Para su nueva obra, Andy Gamboa entra a cada ensayo para salir agotado.
No solo su cansancio se debe a un esfuerzo físico mayor, sino a una inversión emocional que nunca antes había sentido.
“Sin duda, esta es mi obra más íntima”, dice el actor de 39 años sobre Memoria de Pichón, pieza de teatro unipersonal que relata la relación que ha tenido el intérprete con su padre. El nombre de la obra refiere directamente al apodo que llevaba su progenitor, a quien todos decían “Pichón”.
En este monólogo, Gamboa recrea las memorias de toda una vida, después de un largo período de introspección.
“Yo llevo muchos años preguntándome si debía hacer esta obra. Tal vez hace diez años me parecía imposible. Tal vez dentro de diez años me parezca un error haber hecho algo tan personal, pero ahora siento que tengo la madurez para enfrentarme a este proceso”, dice el actor.
Memoria de Pichón aparece dentro de una serie de obras de alta exigencia que Gamboa ha interpretado este año.
Su temporada de actuación tuvo comienzo en junio con Obituario de una noche estrellada, obra de danza teatro que interpretó con Fabio Pérez para reflexionar sobre la figura de Vincent Van Gogh. El día de ese estreno, Gamboa también comenzó su participación en el montaje de Lucho Barahona llamado El chispero, que significó su primera interpretación bajo la dirección del chileno.
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En medio de estas presentaciones, Gamboa se volvió a presentar con Pérez en el Festival de Coreógrafos Graciela Moreno de este año el pasado agosto, donde recrearon un homenaje a figuras costarricenses que han migrado a otros países con la obra El último recuerdo.
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Ahora, Memoria de Pichón coincide justamente con el cierre de temporada de El chispero, obra en la que Gamboa interpreta a un hilarante campesino que abandona su pueblo junto a sus hermanos.
“Ese cambio ha sido muy brusco, pero yo estoy tratando de no sentirlo tan fuerte. Ya de por sí hay una suficiente carga emocional al recordar todo lo que ha sido mi padre, porque lo extraño y reconozco que, al final del día, vine de alguien”, confiesa.
En Memoria de Pichón, Gamboa retrata a su padre mediante una escala de grises. Su progenitor no es recordado como una persona mala ni buena. En palabras del actor, “fue una persona que hizo cosas memorables, y otras más dolorosas”.
“Es difícil porque en cada conversación sobre él me llegan más recuerdos de él, cosas que hasta tenía reprimidas. Recuerdo que, cuando se pegaba las borracheras, siempre traía un animalito a casa que ponía en mis regazos. Era su manera de decirme que me quería. Es algo que nunca olvidaré”, dice.
“Pero también fue una persona que no fue propiamente un ejemplo. Mi madre sufrió mucho. El ambiente en la casa era violento. Pasaron muchas cosas inaceptables y yo lo pongo en la escena porque también es una manera de hacer una catarsis que hasta podría ser tardía. También es difícil aceptar esa herencia, pero tengo un padre. Él es mi padre”.
Sin duda, para Gamboa hubiese sido más sencillo utilizar la ficción para señalar tintes autobiográficos, pero el actor decidió desnudarse ante el escenario y contar explícitamente su historia intrafamiliar.
“Por supuesto que pensé en usar seudónimos, en censurar algunas partes de violencia, pero no era lo correcto. Igual pensé en delegar funciones y que alguien más lo interpretara, pero tampoco es lo correcto. Esta es mi historia y me toca a mí contarla”.
Su padre actualmente se encuentra en un centro penitenciario. Aunque Gamboa confiesa que hace muchos años que no se hablan, su progenitor sabe sobre la obra que está realizando pues los dos hermanos menores del intérprete lo visitan cada 15 días y le contaron sobre la pieza teatral.
“Justamente eso es algo que importa en la obra porque el papá que mis hermanos conocieron es otro al que yo conocí. Ellos son veinteañeros y mi padre no fue el mismo con ellos. Eso es importante de retratar”, dice.
Para la puesta en escena, Gamboa utiliza un montaje austero, con escasos elementos como una bola de fútbol, una ropa tendida y un teatrino cargado de símbolos de su niñez.
Incluso, Gamboa presentará su obra en el edificio La Alhambra, recinto en el que se pueden albergar a unas 40 personas por función, con el propósito de ofrecer una experiencia más cercana e íntima.
Espectáculo desde cerca
La temporada de Memoria de Pichón comenzará el próximo lunes 1 de octubre y se mantendrá durante dos semanas, hasta el 13 de octubre. Las presentaciones serán de lunes a sábado, a las 8 p. m. y los domingos, a las 6 p. m.
La entrada cuesta ¢5.000 y puede ser reservada llamando al 8787-4063. El edificio La Alhambra se encuentra en San José, en calle 2 avenidas 0 y 2.