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Un golpe absoluto de suerte y buscar un trabajo como agente de seguridad fue la clave para dos ticos que vieron a centímetros a su ídolo, William Castro, un diseñador de 42 años, es fanático de Roger Waters y de Pink Floyd desde que tiene memoria.
Que el británico tocara en Costa Rica era una utopía que este 24 de noviembre se hizo realidad. Junto a sus amigos, Castro compró la entrada más económica, gramilla de pie, sin embargo, algo que él llama “suerte” le cambió el plan y esta posiblemente fue una de las mejores noches de su vida.
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Usando una camisa de Pink Floyd, el fanático contó que un amigo suyo que está dentro del equipo de guardaespaldas del cantante le regaló una entrada de la sección Animals: su asiento está perfectamente centrado frente al escenario.
“Un amigo guardaespaldas se hizo amigo del jefe de seguridad principal de Roger Waters y él le obsequió la entrada que hoy me da este campo de privilegio”, afirmó.
Además, Castro recibió un regalo que, jura, atesorará por siempre: “Me dieron una de las púas de guitarra que usan para este tour. Es la oficial”, contó lleno nervios y orgullo.
No podía pedir nada más. Este concierto empezó siendo especial y no se atrevía a predecir los temas que el exbajista de Pink Floyd tocaría. “Me gustan todos los álbumes de Pink Floyd, y me agrada mucho Waters como solista: me encanta el disco Radio K.A.O.S.”, dijo.
Infiltrado. Un joven de 20 años, quien pidió proteger su identidad para no tener inconvenientes con su empleador esporádico, relató que es tan fan de Roger Waters y de Pink Floyd que consiguió trabajo como agente de seguridad solo por un día.
“Básicamente busqué este trabajo porque me quedé sin entrada. Un amigo que trabaja en estos eventos me habló de la posibilidad de hacerlo y me animé. Es por ello que hoy estoy a los pies de Roger Waters”, contó el estudiante de ingeniería en sistemas, quien además “se salvó” porque requerían personal muy cerca del escenario. “Este va a ser el mejor día de mi vida”.
