Durante el siglo XIX, familias del Valle Central se desplazaron hacia el territorio del actual cantón de Turrialba para conquistar suampos y montañas. A fuerza de duras faenas, establecieron pequeñas fincas basadas en la agricultura de subsistencia y la ganadería. La consolidación del ferrocarril (1871 - 1890) desató la voracidad de los latifundistas por esas tierras y, en consecuencia, inacabables conflictos agrarios.
Esta es la coyuntura en la que se inscribe la extensa saga familiar narrada por Fabián Dobles en su novela El sitio de las abras. La versión escénica de Tatiana de la Ossa materializa la anécdota, a partir de la construcción de un mundo –sobre todo, en la primera mitad del espectáculo– en el que los campesinos y su entorno se funden en una totalidad indivisible.
Para lograrlo, De la Ossa y su equipo plantean un dispositivo escenográfico basado en rampas que conectan el proscenio con una plataforma elevada en la parte posterior. Las superficies recubiertas por esteras de caña y los mecates de cabuya que caen desde la tramoya fundan un denso mundo orgánico que se resiste al embate de los pioneros. Sin embargo, el espacio va cediendo hasta acoger a las familias que lo habitan.
La existencia en las abras se representa en escenas multitudinarias que alternan las recias jornadas laborales con ritos de vida y muerte. En estos casos, los integrantes del elenco realizan, en simultáneo, acciones distintas. De ese modo, el ojo del espectador viaja entre la imagen total y sus detalles. Esta dinámica construye un personaje colectivo que funciona como una gran maquinaria hecha de piezas autónomas.
La directora acierta al utilizar estrategias de lo que el teórico Hans-Thies Lehmann denomina como “Teatro posdramático”, a fin de redimensionar el universo de la novela. Nos referimos al énfasis en la plasticidad de la imagen, a la rítmica establecida por los cambios de intensidades en el trabajo vocal y corporal del elenco y al uso de tecnologías digitales, entre otras.
A pesar de sus fortalezas, el montaje decae en la segunda mitad. El problema radica en la ambición de mantener las múltiples líneas narrativas de la novela. La inclusión de nuevos personajes secundarios –con sus conflictos particulares– y la seguidilla de breves escenas informativas alargan, en exceso, la trama y hacen que el espectador deba “correr” detrás de los acontecimientos para no perder el hilo de la historia.
Lo anterior, sumado a los cansinos actos protocolarios del estreno, forzaron una velada de tres horas, con obvias muestras de incomodidad y deserciones en el sector de butacas. Además de agotar al público, fue irrespetuoso hacer esperar a los artistas, tras bastidores, intentando sostener la disposición de mente y cuerpo alcanzada durante su calentamiento.
Si vinculáramos El sitio de las abras con la La isla de los hombres solos (2016) y Mamita Yunai (2018) podríamos asegurar que la prosa cuestionadora de las asimetrías sociales es el principal sustrato de montajes recientes con alta convocatoria y calidad. Lo paradójico de este fenómeno es que, en Costa Rica, los únicos discursos reivindicatorios aplaudidos, de manera unánime, son los que provienen de la ficción.
Ficha artística
Dirección artística, versión teatral y puesta en escena: Tatiana de la Ossa O.
Actuación: Adriana Álvarez (Consuelo Morales / Mujer cabécar / Parásita), Gabriela Alfaro (Catalina Mena / Rosa, la jornalera), Natalia Arias (Cristina Vega / Maura, la sindicalista), Raúl Arias (Rosa Vargas / Juez / Amancio, el jornalero), Elena Arredondo (Amalia Coto / Esmeralda Rojas), Kyle Boza (Mateo Vargas / Hombre cabécar / José, el caballerango, allegado de los González), Elisa Calderón (Luisa Vega / Concepción / Mariana), Noelia Campos (Joaquina Mena / Concepción González Leflair), Amadeo Cordero (Espíritu Santo Vega), Erick Córdoba (Ambrosio Castro / Fausto González / Fernando González), Fabricio Fernández (Laureano Castro / Amadeo González), Madelaine Garita (Prudencia Castro / Criada), Noel Guevara (Juan Manuel Leitón / Marcelino Vega joven / Jesús, el pescador), Isabel Guzmán (Dolores Sánchez, curandera), William Hernández (Juan Morales, el dueño del trapiche / Hombre cabécar / Marcelino Vega, anciano), Elías Jiménez (José Leitón, talabartero / Remigio el viejo / Jefe de policía), Mar Jiménez (Magdalena Vega / Parásita), Melvin Jiménez (Arsenio Coto / Martín Vega Ledezma), Manuel Martín “Momo” (Benigno Mena / Juan Alvarado), Carlos Miranda (Joven abrero / Marabú / Cándido Perdomo), Néstor Morera (Martín Villalta, cazador de lagartos / Jeremías, el jornalero), Jimena Pizarro (Hija de los Mena / Concepción González / Hija de Esmeralda), Allan Fabricio Pérez (Aguilar, el achichincle) / Auxiliar de policía / Administrador de la finca y socio de los González), Mildred Ramírez (Milagro Vásquez / Leticia, la jornalera), David José Recinos (Remigio / Martín Vega / Hijo de jornaleros), Natalia Regidor (Amparo Morales / Susana / Marcelle Leflair), Francisco Rodríguez (Fermín Vega / Tomás, el jornalero), Marco Rodríguez (Anastasio Coto / policía / Federico, el vecino), Diego Rojas (José Vega / Policía), Luis Miguel Sánchez (Paniagua, el parásito), Ana Sofía Velásquez (Lucía Vargas / Enfermera / Mujer cabécar / Leticia / Jornalera), Luis Fabio Villalobos Vargas (Marcelino Vega / Martín Vega / Hijo de familia de parásitos), Adriana Víquez (Josefa Leitón / Señora de González / Criada), Diego Ureña (Capataz de Ambrosio Castro / Capataz de Familia González)
Ensamble musical: Juan Rafael Chacón Jiménez (Clarinete y percusión / Roles de hombre cabécar y obrero), Oscar Jiménez Fernández (Guitarra / Rol de abrero), Roger E. León (Violín y percusión / Rol de abrero), Raúl Arias (Guitarra), Elena Arredondo (Marimba y percusión)
Música y canciones: Carlos Escalante Macaya, Adán Guevara, Presb. Ricardo Salas, Carlos Gutiérrez G., y anónimos recopilados por Emilia Prieto, Flora Elizondo, José Daniel Zúñiga y Luis Castillo.
Escenografía, diseño y realización de dispositivos escénicos: Carlos Schmidt
Composición, diseño sonoro y dirección musical: Carlos Escalante Macaya
Diseño de iluminación: Álvaro Piedra
Diseño de proyección, edición de material documental y mapeo de video: Gustavo Abarca
Coreografía: Néstor Morera R.
Diseño de vestuario y utilería: Dedé Coseani
Realización de utilería: Valentín Díaz Gutiérrez
Diseño de maquillaje y peinados: Priscilla Mc Guinness
Diseño y realización de caballo: Fedra Brenes Sánchez
Efectos especiales: David Friedlander
Entrenador vocal: Miguel Mejía Arce
Asistencia escenográfica y realización de dispositivos escénicos: Alejandro Méndez, Aram Madriz
Realización de plataforma metálica: José Alfredo Méndez
Sistema de proyección: Miguel Imbach
Modelados y animación: Jose Mario Quesada
Ilustraciones: Elizabeth Argüello
Teñidos y confección de vestuario: Lourdes Mora, Ariela Brenes
Asistente de maquillaje y peinado: Berlioth Téllez
Producción de campo: Jennifer Monge
Producción general: Sofía Rodríguez Montero para el programa “Érase una vez…”
Asistencia de dirección: Carlos Miranda
Espacio: Teatro Nacional
Fecha: 15 de septiembre de 2018