Entre las 46 mil personas que llenaron el Nacional, no se escapaba la presencia juvenil en medio de una masa de adultos. Pero, además, lo más interesante es que la mayoría de muchachos estuvieron acompañados por sus padres.
La música de Waters es un gusto heredado, de eso no hay duda. Así pasó con la familia Raue Uzinka, de origen argentino que viven en Costa Rica desde hace muchos años.
Los esposos Guillermo y Laura viajaron con sus hijas Lola y Uma desde Guanacaste, este sábado, a las 11 a. m.
"Es la primera vez que mi esposa y yo lo vamos a ver, somos fanáticos desde hace 20 años, cuando eramos novios”, recordó Guillermo.
Es por esa pasión de la pareja que las pequeñas, de 10 y 13 años, respectivamente, también aprendieron a apreciar la música de Pink Floyd. El disco favorito de Lola es Wish you Were Here, mientras que la pequeña Uma aprendió a tocar la guitarra con una canción de Waters.
De todas las edades. Las familias Trujillo y Murillo son amigas desde hace tiempo. Viven relativamente largo una de la otra, pero tienen algo en común: todos son fieles e incondicionales fanáticos de Roger Waters, hasta los más chicos, que son Pablo Trujillo y Tomas Murillo.
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Estas dos familias decidieron organizarse y armaron un equipo de 15 personas para asistir juntos al concierto.
Los más jóvenes aprendieron de sus papás a conocer y, especialmente, reconocer el mensaje de Waters.
“Esta fiebre de uno por esta música conceptual tan buena de los años 70 es inevitable no contagiársela a los hijos. Es bueno que hayan crecido con esta música”, explicó Eduardo Trujillo.