristianne Feoli. “El ballet siempre requiere de actuación pero este ballet lleva más actuación de lo que uno está acostumbrado. Está en manos de uno meter al público en la historia, que se lo crean y que se crean que estoy loca”.
Para Pendones, la colaboración entre su elenco de artistas ha sido vital para sustentar su visión como directora.
“A mí me gusta trabajar con gente joven porque siento que se arriesgan más. No se aferran a fórmulas y eso me ayuda a mí a salirme de las mías”, detalla Pendones. “ Queríamos que fuera inclusivo y multiexpresivo. No queríamos que solo chiquitas que bailaran ballet estuvieran sino que pudiéramos recolectar la élite del talento nacional. Siempre me ha gustado mezclar estilos”.
Sin esa posibilidad de retroalimentación abierta, sería imposible contar con una coreografía de hip hop en medio del jardín de la Reina de Corazones; el segmento de baile fue imaginado por los bailarines Chisco Rowe y Dagner Segura, quienes también bailan.
Como parte de estas colaboraciones, la producción también planteó un modelo de trabajo con el Sifáis. La organización de formación artística acogió en su sede en La Carpio parte de los procesos de montaje: la confección de algunos de los disfraces –diseñados por Yorlenny Esquivel y Pendones– y el montaje de las estructuras más grandes de la escenografía metálica –diseñada por el arquitecto Óscar Soto–.
Asimismo, Pendones asignó a una de sus asistentes de ensayo, Vanessa de la O, para dirigir a un grupo de niños de La Carpio que se presentará como parte de la corte de las Cartas de Corazones.
Como parte de esa extensión social, la comunidad de La Carpio asistirá a dos funciones gratuitas en el Teatro Nacional. La primera de ellas será este viernes, un día antes del estreno de la obra.
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Alicia en el País de las Maravillas tendrá 15 funciones entre el 3 y el 18 de diciembre. Este fin de semana, además del estreno del sábado a las 8 p. m., el montaje se presentará el domingo 4 de diciembre en una matiné a las 11 a. m. y una función tardía a las 5 p. m. Las entradas para las presentaciones cuestan entre ¢8.000 (galería) y ¢30.000 (butaca) en la boletería física y digital del Teatro Nacional. Para más información puede llamar al 2010-1100.