Don Giovanni es una obra maestra operática por muchas razones y una de las más importantes es la doble condición que implica el concepto de dramma giocoso (drama jocoso) en el que Mozart inscribe la obra. Este término, que en el siglo XVIII comprendía tradicionalmente dos elementos separados (partie serie y partie buffe), aquí trasciende hacia una admirable integración. Es justamente esa dualidad integral de lo pícaro y lo dramático lo que nos hace estimar y detestar simultáneamente al disoluto abusador, aunque esto de ningún modo lo exima de achicharrarse merecidamente en el infierno.
Por esa razón, a mí me hubiera gustado que la personificación de Don Giovanni, responsabilidad del regiseur Matthew Lata en esta puesta en escena de la Compañía Lírica Nacional, no hiciera énfasis único en su carácter asocial y misógino, sino que nos mostrara también los rasgos de galante seductor, sin los cuales es imposible comprender como miles de mujeres (valga la hipérbole) se rindan a sus malévolos encantos. Lamentablemente, a mi juicio, se redujo al personaje al papel simplón del malo del libro stampato, que menciona Leporello (malo de novela mexicana, diríamos en nuestra época).
Aunque en general, la Sinfónica Nacional tuvo un papel muy destacado bajo la batuta de Arthur Fagen, sí que manifestó alguna debilidad de contrastes especialmente en la obertura en donde los famosos acordes iniciales sonaron blandos e inseguros: más presagiaban a Don Giovanni y, al público, morir de aburrimiento en lugar de ser arrastrados violentamente al averno. De igual manera no se consiguió el carácter jocoso y chispeante de la segunda parte, que estilísticamente debería conectar con la divertida aria de Leporello Note e giorni faticar (Noche y día trabajar)
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Por otro lado, una puesta en escena pobre (por decir lo menos), una escenografía plana e insípida y un vestuario desastroso no hicieron justicia a la formidable demostración de talento de los jóvenes costarricenses, que con éxito asumieron las partes vocales.
José Arturo Chacón estuvo impecable como Don Giovanni con sus extraordinarias dotes escénicas y voz potente, plena de bellos matices y colores. ¡Bravo, José Arturo!
Sofía Corrales, por su parte, deslumbró como Donna Elvira con una brillantísima coloratura en la difícil aria Ah, chi mi dice mai, sacando provecho de toda la amplitud de registros de su hermosa voz, entre los que se mueve con gran soltura sin perder calidad de emisión. A lo cual contribuyó, sin duda, la participación chispeante de la orquesta, que, a pesar de su papel protagónico en esta aria, en ningún momento cubrió a la soprano.
No menos destacado, José Gabriel Morera le dio un relieve extraordinario al rol de Il Commendatore, breve en extensión pero de gran importancia dramática. A mi juicio, Morera se perfila ya como uno de los mejores bajos que ha tenido nuestro país en toda su historia.
Sin tacha también, defendieron sus partes los demás personajes: Masetto (Kevin Godínez), Zerlina (María Rudin), Donna Anna (Ivette Ortiz) y Don Ottavio (David Astorga); así como el bajo-barítono mexicano David Echeverría, quién con una voz penetrante y clara dicción nos permitió disfrutar plenamente de una caracterización notable del pícaro Leporello. Asimismo, Echeverría completó de manera talentosa, con Morera y Chacón, el terceto del terrífico cuadro de la condenación, que en conjunto con una soberbia intervención de la orquesta es uno de los mejores momentos operáticos que he oído últimamente en nuestro país.
Aquí también, sin embargo fue de lamentar la falta de imaginación en la dirección escénica: ni llamas ni luces ni el suelo abriéndose solo un triste disparo de pistola (¡qué tontería!) para marcar el desenlace en el que al convidado de piedra no le quedó más remedio que llevarse a Don Giovanni del pescuezo, en medio de los desagradables tonitos pastel de la escenografía.
En conclusión, una vez más podemos comprobar que lo mejor de la vida cultural del país está en el talento y la sólida preparación de nuestros artistas, que ya no encuentra eco ni verdadero soporte en la flaqueza institucional que nos aqueja y que amenaza el desarrollo futuro de las artes en Costa Rica.
Ficha técnica
Lugar: Teatro Melico Salazar
Fecha: Martes 24 de julio, 7:30 pm
Don Giovanni, ópera en dos actos de W.A. Mozart
Compañía Lírica Nacional
Orquesta Sinfónica Nacional
Director musical: Arthur Fagen
Director escénico: Matthew Lata
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