Pensar en Carlos Luis Fallas, 77 años después de su ópera prima, provoca un entusiasmo compartido en la dramaturga Denise Duncan y el director de teatro Mariano González, pero más allá de rendir un homenaje a una de las leyendas más significativas de la literatura costarricense, ambos artistas confiesan que el desesperado grito de poblaciones marginadas les rompe el corazón.
Tanto Duncan como González son dos de los principales artífices de la adaptación teatral de Mamita Yunai, libro medular en la narrativa del país que ha envejecido con creces y cuyo significado será interpretado por un destacado elenco costarricense en la nueva producción del Teatro Espressivo.
A partir del 10 de agosto se podrá apreciar este montaje que, desde su anuncio a comienzos del año, ha generado gran expectativa.
Para esta puesta en escena, la historia no es tan diferente a la historia original: José Francisco Sibaja –conocido como Sibajita– repasa el desgarro humano que se vivió a comienzos del siglo pasado, cuando el litoral atlántico fue tierra de cadenas invisibles que postraron a comunidades marginadas en un charco de desgracias, a raíz de las condiciones laborales que sufrieron los obreros de la compañía United Fruit Company.
Con la emotividad y dolor que transmitió Carlos Luis Fallas hace tantos años, Duncan y González recrean el dolor humano con los rebotes sociales que el texto tiene en el presente, de la mano de Antonio Rojas y Carlos Alvarado en los roles protagónicos y con la excepcional música de Manuel Monestel.
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Más allá de Limón
Mamita Yunai fue todo un reto para la costarricense Denise Duncan. La adaptación de esta crítica novela fue algo muy especial para la escritora que reside en Barcelona, España.
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A diferencia de lo que se podría pensar cuando se habla de clásicos, Mamita Yunai no es una obra con frases rimbombantes ni pretensiones particulares, sino que, tal cual señala Duncan, es un texto parido ante la necesidad de reclamar lo que era evidente para un pequeño grupo de personas.
“Es impresionante toparse con una obra que contrapone las cifras para dedicarse a lo humano. Es muy sencillo hablar de índices de pobreza o índices de desarrollo, pero no necesariamente eso va a demostrar las condiciones en que vive un ser humano. Narrar una historia como esta, donde son tantas personas perjudicadas que deben apoyarse entre sí, es un recordatorio prácticamente universal sobre nuestra actitud”, indica Duncan, quien se encargó de adaptar la obra para esta producción.
Carlos Luis Fallas, quien también es recordado como Calufa, no fue un escritor que escribió desde la comodidad. Para Mariano González, director del montaje, es importante recordar que el autor fue un obrero que tuvo que ganarse la vida como fuese y que, justamente esa vivencia, lo llevó a convertirse en un gran escritor.
“Calufa no se consideraba un intelectual pero sí que era un hombre leído. Es difícil suponer lo que pasaba por su mente, pero para este montaje queremos transmitir la sencillez y profundidad de su pluma, que también funciona como una gran oportunidad para fomentar el acercamiento a la obra nacional. Es importante que el espectador conozca la historia del país y Denise hizo un gran trabajo para que la gente se interese y comprenda bien la necesidad de esta historia”, apunta el director González.
Para la adaptación, Duncan mantuvo los contenidos principales del libro pero ajustó la forma de contar el relato según las vivencias de los protagonistas. En el montaje, el protagonista Sibajita (interpretado por Antonio Rojas) se encuentra con Herminio (encarnado por Carlos Alvarado) muchos años después de su experiencia como trabajadores de la United Fruit Company.
Conforme avance la conversación, es evidente que las cicatrices de una experiencia traumática están presentes y, al repasar el destino de cada uno de sus compañeros, la atmósfera sentimental y nostálgica se convierte en una abolición de esperanzas. Ambos, Herminio y Sibajita, han sobrevivido a su experiencia, pero el sentimiento de victoria no existe ante las desgracias que pasaron sus compañeros.
“Ante condiciones tan deplorables se rescata mucho el compañerismo que vivía el grupo. Si había un pescado, ese pescado era para todos. Había un gran sentido de empatía ante la falta de mirada por parte de las autoridades. Eso aún sucede, eso hay que reclamarlo. Hay gente que todavía la pasa así de mal”, asegura Duncan.
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El relato tan íntimo y emocional en buena parte se debe a la experiencia del propio Calufa en tierras limonenses. En una entrevista inédita publicada por el Semanario Universidad en el 2011, el propio autor, fallecido en 1966, recordaba lo sucedido en ese contexto.
“... Luego me fui para la zona bananera, me fui a Limón, esa es una parte que falta en Marcos Ramírez; trabajé en la aduana, de cargador; yo tenía muy poco cuerpo, me costaba conseguir trabajo; pasaba muchas hambres, verdaderas hambres”, rememoraba el escritor.
“Al fin de cuentas, en Mamita Yunai uno está viendo todo desde los ojos de una persona adolorida. Hay humor, usado muy inteligentemente, pero debajo de todo está ese sentimiento de reclamo tan fuerte del que aún podemos hablar tanto”, afirma González.
Sin etiquetas
A diferencia de lo que se podría creer, Mamita Yunai no fue un clásico inmediato ni mucho menos.
Tras su lanzamiento en 1941, la obra pasó desapercibida.
“Es bueno recordar que Calufa no escribió la obra recién pasado todo”, señala Duncan. “Había que digerirlo con el tiempo, era una historia que estaba muy fresca y, en la de menos, la gente estaba con intenciones de desentenderse del tema. Conforme han avanzado los años nos enteramos de la relevancia que se encontraba en esas letras”.
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La obra –que de paso fue una de las primeras en hablar de las condiciones que sufría la población negra, nicaragüense e indígena– tuvo que esperar algunos años para ser validada.
De hecho se considera que su divulgación ocurrió hasta que el poeta chileno Pablo Neruda, Nobel de Literatura, dedicó una parte del poema Canto general a Calero, uno de los personajes del libro de Calufa.
“El soplo poderoso del gran poeta echó a correr por el mundo (a la novela)”, decía el mismo Calufa pues, hasta 1949, Mamita Yunai fue reeditada por Nascimento, una editorial chilena.
“La historia misma de cómo la novela se convirtió en un clásico habla por sí sola. Se podía hablar de comunismo por la militancia de Calufa en ese movimiento, pero más allá de eso, se hablaba de temas incómodos como el fraude y la explotación laboral. Poco a poco, se dieron cuenta que en Mamita Yunai no solo había una obra bien escrita sino esencial”, dice González.
“Y aún así, siento que el libro, más que por lo político, se siente tan importante por el rasgo humano. Para mí fue muy importante mantener esa esencia. Recordar nuestra humanidad puede emocionarnos pero también preocuparnos. Queda ese sentimiento de incomodidad”, agrega Duncan.
Detalles del espectáculo
Esta adaptación de Mamita Yunai se presentará en el Teatro Espressivo del 10 de agosto al 30 de setiembre, todos los fines de semana. Los viernes y sábados, las funciones serán a las 8 p. m., y los domingos a las 6 p. m.
Los precios de las entradas generales cuestan ¢12.000 y los boletos vip valen ¢17.000.
Las entradas se pueden adquirir en boleteria.espressivo.cr, en la boletería del teatro o llamando al 2267-1818.
El elenco se completa con Ulises Dixon, Agustín Acevedo, Thelma Darkings, Sergio Masís, Douglas Cubero, Kendall Wilson, Pablo Morales, Marcelo Johnson, José Manuel Elizondo, Doris Campbell y Sharifa Crawford.
El Teatro Espressivo se ubica en el Centro Comercial Momemtum Pinares.