Kyle Boza lleva un saco gris en su hombro, encima de la mochila de Guardianes de la Galaxia que carga con orgullo.
Apenas va saliendo de Teatro Universitario, una de las tantas casas temporales que este dramaturgo de 35 años tiene por la capital.
En esta oportunidad, Boza viene de interpretar una escena para un estudiante de artes dramáticas. “Yo salí hace mucho de estas cosas, pero siempre es divertido ayudar a los que están estudiando porque uno hace cosas muy diferentes a las que está acostumbrado”, dice el también director escénico tras sentarse en una mesa de Soda La U, restaurante que ha sido su propio epicentro de anécdotas.
Boza habla de su participación en esta escena que acaba de recrear como si su vida hubiese estado definida por una línea nítida, tanto de trabajo como de camino recorrido. Su hoja de vida señala todo lo contrario.
“Nunca he tenido nada claro”, se sincera unos minutos más tarde en la misma mesa de comida. “Como que siempre ha sido el caos lo que me ha llevado a hacer las cosas, a pensar y trabajar. Siempre está presente; es una locura”.
El caos, al igual que en su vida, será una constante reiteración en la conversación con este prominente dramaturgo, que este año ha conseguido ganar, por segunda vez consecutiva, el Concurso Nacional de Dramaturgia (el año pasado con Del polvo soy y este con Amantes). También, Boza fue seleccionado por la Compañía Nacional de Danza para el montaje de Silencio de trenes, aclamado libreto que recién finalizó funciones en el Teatro de la Aduana.
Sus textos han sido tremendamente alabados y lo han ubicado como un referente de una nueva generación de teatro costarricense. Boza, por su parte, va un día a la vez en su proceso creativo.
Llegar al punto
Cuando se trata de recordar su ligamen con el teatro –tan inexorable visto desde su mirada actual– lo único que aparece entre los cajones de su cabeza son las procesiones religiosas que hacía su familia durante la infancia.
“Yo tan siquiera tenía alguien en mi familia metido en esto (el teatro). Lo más cercano era la intensidad con que se vivían las fiestas de Semana Santa que a mí me llamaban la atención, pero hasta ahí”.
Ya en su adolescencia, su familia comenzó a llevarlo a las tablas de teatros “populares”, término que él mismo Boza utiliza sin mucho gusto. Las comedias de enredos fueron su primer acercamiento al mundo escénico que lo pellizcaba con fuerza de vez en cuando.
Aún así, el gancho del teatro no fue tan sólido como para amarrarlo una vez que terminara sus estudios colegiales en Cartago, su ciudad de crianza. Las computadoras y la programación fueron su elección universitaria inmediata, sin nada de éxito.
“Yo rápidamente me di cuenta de que la informática no era para mí”, dice entre risas, “pero decidí darle tiempo y pasé más de un año esperando un milagro que me amarrara. Por supuesto que no pasó y más bien las electivas me llevaron a teatro y me convencieron de pasarme”.
Una vez que cómodamente se instaló en la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica, el momento de experimentar comenzaría. Muy temprano en sus cursos, llevó un taller de escritura de guión que dio nacimiento a su primera gran creación: Informartes, una especie de noticiero radial –que intencionadamente se transmitía los jueves– y jugaba con los arquetipos de periodistas a través de la sátira. “Durante más de seis años estuvimos creando este programa en el que había un tema diferente que se prolongaba por 25 minutos, había que hacer especiales, secciones fijas, guiones con temáticas... Fue mi escuela. Aunque quisiera pensar que toda mi vida he escrito libremente, debo ser honesto y decir que me he tenido que adaptar a ciertas reglas que, por dicha, no han quitado un sentido de pertenencia hacia lo que hago, lo que escribo”.
Con las ideas en calor, poco a poco Boza se sumergió profundamente en sus ideas. Tras otro taller literario en el Teatro Giratablas, Boza pasó 16 semanas escribiendo, “militarmente” y en conjunto con otros dramaturgos, Emergencias 2, libro publicado por la editorial Perro Azul.
En esa antología se encontraba El largo adiós, texto que Boza considera su libreto debut. La historia de la obra es la de un romance entre un mexicano y una costarricense durante, justamente, 16 semanas. “Es este viaje lleno de drama, tipo novela, toda romántica, y al que le tengo mucho cariño”, precisa Boza, quien se inspiró en la conocida trilogía Before del cineasta Richard Linklater, en la que se mira el desarrollo de un romance durante distintos lapsos.
Ya a sus 28 años, Boza empezaría a dar más vistazos sobre su potencial, en especial con el nacimiento de la Trilogía país, un montaje interactivo creado en Teatro Universitario que parodiaba la realidad costarricense a través de cuentos clásicos. Tres obras daban pie a esta trilogía: Alicia en el País de los Costarrisibles, En el País de US y En el País de Nunca Jamás, que fueron montados como un recorrido en el que distintas escenas de la obra se interpretaban simultáneamente para un público que iba y venía en el teatro.
Con la confianza ganada, Boza pensó que era hora de participar en el Concurso Nacional de Dramaturgia Inédita. En el 2014 lo intentó por primera vez sin éxito, y en el 2017 volvió a probar suerte con resultados diferentes: fue ganador con la obra Del polvo soy, tragedia que explora el tema de la guerra y los refugiados.
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“Volví un poco a ese modo de escribir pensando en ciertas reglas: era para tal cantidad de personajes para hacer posible su montaje, tenía que durar tantos minutos, tenía que tener tal y tal aspecto de montaje... Nuevamente me sometía a ciertas reglas, pero eso no impidió que pudiera escribir lo que quería. Es algo que posiblemente resulta poco comprensible para muchos creadores, para algunos artistas, pero a mí me ha funcionado”, confiesa el dramaturgo.
Este año, más reconocimientos volverían: su impactante obra Silencio de trenes fue elegida por la Compañía Nacional de Danza mientras que la pieza Amantes lo hizo repetir como ganador del Concurso Nacional de Dramaturgia Inédita.
Con este último libreto, Boza ni pensó en concursar; simplemente terminó de escribir la pieza una semana antes del cierre de la convocatoria. Tras meditar un par de veces decidió mandar la obra convencido del tono social de la obra, que cuenta la traición de un adulto mayor con su esposa.
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“Con estos concursos en lo que pienso es, primero en que me sienta con una relación íntima del tema; y segundo con que yo le devuelva a la sociedad algo, porque son producciones del Estado y ese dinero es para que la gente pueda sensibilizarse, pueda pensar en el entorno, en lo malo y en lo bueno. No quiero pasar por alto eso”, sentencia.
El año pasado, Boza también publicó El mismo adiós, secuela directa de su ópera prima El largo adiós. “Había que esperar bastante para la continuación y, al igual que Linklater, quiero desarrollar la historia de esa pareja con los años. Espero publicar en ocho años la tercera”, adelanta el dramaturgo.
Eso sí: el final de la posible trilogía aún no aparece ni en atisbos en su mente, casualidad que el dramaturgo agradece. Para él, esa ha sido la dinámica que lo ha hecho encontrar su autoría, sea en la comedia o en el drama humana.
“No estoy pensando en eso ni en nada más", dice Boza, ansioso por la entrada de sus vacaciones en el año más movido de su carrera. "Ya veremos qué pasa y si serán más de tres historias para esa pareja de la novela. El caos se encargará de definirlo”.