El músico Fabián Arroyo describe con tan solo una palabra su experiencia creativa en el ballet Alicia en el país de las maravillas.
“Fue estremecedor”, sentencia repetidamente el músico costarricense que se encargó de hilvanar, junto a la coreógrafa María Amalia Pendones, el montaje de gran formato que presenta el Teatro Nacional por tercer año consecutivo.
“Había trabajado anteriormente en música de danza y teatro, pero esto fue completamente diferente”, dice el compositor, “porque esta es una obra de casi dos horas, donde se intercalan muchos géneros y hay un gran mestizaje de la música para la adaptación en la puesta en escena”.
Arroyo, quien anteriormente había trabajado en montajes del Teatro Nacional, Danza Universitaria y Teatro Espressivo confiesa que no solo la larga duración del montaje fue un reto impactante, sino también el proceso creativo. En el espectáculo, Alicia y compañía bailan vals, jazz, hip-hop e incluso swing criollo, mezcla que puso a pensar como nunca al compositor costarricense.
“Cada artista tiene su forma de trabajar. En mi caso, tenía que asegurarme que los intérpretes se sintieran cómodos en escena, así que hablé con cada uno, les preguntaba sobre sus intereses y sensibilidades. Cuando llegaba a los ensayos y veía cómo reaccionaban ante ciertas partes de la música, tenía un voto de confianza que me impulsaba a seguir escribiendo el hilo conductor de la música”, recuerda Arroyo, quien toma su experiencia en este ballet como algo inédito.
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El proceso
Aproximadamente, Arroyo tardó un año y ocho meses para darle forma a la música de este espectáculo. Junto con el diseñador sonoro Daniel Alarcón, exprimió todas sus ideas.
La directora del montaje, María Amalia Pendones, aseguró en una entrevista previa a Viva que la toma de decisiones fue en conjunto con Arroyo porque “la música y la danza están íntimamente ligados y ambos deben contar su propia historia”.
“Con María Amalia (Pendones) fue ese proceso de bocetear y sentarse a pensar que tal vez en tal escena funcionaría un hip-hop; en tal otra, una especie de vals... Partimos de una línea neoclásica y fuimos tanteando. Además, tenía que observar las coreografías para pensar con precisión lo que los bailarines necesitaran”, precisa el compositor.
Pendones conoció a Arroyo hace cuatro años, en los preparativos para el musical West Side Story. Arroyo, quien además de compositor es bailarín, fue parte del elenco de ese montaje y de Chicago, ambos en los que Pendones estuvo dentro de la producción.
Tras el voto de confianza, tanto Pendones como Arroyo quedaron satisfechos con el montaje de Alicia en el País de las Maravillas, que este año cumple su tercera y última temporada. Eso sí, para este año ambos artistas volvieron a reunirse para agregar un nuevo segmento: un baile de flores y abejas que abre el segundo acto del espectáculo.
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En total, Arroyo compuso aproximadamente seis minutos para este nuevo agregado, aunque confiesa que el trabajo de edición fue grande.
“Volver a este cuento es algo fascinante. Yo me senté a escribir mucha más música que quedó por fuera. Incluso tomé algunas ideas que había dejado por fuera para el primer año porque sentía que valían la pena. Hubo que recortar muchos minutos porque sino se iba a cambiar el ballet porque escribí demasiado”, confiesa entre risas el compositor.
Arroyo, con sinceridad, asegura que no quiere despedirse del espectáculo, que este fin de semana tiene sus últimas funciones. “Yo creo que volveremos al ballet de alguna u otra manera”, dice.
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Lo que sigue en su proyecto es rearmar la composición para registrarla para orquesta de cámara, pues no quiere que su composición sea olvidada.
“Mi sueño es que se vuelva a montar Alicia y se pueda interpretar con música en vivo”, dice Arroyo, “pero para eso debo hacerle algunas modificaciones porque en la versión que grabamos para el espectáculo hay mezclas de DJ, baterías electrónicas y muchas cosas que agregué pensando en que nada más se le daría play a la música en el teatro. Yo quiero registrarla, grabarla y ponerla a disposición del público. Ojalá pueda ser un legado para la música que se compone para ballet”, finaliza.