No llevaba corona, pero sí tacones, banda y actitud de reina. Sus articulaciones le dolían, sus labios resquebrajados reflejaban la fiebre de la madrugada y la congestión se le delataba cada vez que hablaba. Sin embargo, Natalia Carvajal nunca manifestó molestia y les dio a los ticos lo que esperaban de una reina.
Con nubes grises y esponjosas que lentamente dejaban caer una garúa, Natalia Carvajal tomó la Avenida Central de San José, pero no cómo una pasarela: ella caminó cómo una persona amable que abrazaba, saludaba y se inclinaba cada vez que un pequeño quería conocerla y tomarse una foto “con la miss”.
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La pintoresca avenida estaba como siempre: grandes macetas adornaban a lo alto, sobre los adoquines se acomodaban diferentes productos que son ofrecidos por los siempre atentos vendedores ambulantes, a lo lejos sonoras voces vendían lotería “con los números de la suerte”. Por casi una hora la cotidianidad se alteró...
A lo lejos una esbelta figura se movía al ritmo de los sonidos de la ciudad. Con ondas doradas en el cabello, y una cinta con la leyenda “Miss Costa Rica”, Natalia Carvajal irrumpió en la normalidad que reina en el trayecto que va de la Plaza de la Cultura hasta el conocido banco negro (oficinas del BCR).
“¡Qué felicidad la mía!”, expresó Juan Bautista, un puntarenense que “topó con la suerte” de visitar San José al mismo tiempo que la Miss Costa Rica. Él y Natalia cruzaron juntos la calle, pero el estar ensimismado en sus pensamientos y concentrado en el urbanismo de la capital, hizo que el señor de 72 años no se percatara de la persona que tenía a su lado. Fue cuando un grupo de personas rodearon a Natalia y la detuvieron por varios minutos para tomarse fotos que don Juan Bautista se enteró de la persona con la que, sin darse cuenta, compartió sus pasos.
“Qué linda que es. Ya me voy feliz para el puerto”, agregó el risueño señor, quien contemplaba a Natalia mientras ella le pagaba ¢400 al vendedor de helados; German Jiménez, por una paleta de coco.
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Natalia continuó el recorrido por la ciudad. Sus altos tacones no tuvieron problema con los adoquines del boulevard de la Avenida Central. En los pocos metros que lograba avanzar sin que algún ciudadano la detuviera para pedirle un retrato, ella saludaba a quienes le decían “adiós muñeca”, o “le va a ir muy bien en Miss Universo”.
Hubo quienes apenados, pero sí muy decididos, le pidieron el favor de que les “regalara una fotografía”, pero requerían que ella ingresara al local comercial en el que estaban trabajando, pues al ser dependientes de tiendas, sus jefes no les dejan abandonar la labor. La reina respondió complacida a esas amables peticiones.
Mientras avanzaba entre miradas de curiosidad y admiración, otra de las solicitudes más simpáticas fue la de Raúl Fuentes, un turista chileno que con cámara profesional en mano pudo captar un recuerdo junto a la Miss de Costa Rica. “Me parece muy bonito verla caminar con tanta libertad. Que idea tan bonita traerla a la calle”, dijo el suramericano.
Don Raúl no fue el único extranjero que interactuó con Natalia Carvajal; canadienses, holandeses, alemanes y salvadoreños saludaron a la miss. A la mayoría de ellos les habló con un fluido inglés, incluso, hasta grabó videos que ellos le solicitaron para que saludara a sus familiares o coterráneos. La afluencia de ticos que se formaba alrededor de Natalia, ya sea porque esperaban hacerse un selfie o porque fisgoneaban para ver qué ocurría, la veían con admiración al notar la soltura y naturalidad que tenía para comunicarse en otra lengua.
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La llovizna se empezó a engrosar y aún así, ella no se apresuró para retirarse del lugar. Estaba disfrutando del paseo que incluyó bendiciones de las personas, un jugueteo con burbujas y hasta compra de girasoles en uno de los lugares más emblemáticos de San José.
“Uy vea, la famosa de Dancing with the Stars (Natalia Carvajal participó en la cuarta temporada del concurso de ballroom)”. “¡Vean!, es Naty la presentadora de Combate”, exclamaban niños y algunos adultos, quienes la conocían por su paso en la televisión y que ignoraban que actualmente es Miss Costa Rica.
En su agradable caminar Natalia devolvió a las personas el cariño que le manifestaban. Hubo un caso especial en el que se sostuvo sobre sus cuclillas para estar a la altura de la niña Evangeli Vargas, una pequeña de ocho años. La mamá le contó a Miss Costa Rica que su hija venía de recibir tratamiento médico, pues padece una enfermedad delicada.
Ya agachada, Natalia apretó a Evangeli contra su torso y la abrazó por varios segundos. Miss Costa Rica le dio su afecto, pero además, consejos al deirle que ni siquiera una dolencia le puede impedir que ella sea una niña feliz. La pequeña sonrió y seguidamente la buscó para que su mamá le tomara una foto junto a Natalia, a quien sentía como una amiga.
Al terminar el recorrido e ir de vuelta al Gran Hotel Costa Rica Curio Collection by Hilton, ubicado a un costado del Teatro Nacional, donde se realizaría una sesión de fotos para la entrevista que acompaña esta crónica, ya sin su banda que la identificaba como Miss Costa Rica, Carvajal continuó saludando y sonriendo a quienes le hablaban a lo lejos. Finalmente identificada o no, ella es consciente de que sigue siendo una reina.