En puntas se pueden dibujar muchas emociones. Las piernas alargadas, las miradas prolongadas… El mundo es infinito desde la expresión de la danza y bien que lo sabe el Ballet de Praga, la compañía checa que durante 135 años ha sabido mantener un nombre pulido en oro.
En Costa Rica volvieron a presentarse este miércoles 24 de octubre en el Teatro Nacional –anteriormente ofrecieron funciones en dos ocasiones–. Con una propuesta arriesgada y como parte de su nueva configuración al mando del director Filip Barenkiewics, el Ballet supo dar de todo y hacerlo muy bien.
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La hora de bailar
Lo primero que llama la atención al mirar el programa que preparó la compañía para Costa Rica –cabe destacar la gran influencia que tuvo su presencia en el Festival Internacional de Ballet de Cuba– es la apuesta por mezclar coreografías contemporáneas con piezas dancísticas del repertorio más clásico.
Como era de esperarse, la compañía trajo un espectáculo de variedades que abrazó a distintas décadas de la danza.
Podría ser de alto contraste mirar, para comenzar la función, extractos de La bella durmiente, coreografía con música de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Nikola Marová y Giovanni Rotolo fueron los primeros en salir a escena para mostrar, en círculos y poderosos movimientos a lo largo del escenario, la emotividad única de la obra de 1890.
Acto seguido, apareció Just Solo, coreografía contemporánea con música de Seal, cantante de pop y soul. Al apagarse las luces y escuchar un género muy distante del de La bella durmiente, algunas voces entre el público provocaron un rumor ante el asombro de toparse con una danza contemporánea.
Pareció que no hubo problema en aceptar esta circunstancia pues los aplausos se fortalecieron para Mathias Deneux quien, en medio de claroscuros, retrataba el martirio interior de un hombre incomprendido.
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Con el repertorio intercalado entre piezas clásicas y contemporáneas, el público apreció el espectáculo. A pesar de sentirse un poco tímido, pues por momentos aparecían aplausos solitarios entre la multitud, el Teatro Nacional reaccionó en los momentos justos para darle viveza a la gala.
Del repertorio clásico, Llamas en París, El Corsario y Don Quijote (esta última dio cierre a la noche) fueron las piezas que más aplausos arrancaron.
De las coreografías contemporáneas, Firebreather fue la última en presentarse, pero, sin dudas, Youn Sik Kim dio una de las presentaciones favoritas de la noche con un escenario atenuado por tres luces en las que el bailarín se arrastraba.
Los doce bailarines seleccionados para la presentación en Costa Rica dejaron un gran sabor en los asistentes a la función. Al finalizar la gala, se escuchaban por oleadas las buenas sensaciones que dejaron.
El Ballet de Praga tendrá una función más en Costa Rica este jueves. La gala también será a las 8 p. m. en el Teatro Nacional y las entradas se pueden adquirir en eticket, puntos Servimás y la boleteria del teatro. Las entradas van desde los ¢21.000 a los ¢52.000