“Hacer llorar es un jamón, pero hacer reír es muy difícil”, reflexiona Carlos Ramos, mejor conocido entre Peñas Blancas y Paso Canoas como El Porcionzón.
Para algunos humoristas costarricenses la comedia vive un período delicado. Hay que tener cautela y pensarlo dos veces antes de contar un chiste en la época de las redes sociales, cuando cualquier frase puede ser sacada de contexto (y será sacada de contexto).
Otros comediantes aseguran que la sociedad ha cambiado, grupos minoritarios ahora tienen más voz, y eso obliga a replantearse a una profesión que por décadas vivió de la mofa fácil hacia los inmigrantes, los homosexuales o los discapacitados.
Para el humorista el trabajo es gratificante (no hay nada más lindo que hacer reír a la gente, coinciden), mas la labor no es sencilla, especialmente porque hoy también debe competir con los videos de YouTube y los memes de Whatsapp.
“Llegar es muy fácil... lo difícil es mantenerse”, admite Norval Calvo, creador del programa radiofónico Pelando el Ojo, el cual lleva más de 17 años al aire.
Quizá sus métodos sean distintos para lograr una risa, pero si algo tienen en común estos personajes es que para ellos la comedia es sagrada. Sus chistes, imitaciones y ocurrencias llevan horas, días e incluso meses de trabajo y preparación.
Revista Dominical conversó con 15 comediantes del medio costarricense, de distintos estilos y edades. Ellos hablan de sus inicios, sus caídas y como se las ingenian para que su chispa no se apague.
¿Hay que tener cuidado para hacer comedia en el 2018?
Norval Calvo: Considero que ahora, a diferencia de hace 30 años, hay que tener más cuidado con las rutinas , chistes y personajes. Hay que tratar de no ofender o burlarse de grupos que puedan sentirse ridiculizados.
Hernán Jiménez: No, no creo que haya que tener más cuidado. Lo que hay que tener — hoy y siempre — es sentido común y un oído agudo para saber interpretar el momento cultural, político y social en el que se vive. Obviamente hay chistes de hace 10 años que hoy se sentirán añejos o inapropiados. Pero no por ello son malos chistes, sino que responden a una coyuntura particular. Y como comediante, es importante saber escuchar y adaptarse, y sobre todo como persona, hay que saber crecer, madurar, y luego dejar que el trabajo lo refleje. La principal diferencia es que las redes sociales amplifican las cosas y todo pareciera ser más “controversial”, pero hasta ahí.
Waleska Oporta: Totalmente. Para la comedia estamos en tiempos en los que la sensibilidad esta al máximo y la tolerancia al mínimo. Agradezco no ser mediática como otros comediantes porque yo he dicho cosas peores pero como nadie me conoce entonces no salgo en las noticias y como no tengo patrocinadores nadie me quita el apoyo. Tener una opinión que vaya en contra de lo que es trending topic hoy, puede ser fatal.
Gustavo Gamboa: Sí, yo creo que sí. La sociedad está muy sensible. A veces queremos ser más papistas que el Papa. Te voy a poner un ejemplo, yo conozco a ciegos, que hacen chistes de ser ciegos, entonces a mí me parece muy irónico que la gente se enoje por eso. Contar chistes sobre una minoría es hasta cierto punto una manera de integrarlos. Creo que sí hay que tener cuidado pero no debería ser una limitante para un comediante.
Daniel Moreno: Sí, eso ha llegado a extremos ridículos. Todos estamos de acuerdo que hay temas que son muy serios pero el humor no está para educar a nadie. El humor está para hacer reír; cada cosa en su lugar. Parte de las cosas que hacen risa a veces es tocar un tema delicado y decir cosas inapropiadas; uno no puede esperar que un comediante saque una rutina tan políticamente correcta como el discurso del presidente.
Kurt Dyer: Ni siquiera hace 10 años sino hace tres años. Yo veo chistes que antes yo tiraba en Twitter y si los hago ahora estaría crucificado en todos los medios de comunicación. Lamentablemente ahora las cosas no se toman como chistes, además hay gente que quiere ser justiciero social y quieren quedar como héroes por sacar un chiste de contexto. No es un buen momento para la comedia, lamentablemente.
Carlos Ramos El Porcionzón: Al contrario, más bien el público ahora es más digerible. Esos tiempos ya pasaron, de hecho el humor de acá en Costa Rica es muy conservador; si uno ve un programa mexicano o un programa argentino, ahí ellos tienen un humor tan picante y lleno de sexo, y a pesar de todo eso tiene éxito. De hecho ahora es más difícil hacer reír, antes con cualquier cosa el público se reía, ahora se ha vuelto más exigente. En los tiempos de antes cuando nos caía la censura yo decía que es mejor ver a un niño reírse que no convulsionado por la película Pesadilla en al calle Elm o dibujos animados bélicos.
Pablo Montoya: Depende de las personas a quienes quiera hacer reír o las consecuencias que esté dispuesto a enfrentar. Eso aplica hoy como hace 10 años y aplica con comediantes, así como con cualquier persona. Pienso que se puede hacer comedia de cualquier cosa, pero también entiendo que hay personas que no ven nada gracioso en algunos temas.
Marcia Saborío: Siempre he creído que el humor es una responsabilidad muy grande. Lo he hecho desde que tengo conciencia, desde jovencita.
Yo me acuerdo que yo tenía un chiste sobre un primo que tenía la boca torcida, entonces todo el que venía a ayudarlo venía con la boca tordica. El final del chiste no es gracioso, pero ver el proceso era muy divertido. Entonces una señora en el público tenía un derrame y me habló un segundo antes de que siguiera el chiste. Por suerte lo pude cambiar a último minuto.
Mauricio Astorga: Sin duda hay que ser más cuidadoso con el humor de ahora con respecto a hace 10 años. Paradójicamente, a pesar de tantos avances como sociedad ahora hay más temas tabú. Nos hemos vuelto una sociedad hipersensible. Parece ser que como sociedad estamos menos dispuestos a reírnos de nosotros mismos.
Rodrigo Villalobos: Por supuesto. Como sociedad, somos cada vez más conscientes en muchos temas y eso obliga al comediante a revisar sus creencias, temáticas y enfoques.
Por otra parte, creo que también somos más receptivos a ciertos contenidos que antes eran tabú. Hay públicos muy maduros que logran lidiar con temas sensibles sin que eso lesione su compromiso con un tema.
Marvin Murillo: Ahora en el 2018 hay que cuidarse un poco más haciendo comedia, pero también que no nos convirtamos en esta burbuja del país políticamente correcto en el que los pedos huelen a flores.
Yo creo que tenemos una sociedad que se sensibilizado a partir de muchas cosas. Por ejemplo, hacer un chiste sobre una persona con síndrome de Down hace 30 años, era algo que podía ocurrir; ahora jamás.
Gustavo Peláez: Claro. Hoy en día te pueden sacar un chiste de contexto y crucificarte en redes sociales.
¿Qué piensa de los chistes que se burlan de las minorías?
Gustavo Gamboa: Yo creo que eso, por lo menos las nuevas generaciones, lo tenemos más interiorizado. O sea ya no hacemos el chiste xenofóbico. Yo por lo menos cuando resalto una situación que tenga que ver con alguna minoría lo que hago es explicar la situación. Si creo que no se vale hacer una rutina totalmente xenofóbica, creo que está mal. Eso sí, tampoco puedo juzgar a un comediante que lo hace. Creo que cualquier comediante es responsable de lo que hace.
Norval Calvo: No me parecen de ninguna forma los chistes que juegan con rutinas de minorías en especial con lo que tenga que ver xenofobia, homofobia y menos religión. Esos temas son para mí de sumo respeto y no los incluyo dentro de mis personajes para ridiculizar.
Hernán Jiménez: Es que los chistes como tal no son el problema. El problema es lo que vos pensás, tu visión de mundo, y cómo tus chistes lo reflejan. Si sos xenofóbico, homofóbico o antisemita, obviamente tus chistes lo van a reflejar, y ese es el meollo del asunto. Y es asqueroso. Y todos, no en broma sino en serio, deberíamos censurar esas voces.
Gente que habla de “tierrosas” para sacar una risa tiene cosas más importantes por evaluar que su mala comedia: su conciencia.
Daniel Moreno: El objetivo principal del chiste es hacer reír, uno puede decidir si toca temas controversiales o no. Nosotros en La Media Docena hemos decidido no tocar esos temas y hacer un humor para toda la familia y tratar de no ofender a nadie. Pero si vos como comediante decidís que tu rutina más bien va a basarse en insultar a todo mundo, pues es válido.
Yo considero que ningún chiste esté mal, la mayoría de los chistes tienen algo de cierto. Todos los estereotipos existen por algo, no es que alguien inventa un estereotipo... sino es cierto a nadie le va a dar risa. El problema es caer en la generalización porque no todos los nicas son iguales, no todos los españoles o negros son iguales.
Kurt Dyer: Para mí los chistes son chistes, si alguien quiere segmentarlo como correcto o incorrecto son otros 100 pesos. A veces los chistes se toman como una afirmación y no como enunciado con humor.
Carlos Ramos El Porcionzón: Con eso hay que cuidarse un poquito. Yo no soy homofóbico, ni racista, pero yo no voy a mentir y decir que no he contado chistes de nicaragüenses o de gais o de judíos. Lo que pasa es que trato de seleccionarlos, tiene que ser un gran gran chiste para que valga la pena. Digo yo, me la juego. Pero si el chiste es sin gracia y ofensivo, mejor lo descarto. Yo lo que trato es tener un repertorio más liviano y humorístico.
Pablo Montoya: Hay muchísimos chistes genuinamente ingeniosos sobre cualquier grupo social que pueda concebirse. Lo llamativo en estos casos es la reacción que genera la persona que lo dice y no el chiste.
El humor es básicamente un recurso que puede funcionar para agrupar o para herir. En ambos casos requiere ingenio.
Natalia Monge: Siento que es un riesgo terrible, es una falta de respeto, es una falta de creatividad, porque esos temas deberían estar más que superados. Eso ya pasó. Eso sí, todavía hay gente que se ríe de esas cosas, a veces la gente ni se da cuenta y hace un chascarrillo de esos temas. Yo lo censuro totalmente, poco a poco se tiene que ir modificando.
Raúl Cabrera: En muchos libros y textos de teoría de comedia se establece que la comedia suele tener una víctima. Históricamente, las víctimas han sido minorías o grupos que se consideran “al margen” de la sociedad convencional. Pero, a como los tiempos cambian, la comedia también; hoy en día es, además de ofensivo, innecesario recurrir a chistes sobre minorías; denota falta de técnica y de creatividad.
Rodrigo Villalobos: Creo que se puede hacer chistes de absolutamente todo. El asunto está en el enfoque. En mis rutinas son casi inexistentes los chistes hacia minorías que han sido victimizadas. Pero cuando los ha habido, busco que no estén basados en los enfoques cliché que más bien buscan mantener a la víctima en su situación. Trato, más bien, de ponerme de su lado.
Marvin Murillo: Esa es la visión del comediante, la que consiste en poder mofa o burla de esta sociedad en la que estamos metidos nosotros mismos. Creo que podemos seguir haciendo chiste sobre la población gay, existen, no hay que ponerlos debajo de un tapete. Las personas transexuales existen, no hay que eliminarlas.
Siento que antes de hacer un chiste con base en los estereotipos o prejuicios, el comediante debería conversar con alguien perteneciente a esa minoría para entender qué es lo que la hace reír, hacer una investigación para evitar caer en los lugares comunes.
Mauricio Astorga : No uso chistes discriminatorios. Me gusta crear personajes divertidos sin importar su origen. Prefiero no ser “tan gracioso” a ofender.
Pero es importante aclarar que no porque alguien haga un personaje de una nacionalidad, de un nivel social o de una preferencia sexual se está burlando. Todo está en la forma como se aborde. Si el personaje está hecho con respeto y rigurosidad es totalmente válido que un actor de comedia pueda interpretar cualquier rol que esté presente en su sociedad.
Waleska Oporta: Creo que no se trata tanto de quien es el “blanco” del chiste porque si nos ponemos a categorizar los temas por minorías entonces no podríamos hacer chistes de nada. Todo es una minoría si lo separas del resto. Creo que se trata en si de la calidad del chiste. Por ejemplo: si yo estoy diciendo algo solo con el fin de causar shock, sacar roncha, entonces no estoy cumpliendo el objetivo de un comediante que es fundamentalmente hacer reír, sino que solo estoy “cayendo mal” por deporte, creyéndome superior que mi audiencia.
¿Cuál ha sido su peor momento sobre el escenario?
Natalia Monge: Siempre que tengo un personaje nuevo es retador, es como volver a nacer. Uno puede llevar 30 años en esto, que un personaje nuevo siempre es echarse al agua. Uno sabe que se va a someter a críticas y estas no siempre van a ser constructivas.
Hernán Jiménez: Literalmente cientos. Ha habido momentos muy incómodos — sobretodo cuando hacía shows corporativos — en que simplemente presentaba mi rutina y no se escuchaba una sola risa. O peor aún, la gente comenzaba a hablar entre sí. Otros tienen que ver con mi propio estado mental. La presión sobre el escenario es muy grande, y hacer 40 o 50 shows consecutivos es muy desgastante.
Waleska Oporta, La Maravilla: Muchos. Una vez me caí en un show de Navidad para una empresa y me fracturé el radio de la mano izquierda. Me incapacitaron tres meses y al regresar a mi trabajo me despidieron. En un show privado de cumpleaños de una adulta mayor la homenajeada se emborracho y me insultó. En el último festival me comieron los nervios y todo iba genial hasta que uno de mis chistes no se entendió del todo. Nadie se río y no pude disimular que no esperaba eso.
Gustavo Gamboa:Hay momentos en los que la gente paga para ir a verlo a usted; sin embargo hay eventos donde a uno lo contratan y la gente no sabe que habrá comedia. Entonces ese escenario no es lo mejor. Una vez me tocó un escenario en la playa, cuando yo llegué ya la gente estaba tomada, no estaba sentada y estaba escuchando música, además, había poca luz. Entonces cuando yo me subí al escenario, la administración cortó la música y la gente se molestó. Alguien en el público gritó: ¡Bajate, gordo! Solo hice cinco minutos, y fueron los cinco minutos más largos de mi vida, sin duda alguna.
Daniel Moreno: Cuando yo empecé como stand up comedy quise hacer algo diferente al humor de la Media Docena, quería hacer algo más vulgar. Cuando estaba comenzado tenía si acaso media hora de material y me llamaron para una inauguración de un centro comercial. Era un espectáculo pequeño, de 20 minutos entonces apenas me alcanzaba el material que tenía. Cuando llegué a presentarme, en el público solo había señoras con chiquitos. Obvio: era un domingo a las 2 p. m. en un mall, un evento súper familiar.
Como todo mi repertorio era vulgar, tuve que cambiar todo el material; duré solo cinco minutos, tenía que cumplir el contrato, empecé a improvisar, sudé frío y al final me bajé en 10 minutos. El que me contrató no se dio cuenta y no pasó a más, pero yo sufrí más que nunca en la vida.
Kurt Dyer: Siempre que uno tira el chiste y no se ríe la gente. Es un golpe que lo hace a uno preguntarse si está en la carrera correcta.
Carlos Ramos, El Porcionzón: Yo he tenido mucha suerte porque el humor mío le gusta a la mayoría de la gente. Tuve un momento muy triste: yo tenía un hermano que era mi catador de chistes, iba a todas mis presentaciones y siempre me acompañaba. Desafortunadamente le dio un derrame cerebral un día lavando el carro, simplemente se desvaneció. Cuando estaba agonizando, yo tenía un compromiso, lo intenté cancelar pero la cliente me rogó tanto y no me quedó opción que seguir con el espectáculo. Cuando terminó el show, mi hermano falleció. Ese día me sentí triste; creo que fue uno de los peores momentos de mi vida pero, diay, uno sigue adelante.
Pablo Montoya: Un concierto de bandas de punk y ska en el que no le avisaron a la gente que iba a llegar un comediante. Interrumpieron el baile y la música para presentarme y lo hice pésimo porque era mi segunda presentación de toda la vida. La gente me prestó atención 30 segundos antes de empezar a abuchearme, que fue un poco peor comparado a cuando empezaron a ignorarme. Hice 20 minutos.
Marcia Saborío: Tuve el desagrado de que me llevó un empresario a la colonia tica en Estados Unidos. Sin embargo, él no tomó en cuenta mi tipo de humor, porque lo mío es muy teatral. Necesito un espacio donde la gente esté cerca de mí para que juegue conmigo. Me llevaron a un saloncillo donde estaban en un bailongo y cortaron el bailongo para tirarme a mí.
Fue como tirarme a los toros. Me tiraron a la cueva de los leones, por un lado fue muy bonito porque los ticos que habían me rodearon pero el resto empezó a tirarme monedas en medio del círculo de los ticos que me trataron de proteger. Para mí fue denigrante.
Mauricio Astorga: Uno de mis peores momentos sobre el escenario fue cuando en una obra de teatro quedé desnudo. En la escena uno de los personajes me daba una broma bajándome los pantalones y mi personaje quedaba en unos ridículos calzones de manta. Pues esa noche no me amarré bien los calzones y cuando mi compañero bajó el pantalón también se trajo hacia abajo los calzones. Fue acongojante, pero ahora me parece divertido
Rodrigo Villalobos: Fue en una fiesta empresarial de fin de año. Me tocó viajar dos horas hasta un lugar desolado y la fiesta consistía únicamente en comer y beber cerveza. Solo había hombres, los cuales ya estaban bastante alcoholizados.
El sonido era un cucarachero, el lugar designado como escenario tenía una baranda que me separaba del público (que además estaba algo lejos de mí). Nomás empezando sentí a alguien detrás de mí y era un tipo bastante alto, con dos cervezas en la mano, evidentemente ebrio y me pedía que me fuera porque él no quería que yo estuviera ahí. Yo volvía a ver a la persona que me contrató en busca de ayuda y nadie hacía nada más que disfrutar semejante espectáculo.
Logré bajar al muchacho con tono de voz amable pero prácticamente empujándolo con el brazo. El show no estaba funcionando porque no había respuesta del público. De pronto, volvió a subir el muchacho, esta vez con ademanes violentos para insistir en que me largara. Yo, harto, le hice una llave en el brazo y me lo llevé hasta la piscina y amenacé con lanzarlo si se volvía a subir una vez más. Es cierto que apenas me bajé obtuve una disculpa de parte de la organizadora y una anécdota para contar.
¿Se ha tenido que disculpar por un chiste?
Marcia Saborío: Sí, una vez tuve que disculparme. Fue una vez tuve que hacer Caras vemos sola y estaba el conflicto de Limón con el petróleo, que todo Limón estaba defendiendo a su pueblo. Nosotros quisimos apoyar a Limón y decir que el verdadero oro negro de Limón era su gente y su cultura, y sus tradiciones. Para ese programa llevamos a gente negra maravillosa, modelos guapísimas. Yo me maquillé de negra para hacer unos sketches, pero hubo una persona que se ensañó conmigo, era algo muy personal. En medio de sus comentarios me mandó a decir cosas inverosímiles. Tuve que hacer una disculpa pública, sabiendo que en ningún momento que el proyecto era ofender a nadie, sino defender nuestra cultura.
Pablo Montoya: Nunca, pero un par de veces me han escrito por redes sociales para expresar descontento por algún chiste en específico. Otra vez me esperaron al final de una presentación para decirme “eso no es de chiste”. Siempre han sido muy vehementes, pero en general muy respetuosos. Todas esas ocasiones, tienen que ver con los chistes de lo que fue tener una infancia cristiana.
Carlos Ramos El Porcionzón: No porque he tenido suerte. Una vez en una presentación de la empresa, el gerente era gay. Pero me avisaron, entonces me cuidé un poco; en mi repertorio tengo buenos chistes de eso pero me abstuve un poquito para no herir la susceptibilidad de esa persona. Me he cuidado mucho pero no le voy a decir que no he cometido mis errores, uno fue joven.
Yo me acuerdo, que una vez la familia Durman Esquivel me contrató para realizar un show en el hospital Cima para la matrona de la familia, a ella le encantaban mis chistes. Entonces fui y en la sala solo había una enfermera, un cura, una monjita y la señora. Ese día tuve que tener mucho cuidado, pero lo saqué con un humor muy moderado.
Kurt Dyer: Sí, hace años en Twitter. Yo siempre he apoyado a los homosexuales pero en el 2010 hice un chiste sarcástico diciendo que un terremoto en Japón fue causado por una manifestación gay que hubo por allá. Alguien lo agarró y lo sacó de contexto y pues bueno, me tuve que disculpar.
Daniel Moreno: Sí, la Media Docena fue la que se tuvo que disculpar por un chiste, lo peor es que no era un chiste nuestro. Cuando nosotros estábamos comenzando en esto, hace como 25 años, éramos unos carajillos que no sabían hacer chistes, entonces agarrábamos varias ideas de revistas.El chiste era sobre los boy scouts y era medio pasado. Hoy en día ya no se puede decir ¡Jamás! Ese chiste ni era nuestro pero lo metimos.
Luego nos cayo un grupo de boy scouts de Turrialba y nos demandaron, fuimos a juicio. Luego alcanzamos un acuerdo de reconciliación en la que tuvimos que hacer una disculpa pública y nunca más volver a contar ese chiste. En ese momento estábamos comenzando en la televisión e hicimos la disculpa en el programa.
Natalia Monge: En una ocasión una imitada mía me dijo que no le gustaba cómo la estaba haciendo, porque a raíz de la voz que yo le hacía caractericé y creé un personaje a partir de ella. Al irle dando forma a esa caricatura, ella me dijo que no le gustaba. Yo con todo el gusto del mundo le bajé el tono porque esa persona se dirigió a mí de frente y con valentía. A ver, yo trato de no faltarle el respeto a nadie... a veces los personajes imitados se faltan el respeto a sí mismos.
Gustavo Peláez: Sí, claro, fue por un chiste que se sacó de contexto. Fue un chiste de hace tres años y medio. Hicimos un chiste sobre un pueblo en Costa Rica, sobre una población que no conocíamos. Agarramos el vacilón, alguien lo escuchó y sacó todo del contexto. Nos obligaron a pedir una disculpa pública.
Gustavo Gamboa: No, nunca lo he hecho y creo que no lo haría. Yo creo que si la gente se dejara de tomar las cosas tan personal este mundo caminaría mucho mejor.
Marvin Murillo: Una vez si traté un tema complicado y una persona se me acercó y me dijo que estaba sumamente ofendida. Me preguntó sobre cómo me sentiría si yo fuera a un espectáculo de comedia y alguien se burlara porque tengo alguna discapacidad. Ahí entendí que uno no puede ser ingenuo con la comedia, uno tiene que tener muy claro lo que se está diciendo
Rodrigo Villalobos: Una única vez. Una muchacha me enfrentó en redes por algunos chistes que lesionaban a mujeres víctimas de agresión sexual. Luego de enfrentar puntos, entendí que tenía razón. Eliminé ese chiste de mi repertorio y la discusión me permitió revisar mi enfoque.
Norval Calvo: Sí me he disculpado personalmente por la imitación que les hice en algún momento y quizá un poco pasada de tono con los expresidentes Rafael Ángel Calderon, Miguel Ángel Rodríguez y Óscar Arias.
¿En qué momento se dio cuenta que era gracioso?
Norval Calvo: Fue en el colegio cuando empecé a imitar a los profesores y a los personajes más conocidos de la radio y la televisión de ese momento. La imitación es un don natural. No se aprende.
Natalia Monge: Desde que estaba en la escuela. De tanto ejercicio creativo, un día me puse a imitar a alguien y mis compañeros se reían y se reían.
Hernán Jiménez: La primera vez que hice un show en mi vida. Fue en El Observatorio. Y sostuve una hora completa de mucha risa, con material que nunca había probado antes. El stand up siempre me había parecido el acto más descabellado y desafiante. Pero después de esa noche, tuve que replantearme como algo que tenía ciencia, algo que se puede trabajar y estructurar, y algo para lo que tenía talento.
Gustavo Peláez: En el momento en el que mis compañeros del colegio me reclamaban por faltar a clases. Decían que sin mí la clase era muy aburrida. Hasta las maestras ya me tenían identificado por mis salidas.
Waleska Oporta: Cuando gané el concurso de El Farolito, el premio era una presentación ante 100 personas. Cuando me subí al escenario (y por cierto era la primera vez en mi vida que estaba en un escenario) y la gente rió con mi primer chiste, pensé “bueno, les está gustando esto, esta gente me entiende”.
Gustavo Gamboa: Cuando me pagaban. En el momento que a usted le pagan, usted ya dice: “Yo ya puedo vivir de esto”. Yo no sé si soy bueno, pero vi que a la gente le gustaba. Entonces me empezaron a contratar. Después hicimos La Liga de la Comedia, la gente ya nos empezó a contratar y me da para vivir de esto.
Daniel Moreno: Yo recuerdo que desde carajillo hacía una tontera y todo el mundo se reía. Cuando eso me pasaba, también noté que a Mario Chacón (La Media Docena) que era compañero mío también le pasada, entonces empezamos a hacer reír a la gente. Nos metimos en el show de talentos de sexto grado y lo ganamos. Todo fue creciendo hasta convertirse en un trabajo.
Kurt Dyer: Admito que en el cole yo siempre me esforzaba por tirar comentarios que quizá otros no estaban pensando, eso lo he mantenido toda mi vida. En lugar de ser el bombeta que pasa comentando sobre absolutamente todo y gritando más duro que los demás, yo me esmeré por hablar menos pero con más calidad.
Carlos Ramos; Todo comenzó con un amigo mío –Édgar Cinca Murillo– quien me inscribió en un programa que se llamaba La Dulce Vida;, lo hizo a espaldas mías. Esa persona me conoció en un viaje en bus en México, fuimos de Guerrero a Acapulco y el trayecto era muy aburrido, entonces yo empecé a contar unos chistes y la gente estaba muerta de risa. Cuando regresamos a Costa Rica este amigo mío me inscribió al programa, yo le dije que no pero aún así lo hizo. Ahí me eché al agua o me echaron, más bien.
Pablo Montoya: Después de mi peor presentación: en el momento en el que parecía lógico abandonar la comedia, después de una presentación tan mala y traumática, decidí continuar hasta lograr una “última presentación” digna, que no fuera un recuerdo tan vergonzoso. Resultó que usar el rechazo para corregir los errores hasta lograr algo bueno es, en última instancia, la característica que comparten todos los buenos comediantes. O eso leí.
Marcia Saborío: Desde feto. Mi mamá dice que yo cantaba, bailaba y recitaba desde que llegaban las visitas. Siempre quise ser actriz, de hecho soy actriz. Fui premio nacional por drama, no por comedia pero siempre he pensado que el teatro es comedia y tragedia.
Mauricio Astorga: Desde niño me di cuenta que me gustaba generar emociones en la gente. Aparte de jugar los juegos tradicionales de cualquier niño, como fútbol o escondido, me encantaba hacer obras de teatro, actos de circo o casas de sustos. Siempre supe que esa era mi vocación.
Rodrigo Villalobos: Afortunadamente, desde el primer día. Tuve la oportunidad de ser presentador en un show de stand up en El Observatorio y supe que era mi oportunidad para probar si tenía madera para eso. Improvisé algunas cosas que empezaron a funcionar y en el último bloque improvisé un personaje que suscitó carcajadas. Dos semanas después estaba haciendo mi primera rutina y el público respondió muy bien. Desde entonces no me he bajado del escenario
Marvin Murillo: Vieras que yo no me considero el payaso del grupo, yo no era el mae que siempre hacía reir a la gente. De hecho yo tengo un compañero. Ernesto Herra que a mí siempre me sorprendía mucho sus comentarios graciosos, él era muy ocurrente. Yo no era ese personaje en el colegio; ya después los grupos de amigos hacen una complicidad, ahí vamos viendo quien es el que usualmente hace reír a la gente.
Yo creo que todos podemos ser graciosos, porque es una cualidad humana como la creatividad.
Raúl Cabrera: Alrededor del 2014, cuando ya tenía casi cuatro años en esto. Fue después del Festival de Stand Up de ese año, en el que finalmente empezaba a sentirme al nivel de los otros comediantes del evento. De ahí en adelante siento que mi trabajo ha ido constantemente mejorando.
¿Por qué le gusta hacer reír a la gente?
Norval Calvo: Me gusta hacer reír a la gente porque es una terapia que todos necesitamos para llenar el alma de alegría. Además de que sirve para contribuir en la gente a olvidarse de los problemas en general. Es una catarsis completa.
Natalia Monge: Para mí es un premio, un regalo de la vida. Es muy bonito que con tu trabajo podás hacer feliz a los demás. Es una misión difícil pero por algo se nos encomienda a los que nos dedicamos a esto del humor . Me parece que es un privilegio y es algo que me alimenta.
Hernán Jiménez ¿A quién no? En mi caso personal, supongo que fue una de las formas en que aprendí a enfrentar la vida. Fue mi rol en mi familia, y definió mi personalidad. Ahora que de vez en cuando lo hago profesionalmente, hay una conexión con el público que ocurre a nivel visceral, y es adictivo. La risa es un reflejo, como la tos o el llanto. Podemos tratar de suprimirla, pero siempre nos gana, porque viene de muy adentro. Por eso la energía en un show de comedia (si funciona) es tan mágica. Porque se establece un vínculo que rebasa por mucho las ideas y se conecta al corazón. Y ser el artífice de esa dinámica es muy difícil, pero sobretodo muy satisfactorio.
Waleska Oporta Creo que es mi forma de socializar, de mostrar afecto. No soy la mejor escuchando o siendo empática pero en un grupo de gente o con amigos siempre encuentro la forma de hacer a los demás reír. Es algo que traigo y es lo que puedo ofrecer.
Gustavo Gamboa: Yo estoy seguro que yo nací para entretener a la gente. Ese debe ser el objetivo por el cual estoy en este mundo. Me hace sentir bien ver a la gente reír, entonces me encanta hacerlo.
Daniel Moreno: Creo que la gente que hacer reir a la gente no lo hace porque le gusta, sino lo hace porque le sucede. La mayoría de la gente que se termina dedicando a la comedia es porque naturalmente hace reír a la gente en su vida. Yo creo que los comediantes nacemos de alguna manera comediantes; recuerdo que desde carajillo yo hacía una tontería y todo el mundo se reía. Cuando eso me pasaba, también noté que a Mario Chacón que era compañero mío también le pasada, entonces empezamos a hacer reír a la gente. Todo fue creciendo hasta convertirse en un trabajo.
Kurt Dyer: Yo creo que en todos los comediantes siempre ha habido una vara de querer llamar la atención, sobre todo en la familia. De hecho en mi familia yo no era el más gracioso, era mi hermano. Por eso uno siempre trata de ser el gracioso en otros contextos que no son la familia. Admito que en el cole yo siempre me esforzaba por tirar comentarios que quizá otros no estaban pensando, eso lo he mantenido toda mi vida.
Pablo Montoya: Tiene que ver con una sensación de aceptación a mi persona que pienso, no podría conseguir de otra manera. Es muy satisfactorio sentirse integrado a un grupo con el que comparto la misma idea. Además, es muy entretenido el esfuerzo por encontrar algo nuevo constantemente.
Marcia Saborío: Creo que es un don que tengo, que lo descubrí en el camino. La risa me da más de lo que yo entrego. En el camino he recibido comentarios maravillosos de personas que atravesaban por momentos difíciles y que pensaban hacer una locura.
Para mí este don que se me dio es un privilegio y eso también es una gran responsabilidad.
Mauricio Astorga Me gusta hacer reír a la gente porque me gusta ver a las personas felices. La risa es la mejor terapia para el alma. Siempre he pensado que quienes hacen reír, más que comediantes son doctores del alma.
Rodrigo Villalobos : Para mí es un ejercicio interesantísimo. Es generar un efecto en personas desconocidas a través únicamente del lenguaje hablado y corporal. Es una ejecución del acto comunicativo a otro nivel. Me llama la atención ese poder de activar risas en el cerebro de las personas.
Hacer comedia es también una forma de ganar aceptación. Cuando uno hace reír a una persona, el concepto que ella tiene de vos aumenta absolutamente, ya fuere que gustara de vos o no. Hacer reír a otros es tener poder sobre sus mentes. Es como hacer magia. Para mí es un reto todo el tiempo.
Marvin Murillo: Yo creo que cualquier artista tiene esta motivación inicial de hacer, crear obras. Así como un pinto no puede pasar 10 años sin pintar, el comediante siente el impulso de estar sobre el escenario. Yo partí porque después de estudiar teatro yo quería actuar, entonces hallé el espacio en el Stand Up Comedy. Ahí descubrí que la comedia era mi vehículo para poder expresar ideas.
Carlos Ramos, El Porcionzón: Primero yo creo que es un instrumento de Dios que lo pone para desestresar a la convulsión de la humanidad, la cual está convulsionada por tantas guerras e impuestos y esas cosas que no son agradables. El humor es una aliciente para la humanidad. Cuando una persona se ríe el cerebro libera una sustancia que es lo que causa la felicidad, si usted se ríe es porque está contento. Para mí es una gran satisfacción que haya tenido ese don de entretener.
Yo siempre digo que hacer reír es difícil, en cambio hacer llorar es un jamón. Reír es una cualidad y hay que respetarlo.
¿Cuáles comediantes lo inspiraron?
Norval Calvo: Básicamente los humoristas que me inspiraron fueron el imitador Lucho Ramírez y el imitador Edwin Metro González (Ambos del programa La Patada).
Natalia Monge A ver, cuando yo empecé en esto no tenía ni idea de que estaba empezando en esto, por eso no es como que tuve un referente enorme que yo dijera, quiero llegar a ser como él o como ella. Sin embargo, cuando comencé a caminar en esta ruta de la comedia me di cuenta que me gustaba mucho. Sin duda alguna, mis mentores fueron Norval y Froylan 8Bolaños); figuras masculinas muy importantes porque no solo ellos creyeron en mí y me dieron esa primera gran oportunidad.
Hernán Jiménez: Todos los buenos que haya visto. De todos aprendo. Ali Wong, Louis CK, Chris Rock, Richard Pryor, Sarah Silverman y Mike Birbiglia son probablemente los que más admiro.
Waleska Oporta: Una chica argentina -Nancy Gay- que recién comenzaba a hacer stand up antes que yo y me encanto su estilo irreverente y natural. Mi sueño es que venga al Festival Internacional de Stand Up que se hace acá en el Magaly. En cuanto a comediantes gringos, mi favorito es Dave Chappelle. De pequeña mi inspiración siempre fueron Marcia , Maria y Jacqueline Steller a quienes veía en La Lucha de Lucho. Me encantaba también la mexicana Anabel Ferreira.
Gustavo Gamboa: Yo no sé por esas cosas de la vida, yo empecé a ver a un comediante que se llama Quique San Francisco, que es español. A mí me despedazó la cabeza. Es un señor que usted lo ve y lo que menos tiene pinta es de comediante. Creo que Adal Ramones fue un referente de la comedia para mí. Después llegué a Ricky Gervais, que tiene un estilo mucho más ácido para hacer comedia.
Daniel Moreno: Yo crecí viendo a Chespirito y sigo considerando que marcó al mundo entero con su humor, El Chavo se ha traducido a otros idiomas y se siguen pasando hoy en día, eso tiene mérito. Luego me gustó mucho Derbez y sus juegos de palabras, a mí eso me encantaba. Tengo influencia de Cantinflas y Les Luthiers. Mario Chacón y Édgar (Murillo) son mucho más fiebres, entonces me empezaron a pasar DVDs. Nosotros hemos intentado hacer con la Media Docena ese tipo de humor intelectual.
Kurt Dyer: Jerry Seinfeld y Larry David. En cuanto a sketch comedy toda la escuela de Saturday Night Live. Otro que es muy bueno es Demetri Martin.
Pablo Montoya: Al empezar en el stand up comedy, Bill Hicks, Dave Chapelle y Louis CK
Marcia Saborío: Mi comediante favorito es Chaplin, es una persona que comprometió su humor para tomar partido y para poder decir cosas en la vida. Además asumió su responsabilidad política. Lo descubrí cuando era adolescente y estrené el cerebro. Chiquilla me críe mucho viendo los Polivoses y viendo a Héctor Suárez , quien hacia el programa ¿Qué nos pasa?, que también tenía contenido crítico y social, eso me gustó mucho.
Mauricio Astorga: Me inspiraron los más grandes: Cantinflas, Chaplin, Chespirito, Los Polivoces y Capulina, por su humor blanco. En Costa Rica, Carmen Granados y Lucho Barahona y su elenco de La Lucha de Lucho fue una gran inspiración.
Rodrigo Villalobos: Cuando era un adolescente, Adal Ramones era el referente. Recuerdo estar pasando canales y verlo por primera vez haciendo un monólogo. Me reí mucho y pensé: “Yo puedo hacer eso. Yo quiero hacer eso en tele.” Al principio me aprendía líneas y las repetía con mis amigos, me agradaba el efecto que causaba en ellos.
Cuando surgió el concurso de El Farolito quise intentarlo, pero me daba vergüenza no lograrlo. Pensaba que, por haber salido en Recreo Grande, la gente me seguiría viendo como un niño y no les iba a hacer gracia. Afortunadamente, eso no pasó y me ha ido muy bien.
Marvin Murillo: Vieras que yo veo Stand Up Comedy para estar actualizado; sin embargo de joven me nutrí de los maestros del Stand Up Comedy estadounidense como George Carlin. Mi comediante favorito es Rowan Atkinson, quien es el que hace de Mr. Brean, lo considero más un clown (payaso) que un intérprete. Además, el tiene una serie de sketches cómicos que realizaba durante los 70.
Carlos Ramos El Porcionzón: Un maestro para mí fue Lucho Ramírez, él ha sido uno de los comediantes más completos porque contaba chistes imitaba y cantaba. Fue muy inspirador. Yo prefiero hacer solo una cosa pero hacerla bien, porque yo soy un narrador de chiste. El finado Gorgojo, que Dios lo tenga en su gloria, decía que hay tres tipos de públicos: el que le gusta, el que no le gusta y el que le entra de todo. Me encantaba Cantinflas en blanco y negro.