Han pasado 20 años y a Ismael Serrano lo llenan de emoción, como el primer día, las pequeñas grandes cosas que hay detrás de la composición y de cantar.
Sus canciones no han perdido vigencia a pesar de que muchos de sus éxitos los escribió al inicio de su carrera. Al amor siempre le cantará y también levantará su voz para desnudar los problemas sociales, aunque parezca que nada cambiará.
El cantautor español, fiel defensor de la música como bandera de espacios de encuentro y compañía, se presentará este jueves 22 de noviembre a las 8 p. m. en el Teatro Popular Melico Salazar. Con su guitarra al hombro y decenas de piezas románticas y de corte social, él llegará a nuestro país para presentar el espectáculo Hoy es siempre, repaso por sus acordes, denuncias y serenatas de amor.
Las entradas están a la venta en el sitio www.eticket.cr; los precios de los boletos van de los ¢23.000 a los ¢55.000.
Serrano ha forjado una relación muy íntima con el público costarricense. Ha demostrado que la canción de autor le sigue gustando a la audiencia tica; por eso, promete que su espectáculo será así: en complicidad con sus fans, una noche dinámica liderada por los temas que lo han acompañado durante todos estos años.
Sobre el espectáculo, sus composiciones, la sociedad y el amor, el artista conversó con Viva, vía telefónica desde México.
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–Viene una vez más a Costa Rica, pero esta vez a celebrar 20 años de carrera...
–Es muy emocionante volver a Costa Rica, más en el marco de una celebración como esta. Soy consciente del privilegio que supone seguir dedicándome a la música después de tantos años, de tener la oportunidad de editar discos. Estoy muy agradecido con toda la gente que lo ha hecho posible. En Costa Rica siempre han sido extraordinariamente generosos conmigo; estoy eternamente agradecido con el público de allí y a eso vamos, a celebrar con ellos.
–¿Qué significado tiene para usted el Hoy es siempre, título del disco y de la gira?
–Significa que al día de hoy, como cuando empecé, me siguen emocionando las mismas cosas. La música sigue teniendo el valor terapéutico que tenía cuando empecé, que me ayuda a convivir con mis miedos, con mis dudas. Quiere decir que me sigo emocionando de la misma manera encima del escenario, que sigo sintiendo esos nervios, esa necesidad de compartir con la música. La música sigue siendo un espacio para compartir sueños, el sueño de un mundo mejor; creo que por eso decidí ponerle ese nombre al disco.
–Habla de compartir un sueño por un mundo mejor, aquí llama la atención que las canciones que hablan de ese sueño siguen tan vigentes ahora como hace 20 años. ¿Qué lectura hace de esta situación?
–Por un lado, es maravilloso pero también, por el otro, es triste porque hay canciones que pensaba que eran coyunturales, que eran problemas que podíamos superar; sin embargo, al día de hoy siguen teniendo vigencia después de 20 años. Lo triste es que parece que estamos empeñados en tropezar una y otra vez con las mismas piedras; por lo tanto, cantar las canciones del pasado, que recuerdan los peores episodios de nuestra historia, en la cual hay pensamientos totalitarios e intolerantes, es triste. Hay canciones que parecen recuperar una vigencia que uno esperaba que perdieran con el paso del tiempo.
–¿Existía alguna esperanza de que levantar la voz influyera en un cambio?
–No sé si una canción puede cambiar al mundo; creo que es muy vanidoso componer con ese propósito. Uno compone para generar espacios de encuentro, eso es lo útil porque cuando te sientes acompañado, te sientes más fuerte; te sientes más capaz de cambiar las cosas cuando formas parte de un colectivo, que es capaz de soñar; recuperas la fe en tu capacidad transformadora y lo que tiene que ver con controlar el futuro.
–Entonces, ¿cuál es el papel de la canción de autor en esta coyuntura que vivimos?
–Vivimos en una sociedad en la cual todo es tratado como objeto de consumo –de usar y tirar–, en la que perdemos capacidad de reflexionar en profundidad, sobre todo en una estética musical que tiene que ver con el escapismo, con la evasión, con el hedonismo mediático. En este caso, la canción de autor propone espacios de encuentro y de reflexión que te ayudan a reparar en los detalles, genera vínculos. Es tremendamente útil porque también desarrolla nuestra capacidad empática de ponernos en la piel del otro, para entender que las luchas también nos afectan de alguna manera; nos convierte en animales sensibles, capaces de emocionarnos y de sentir solidaridad, de promover valores en positivo. En ese sentido, la canción de autor y la música que atiende también a la reflexión y que apuesta a la poesía, nos ayudan a entender que nuestras pequeñas barreras domésticas encierran una poesía y una ética que no siempre somos capaces de ver. Las canciones sirven para no rendirse, para no claudicar cuando todo parece derrumbarse; la música sirve para no sucumbir.
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–¿Ahí también entra el romance?
–¿De qué manera se le canta al amor? ¿De qué lugar? Desde apelar a las emociones. Lo que decía sobre encontrar lo que no siempre somos capaces de ver nos convierte en seres más sensibles con respecto a muchas otras cosas, como sucede con nuestra capacidad de entrega, de sentir y de jugársela cuando la ocasión lo merece.
–¿De qué manera evolucionan sus canciones en relación con su vida como autor y su vida personal?
–Evolucionan como afecta todo en la vida. Hay canciones que sentimos como una declaración de amor urgente que queremos dedicarle al amor que no nos corresponde; otras veces, esa misma canción la escuchamos dentro de la nostalgia y de la dulzura de lo que un día fue, luego vuelven a ser declaraciones de amor urgente. Las canciones se viven de diferentes maneras: hay unas que te arrancan una lágrima y luego una sonrisa por lo conseguido. Las canciones son diferentes con respecto al estado de ánimo con el que uno las recibe y según el momento en el que uno las escucha.
–Durante su carrera ha reconocido el trabajo y la influencia de otros artistas dentro de su inspiración, como es el caso de Joaquín Sabina y Silvio Rodríguez. ¿Por qué hacerlo?
–A la hora de celebrar 20 años me pareció necesario no solo hacer un repaso por mis canciones, sino también rendir un tributo a los artistas que de alguna manera le han marcado y le han enseñado el camino. No solamente son artistas con canciones maravillosas, sino porque también referentes a la hora de enfrentar su carrera con una coherencia, con una honestidad; por eso, me pareció justo reconocerlo en el escenario cantando algunas de sus canciones.
–Hay una audiencia joven que lo está conociendo y lo sigue. ¿Qué ha hecho para conquistar a estas nuevas generaciones?
–Esa es una buena pregunta porque la verdad es que no tengo ni idea. Cuando uno compone no piensa tanto en el destinatario, convengamos que a lo mejor se trata de sentimientos y de maneras que son universales que trascienden lo generacional. También pienso que a veces subestimamos la sensibilidad de los más jóvenes porque pensamos que no la tienen para apreciar ciertas propuestas culturales, pero no es así, debemos ser más justos con ellos.
–Además está el tema de que las canciones no pierden vigencia en la situación social en que vivimos...
–Cuando uno le canta al amor, el amor es el amor siempre; en ese sentido, no pierde vigencia. Al cantarle a la realidad política, pues las canciones tienen diferentes lecturas: se pueden cantar desde el testimonio haciendo un ejercicio de memoria para no olvidar lo que fuimos; también con la necesidad de remarcar la vigencia de ciertas reivindicaciones que al día de hoy parece urgente rescatar.
–¿Cómo será el desarrollo del espectáculo en Costa Rica?
–Va a ser un repaso de mi historia, un repaso de algunas canciones de artistas que admiro. También habrá temas nuevos, contaré alguna historia. En un concierto vivimos una suerte de relato buscando esa complicidad que se ha generado a lo largo del camino.
–Esa complicidad siempre ha sido la tónica de sus presentaciones...
–Es que tampoco sé hacerlo de otra forma. A mí me gusta sentir esa cercanía también. Es una salida por mi parte porque me permite sentir al público cercano, que comparte conmigo temas muy íntimos. Hay otros artistas –que me fascinan– que se suben al escenario y parecen estrellas lejanas; eso también mola mucho, pero a mí no me sale eso. Lo disfruto más con la cercanía.
–¿Qué retos se le presentaron al hacer nuevas versiones de las canciones de antaño, al darles un giro para este recital?
–Se trata un poco de mirarlas desde otro lugar. Cuando uno las interpreta a voz y guitarra adquieren otra dimensión, otra dinámica, otro desarrollo. Las canciones evolucionan desde su origen, las canciones solo se terminan cuando las cantas en el escenario. Cuando uno no deja de cantarlas en escena, nunca se terminan porque siguen teniendo su curso, su recorrido e impactan tu vida de otra manera. Tengo una canción que se llama Papá cuéntame otra vez que cuando la compuse la cantaba desde la perspectiva de un hijo que le reprochaba a su padre el fracaso del mundo en el que vivía; ahora, la canto desde la visión de un padre que trata de encontrar un relato que contarle a su hija. Las canciones evolucionan de manera diferente.