Lo que ha sucedido en el Ballet de Praga durante sus 135 años de existencia es, lógicamente, difícil de resumir en unas cuantas líneas.
Sería más sencillo emocionarse por su nueva llegada al país, que representa la exposición y continua consolidación de la compañía como el ballet más importante de República Checa –de paso es referente inmediato cuando se piensa en la danza en Europa–, algo que se ha agradecido en sus dos apariciones anteriores en nuestro país.
Mirar al Ballet de Praga representa mucho más que la impresión que provoca su limpieza técnica y emotividad asegurada. Tener al frente a una compañía centenaria evoca generaciones doradas paridas del momento en que Augustin Berger, un reputado coreógrafo del siglo XIX, venía de trabajar en los teatros de Dresde, Varsovia y el Metropolitan de Nueva York, e imaginó una compañía de bailarines con su propia escuela dentro del Teatro de Praga.
Desde 1883, el Ballet Nacional de Praga ha sabido mantener con fuerza su nombre. La paradoja de esta situación es la inherente obligación en mantener sus amplias ambiciones durante tantas décadas.
La continuidad de esa reputación se debe, en buena medida, a Petr Zuska, icónico director que tomó a la compañía en el presente siglo, pues al comienzo de la temporada 2002/2003, el coreógrafo asumió la dirección artística del ballet.
Durante 15 años en el cargo, configuró a la compañía no solo como uno de los grandes exhibidores de coreografías clásicas, sino también le dio un respiro mediante la inclusión de obras de ballet contemporáneas.
Comenzó a aparecer más en distintos festivales europeos y estableció una red de contactos que los esparció por todo el planeta (incluyendo las apariciones previas en nuestro país).
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Actualmente, el director artístico de la compañía es Filip Barankiewicz, coreógrafo polaco que proviene del también prestigioso Ballet de Stuttgart.
Barankiewicz lleva poco en su puesto pues su primera temporada ha sido la del 2017/2018.
Con la presión de los antecedentes de Zuska, el polaco optó por un repertorio bastante retador para su primer mandato.
Al comienzo de la temporada, eligió presentar el proyecto Timeless, una compilación de tres exigentes coreografías que abarcan Serenade, de George Balanchine (1934), la famosa adaptación que hizo Glen Tetley de Le sacre du printemps (1976) y Separate Knots, pieza escrita directamente para la compañía por el israelí Emanuel Got.
Posteriormente, para la segunda aparición del ballet bajo la dirección del polaco, presentaron la adaptación de La Fille mal gardée que realizó Sir Frederick Ashton´s, coreografía que tuvo su estreno en 1960 en la Royal Opera House de Londres, por la compañía local.
“La claridad de la composición coreográfica se vuelve ejemplar hasta cierto punto. La gradación del plan coreográfico, su complejidad, cambios de tempo y dinámica, dan un trabajo con el espacio exquisito, sin mencionar la perfecta armonía con la música. La coreografía representa un gran desafío para la compañía de ballet parcialmente renovada”, señaló el portal checo Actualidad de la danza en ese momento.
Este debut fue una declaración de intenciones por parte de Barankiewics, quien pretende continuar el proceso de Zuska, sin dejar de lado sus propias aspiraciones.
Sobre los ideales, pretensiones y consideraciones respecto al futuro del Ballet Nacional de Praga se refiere el propio director polaco en esta entrevista en exclusiva que mantuvo con Viva.
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–¿Cómo le resulta a la compañía balancear el repertorio clásico con lo contemporáneo?
–Tiene que ver con la estructura de la planificación. La compañía tiene 82 grandes bailarines y podemos realizar 130 presentaciones al año. La expansión del repertorio incluye 15 títulos diferentes para la temporada 2018/19, por ejemplo.
”Hoy en día, cuando hacemos una audición para contratar bailarines, estamos buscando intérpretes que sean versátiles. La expectativa incluye que los bailarines puedan tener una base clásica, pues es una responsabilidad para el ballet mantener los estándares más altos en este tipo de repertorio.
”Esto asegura la calidad del desempeño. Les pedimos durante la audición que asistan a la clase de asociación para que también se pulan en lo contemporáneo. La idea es que todos los miembros puedan ser buenos en cualquier estilo.
–¿Por qué cree que el ballet, sin importar si sea clásico o contemporáneo, logra cautivar en diferentes partes del mundo?
–Bailar como forma de arte traduce emociones humanas, sentimientos, y una energía que es difícil de describir con palabras. La belleza del cuerpo como arte visual toca a personas de todo el mundo.
–¿Cómo ha logrado la compañía mantener su reputación durante tantos años?
–Somos una compañía internacional de ballet, lo cual nos permite albergar a grandes bailarines de más allá de nuestras fronteras. El 50% de los bailarines vienen de todo el mundo. El gran interés por la educación clásica. que se puede notar de gran manera en Rusia, Estados Unidos y Francia, crea una progresión competitiva. Todos los artistas están cambiando constantemente de estilo a estilo.
–Como nuevo director, ¿cómo visualiza el futuro de la compañía?
–Mi objetivo es continuar el progreso del Ballet Nacional para que siga siendo una de las compañías de danza europea de más alto nivel a través del desarrollo de la organización y, especialmente, al expandir el repertorio y al mismo tiempo mantener un alto nivel de profesionalismo en todos los aspectos.
–¿Qué puede adelantar sobre el repertorio que presentarán en Costa Rica?
–Es un extracto muy interesante de nuestro repertorio habitual. Quienes vean las interpretaciones solistas de doce de nuestros bailarines... podrán atestiguar la versatilidad que poseen. En Costa Rica mostraremos el desarrollo de las tres direcciones que estamos tomando: lo puramente clásica, lo neoclásico y lo contemporáneo.
–La compañía ha visitado el país en años anteriores. ¿Cómo se toman esta nueva visita?
–Yo soy el director artístico desde hace una temporada y espero ser embajador de la etapa principal del Teatro Nacional de la República Checa. Esta es mi primera visita al país y, como la compañía ha comenzado a incorporar mi visión, nos complace mostrarnos en la audiencia internacional.
Sobre las entradas
El Ballet de Pragase presenta el 24 y 25 de octubre a las 8 p. m en el Teatro Nacional. Las entradas van desde los ¢21.000 a los ¢52.000. Los tiquetes se pueden conseguir en puntos de venta Servimás, en el sitio web eticket.cr y al número 2295 9400.