John Connolly no creyó jamás que su escritura lo llevaría más allá de las fronteras de su natal irlanda.
El autor irlandés, que recién presentó su última novela Tiempos oscuros en Costa Rica, es un hombre que se ha atrevido a combinar dos géneros en un mismo paquete: el género detectivesco con los mitos sobrenaturales.
Desde su libro debut, Todo lo que muere, Connolly ha ganado gran popularidad, sobre todo en países de habla hispana. Para su visita a Costa Rica, prefirió realizar la entrevista en español para practicar sus conocimientos en la lengua que apenas comenzó a aprender hace cuatro meses.
Con el propósito de vacacionar en el país y aprovechar la naturaleza costarricense para inspirarse en su próximo libro, el connotado autor de la serie del detective Charlie Parker ahondó sobre los conflictos internos que lo llevaron a escribir, y cómo su retrato de la violencia humana parte de una reflexión optimista.
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–En el 2019 se cumplen veinte años de Todo lo que muere, su primer libro, ¿cómo se siente a esta altura de su carrera?
–Es una gran sorpresa estar aquí porque cuando publiqué mis primeros libros no tenía una expectativa de hacer una carrera. Soy periodista de profesión y tenía la expectativa de ser periodista para siempre, porque el oficio me ofrecía una oportunidad de ganarme una vida con la escritura. En mi adolescencia, no escribí ficción. Solo escribía no ficción, solo artículos para The Irish Times. Después de tres años estaba muy frustrado porque había mejores periodistas que yo. Sentía que eran personas destinadas a ser periodistas y, tal vez, yo no calzaba ahí. Yo prefería artículos largos, pero era muy difícil hacer ese tipo de periodismo en ese periódico así que comencé a escribir mi primera novela, pero no tenía ninguna expectativa de publicación. Simplemente era una manera de escape del periódico, de mi frustración.
"Cinco años después, recibí una oferta de dos editoriales, una de Estados Unidos y otra de Inglaterra. Fue una gran sorpresa. Todavía sigue siendo una sorpresa para mí tener una carrera en la escritura. Yo me debo a mis lectores porque mis libros no son típicos al combinar lo sobrenatural con las convenciones de la novela detectivesca y aún así me reciben con mucho afecto.
–Al no tener la expectativa de ser escritor, ¿cuándo supo que Todo lo que muere estaba finalizada?
–Cuando recibo la oferta editorial, mi primera reacción fue pedir seis meses más para depurar la novela. Crear un libro propio atemoriza. No tenía expectativa, como te digo, pero pedir más tiempo no es posible. Los editores no tenían el tiempo para esperar para una nueva versión del libro, así que se necesita aprender a vivir con un primer libro que puede tener errores. Lo bueno es que veinte años después se puede cambiar y mejorar. Es un proceso constante.
–¿Qué ha descubierto en ese proceso?
–Que para ser escritor se necesita descubrir a los personajes. No es posible describir a los personajes en un solo libro. Se necesita tiempo. Además, yo no planeo mis libros. Para mí, el proceso de escritura es muy similar al de un lector. Voy descubriendo el libro por sus partes, por sus personajes… Solo sé cómo empiezan los libros, pero no cómo acaban. Parte del proceso de escribir es ver el libro desarrollarse. Cuando empecé el primer libro no tenía grandes planes para veinte años. Había editores que no les gustaba mi estilo, porque son libros extraños para algunos. En el caso de Charlie Parker, tenemos la característica que es un hombre violento, pero bueno. Si él no interviene en situaciones malas se convierte en cómplice. El escritor irlandés Edmund Burke decía que lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada. Parker se rehúsa a hacer nada. Es entonces cuando yo necesito aprender y descubrir la esencia de los personajes para hacer actuar a Parker. Ese proceso me produce mucho placer.
–Justamente, sus personajes no son puramente buenos ni malos. ¿Usted cree en el bien y el mal?
–La gente no es mala. La gente puede hacer actos malvados, pero estos actos no lo definen. La gente es emocional y se puede hacer daño de manera colateral por celos, enfados o hasta enamoramiento. Las acciones humanas pueden ser terribles, así que es posible para un humano ordinario hacer acciones más allá de lo creíble y en mis libros se nota la posibilidad de esta circunstancia. La gente tiene una fuente de instintos más primitiva que se puede detonar. Es posible ponerle el nombre a esta fuente y decir que es maldad o el diablo. De esta manera, las novelas de Parker se enfrentan a la posibilidad de lo sobrenatural. También es bueno recordar que soy católico. Soy un católico muy malo (risas), pero católico. Mi crianza fue católica. También soy irlandés, así que nos sentimos cómodos con la combinación del racionalismo con el antiracionalismo. En el siglo XIX, nuestro género principal de ficción fue la novela gótica. Los escritores irlandeses dieron Drácula, El retrato de Doriam Grey y muchas novelas góticas famosas. Esta fascinación con lo sobrenatural, esa maldad, junto con los mitos y los cuentos de fantasmas se une a mis libros y creo que ha funcionado.
–¿Cómo encontró ese estilo?
–Cuando estaba más joven, al principio de mi carrera, quería escapar a las convenciones de los escritores irlandeses, a la necesidad de escribir sobre depresión, catolicismo, ingleses, la situación política en Irlanda del Norte… El género de la novela detectivesca, particularmente desarrollada en Estados Unidos, me dio esta posibilidad de escape, pero los Estados Unidos no necesitan un escritor irlandés que escriba imitaciones de sus novelas policíacas. Ahora entiendo que mi naturaleza irlandesa y mi fascinación con los mitos hacen a mis novelas un poco diferentes que las novelas típicas del género. En el pasado, quería escapar, pero ahora entiendo que es muy importante para mí no olvidar mi naturaleza irlandesa.
–Como católico, ¿nunca tuvo miedo de tocas estos temas que algunos consideran satánicos?
No (risas). Es muy difícil para mí vender un libro en Alemania, por ejemplo, porque los alemanes no quieren leer esta combinación en un libro. Se puede escribir una novela detectivesca o un cuento de fantasmas, pero no es permitido escribir una combinación para algunos. Para Latinoamérica, España y Francia los lectores están muy abiertos a esta posibilidad. Por eso tengo una conexión más profunda con los países latinos. No es un problema para mí visitar a los latinos porque tenemos muchas cosas en común, tenemos una tolerancia para esta combinación.
–Retomando lo que decía del placer. ¿Qué tanto de placer y qué tanto de sufrimiento le produce enfrentarse a tales circunstancias?
–Es difícil. Pondré un ejemplo. Tengo cincuenta años ahora. Necesito ir al gimnasio porque no quiero estar gordo (risas), pero prefiero estar terminando mi rutina del gimnasio que estar comenzando la rutina. Escribir es algo parecido a eso. En muchos días, uno apenas puede escribir. Otros días es muy fácil y se sueltan mil palabras, al igual que puede suceder en el gimnasio. El problema es que la mayoría de los días piensas que lo que escribiste es basura, que lo quieres botar. Es un punto en que te cuestionas todo, porque probablemente no hay una fuente infinita de ideas y te preocupa que el libro que escribes ya llegó a su techo, después de creer que iba a ser el mejor libro de tu carrera. Es un compromiso muy grande. que requiere mucha energía.
“Lo que he aprendido con los años es que esta duda es parte del proceso. Pienso que cada libro que he publicado me ha dado ganas de botarlo en algún momento, porque empiezas el proceso de escritura con entusiasmo pero a veces eso no basta. Cuando la duda entra, escuchas voces en la cabeza que dice que no fue buena idea hacerlo, pero sale una nueva idea brillante que te dice que hay que seguir. La duda es necesaria para convertirse en escritor, sino no podría estar aquí y considerarme una persona satisfecha, feliz”.