Antes que existiera Dragon Ball, Naruto, La Princesa Mononoke, Neon Genesis Evangelion y Ghost in The Shell hubo una explosión que comenzó todo. Era julio de 1988, las salas de cine en Japón anunciaban que la ciudad de Neo Tokio estaba a punto de E.X.P.L.O.T.A.R. Sí, el mundo se iba a terminar en su próximo estreno: Akira.
La obra de Katsuhiro Otomo originó una avalancha del género del animé en Occidente.
Akira derribó cualquier convención con la fuerza de una onda nuclear y dejó en evidencia que la animación japonesa era un medio que podía transmitir historias complejas y retratar a personajes memorables.
La historia de Neo Tokio es el pináculo de la edad dorada del animé en Japón con obras emblemáticas como Fist of The North Star y Legend of The Galactic Heroes, entre otros. El crecimiento de esta industria de la animación fue de la mano con la prosperidad que el país oriental tuvo en esa década.
El presupuesto para realizar la película fue elevado, de tal forma que se convertiría en la obra más cara realizada en Japón hasta entonces: mil millones de yenes (lo que supondría casi $10 millones). Los asiáticos no tenían nada que envidiarle a las mega producciones animadas de Disney de ese entonces.
Este auge permitió que el estudio Tokyo Movie Shinsha contara con un ejércitos de dibujantes al mando por el genio de Otomo.
Hay que detenerse en la figura del director, Otomo le dedicó toda su vida a la animación, su primer título, The Gun Report, sería publicado cuando él tenía apenas 19 años. Al cine también se acercó desde temprana edad. Ambos universos artísticos le ayudarían más tarde a confeccionar su obra maestra.
Se podría decir que Otomo se preparó años para que la animación de su opus magnus fluyera como agua y lograra que sus personajes, que se desenvuelven en la ciudad de Neo Tokio, se sintieran tan vivos como caóticos.
La estética cyberpunk, la calidad de la animación y su trasfondo filosófico son los elementos que hacen de Akira la obra que terminó por revolucionar el género.
La historia.
La película Akira es la adaptación de un manga, el cual tuvo cinco tomos que al final suman más de 2.000 páginas. Eso sí, el largometraje muestra los hechos ocurridos en los primeros dos volúmenes y en el último, en parte. Mientras que la película fue todo un éxito desde su estreno en 1989, el manga siguió su propio camino hasta 1990.
Los japoneses tienen una manera particular de relatar historias de personajes que se sobreponen a un cataclismo causado por la tecnología militar. Así comienza Neon Genesis Evangelion, la película Pies descalzos (Hadashi no Gen) y, por supuesto, Akira.
Durante los primeros compases se muestra una explosión que erradica la ciudad de Tokio en 1988 y, 30 años después, de los escombros resurge una ciudad bautizada como Neo Tokio, la cual vive las secuelas de la destrucción masiva.
Neo Tokio es una ciudad orgánica que respira caos. Hay crimen organizado, protestas constantes, drogadicción, corrupción y brutalidad militar con los civiles.
La audiencia ve cómo se desenvuelve la historia a través de los ojos de Kaneda y Tetsuo, dos jóvenes que pertenecen a una pandilla de motociclistas.
Por medio de estos dos hombres, Otomo presenta una sociedad violenta que vive bajo el miedo de otro cataclismo nuclear.
Sin embargo a pesar de tanto caos y destrucción los personajes no dejan de apuntar a un Norte y tampoco pierden la esperanza de seguir luchando para encontrar el lugar al que pertenecen.
Akira marcó un hito no solo en la historia de la animación japonesa sino en la evolución de sétimo arte. Aún hoy su infuencia es palpable en producciones como Stranger Things, Matrix e Inception. Una película que vale la pena volver a retomar 30 años después de su estreno.
Han pasado 30 años desde que las salas de cine estrenaron Akira, la obra que le abrió las puertas de Occidente a la animación japonesa. Por su calidad en los trazos y personajes entrañables, el cuento de Neo Tokio se mantiene vigente.