Las luces se encienden y los chicos se amontonan como un enjambre frente a la tarima. Todos jóvenes y genuinamente emocionados, felices.
Las chicas llevan una diadema de orejitas de conejo mientras los jóvenes se dejan llevar por el ritmo. También hay muchos niños, muy niños para saber lo que significa la palabra libido, estos pequeños fueron acompañados por sus padres, quienes se tuvieron que poner la camiseta en esta peculiar excursión familiar.
Los jóvenes gritan, saltan, bailan, se besan. Se tocan el pecho como si el corazón se les fuera a detener durante una de las rimas de Benito Antonio Martínez Ocasio, mundialmente conocido como Bad Bunny.
La emoción por esta estrella emergente es genuina, todos estaban en sus cinco sentidos, pues la municipalidad de San José le prohibió a la productora vender licores. Paradójicamente el ambiente fue sano y muy lejos de las letras que hicieron famoso al puertorriqueño.
Este es el séquito de la Nueva Religión (nombre del Tour), de la cual el latino de 24 años es el profeta de un género bautizado trap latino, un estilo de rap soez, grosero y tan hipersexualidado que dejaría a los reguetoneros como unos santurrones.
Este conejo malo le canta a una generación que creció junto a las pantallas táctiles, el WiFi y Radio Disney. Chicos que consideran que el reguetón de Pitbull ya es pasado, y sí el tema Fireball es anticuado para ellos, no me imagino en cuál línea temporal precolombina ubicaran a Tego Calderón o a Daddy Yankee.
Muchos de los padres de estos retoños no saben quién es Bad Bunny o lo confunden con uno de sus compinches como Ozuna, Nicky Jam o Lil Peep (Que en Paz descanse). O quizá sí saben quién es pero no lo entienden y por eso les resulta incómodo, molesto.
Pero hagamos el ejercicio de entender quién es este Benito y de dónde salió.
Bad Bunny transpira la palabra inmediatez por todos sus poros. Su ascenso fue meteórico si se toma en cuenta que hace dos años este flaco estaba empacando latas en un supermercado de Puerto Rico.
En su rato libre, el chico se grababa cantando salsa, pop o cualquier cosa. La vida de Benito cambiaría para siempre cuando el productor DJ Luian lo encomendó para ser el primer artista del sello discográfico Hear The Music. Así fue la asunción de este profeta que encabeza las listas de los más escuchados.
Bad Bunny no cuenta con discos en su historial, solo sencillos, quizá este género no tiene tiempo para componer y producir temas que nadie vaya a escuchar. Todo tiene que ser un pegue. Su influencia es tan fuerte que estrellas como Will Smith, Jennifer López, Marc Anthony han realizado colaboraciones con el chico de 24 años y no crean, ni por un segundo, que fue Bad Bunny quien los buscó a ellos.
Este flaco que tanto les molesta hizo que Drake, uno de los raperos más influyentes de la década, cantara en español y, aunque no nos guste, no podemos obviar que ayer este flaco visitó Costa Rica en el pico más alto de su carrera.
El concierto.
Bad Bunny se caracteriza por sus letras irreverentes en las que dice que nadie es más grande ni conquista más que él. Esa irreverencia se traslapó en la vida real. A Bad Bunny poco le importó salir tarde, una hora y ocho minutos de atraso para ser exactos.
Eso sí, la tardanza poco les importó a las 9.000 personas que asistieron ayer al Tajo, quienes recibieron al profeta con gritos y la cámara del teléfono encendida para inmortalizar el momento . Bad Bunny saludó con voz grave.
“¡Buenas noches Costa Rica! el conejo malo Bad Bunny con ustedes. Son dos años de carrera y estoy consciente de que han apoyado, ha venido esta noche a pasarla bien”, dijo el artista.
“Yo quiero saber ¿dónde están las mujeres solteras? Para las que no son solteras pero su novio las dejó, bueno pues igual, esta canción es para ustedes”, agregó.
El puertorriqueño salió con un pantalón de cuadros, anteojos oscuros y un abrigo verde. La primera canción fue Estamos bien.
A falta de unas tres canciones, Bad Bunny–quien se mantuvo conversador durante el concierto– reiteró lo inimaginable que le resulta pararse frente a miles de personas cada semana.
"Yo soy un chico que está cumpliendo sus sueños. Sé que muchos acá piensan lo mismo, quieren salir adelante por su familia, por ustedes mismos. No olviden sus metas’, dijo el puertorriqueño.
El concierto acabó con dos enérgicas canciones: primero Krippy Kush que hizo saltar a todo el público. La vibración de El Tajo se acompañó del grito de “otra otra”, plegaria que Bad Bunny complació con Chambea.