La música tiene el poder de hacer sentir todo lo que quiera. A través de sus melodías los mensajes penetran mentes y empiezan a generar ideas y nuevos pensamientos. Los colombianos de Monsieur Periné se presentaron la noche del viernes 28 de setiembre en el Anfiteatro Coca-Cola de Parque Viva, con una propuesta que exalta la biodiversidad de su país y de toda Latinoamérica. Explícitamente hablan al público de la importancia de cuidar los recursos del planeta y acuden a las melodías del trópico para musicalizar sus temas.
Ellos fueron los artistas internacionales que cerraron el concierto presentado tras el primer Congreso Latinoamericano de Sostenibilidad, Ecología y Evolución SEE 2018, también realizado en Parque Viva.
Previo a su show el ambiente quedó perfectamente preparado: el Ensamble Verde integrado por los nacionales Manuel Obregón, Federico Miranda y Bernal Villegas presentaron temas acompañados de proyecciones digitales en las que aparecieron distintas imágenes que mostraron la belleza y riqueza natural de Costa Rica.
Oda al trópico
Con una especie de luciérnagas proyectadas al final del escenario y con el sonido de un saxofón, los colombianos de Monsieur Periné aparecieron en el escenario a las 10:45 p. m. Primero los cantantes y sus músicos hicieron una pausada y coordinada coreografía que iba al son de las primeras melodías del tema Veneno.
Mariposas morpho proyectadas en una inmensa pantalla parecían bailar al ritmo del sofisticado swing a la colombiana de esa “tóxica” pieza.
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Luego de un magnífico cover de Sabor a mí, la vocalista Catalina García invitó al público a salirse de las sillas y acercarse al escenario para bailar al ritmo de sus característicos sonidos electrónicos, en los que aparecen el jazz gitano, bossa nova, ritmos latinoamericanos y sonidos folclóricos colombianos.
Cada canción raya en lo extrovertido, aunque su letra esté llena de desamor. El show estuvo cargado de bailes, proyecciones y buena música, que se aprovechó mejor gracias a la calidad del sonido.
Aunque pasadas las 11 p. m. el espectáculo no iba ni por la mitad, el Suin romanticón tenía entretenidos a los asistentes. Todo era energía. En el entablado el ensamble de músicos aportaron su propio sabor.
Antes de interpretar Libertad, Catalina hizo una reflexión refiriéndose al daño que el ser humano le causa a la tierra.
“El bosque seco tropical es el que está en mayor riesgo de extinción, queda el 2% en el mundo. Gran parte de nuestra cultura latinoamericana viene del bosque (...). Qué vamos a hacer si seguimos en esta dinámica de mutilarnos (...). Sin bosque no hay vida, no hay música, no hay memoria, ni tampoco libertad. En cada uno de nosotros está aportar un granito de arena para hacer el cambio”, dijo con su poderosa voz la inquieta cantante.
Seguidamente, Encanto tropical, tema que lleva el mismo nombre del álbum más reciente del grupo, hace homenaje a todos aquellos nacidos en el trópico, del aroma a café, de las selvas y las playas características de América Latina. Esta canción cuenta con un formato de instrumentación tipo big band, una apuesta nada descabellada para una agrupación siempre dispuesta a la innovación.
En escenario la vocalista parece cualquier criatura saltarina del bosque que usted pueda imaginarse: se tambalea por todos lados con movimientos tan potentes como su voz. Vestida con un estilo de tutú elaborado por retazos de coloridas telas bailó por todas partes. Solamente se detuvo por unos minutos para interpretar en francés Ton Silence. La quietud duró poco. Ella, Santiago Prieto y Nicolás Junca, junto a los músicos del grupo son una explosión de energía y vitalidad.
Pasada la medianoche, Mounsieur Periné se despidió del público tico que se mantuvo bailando hasta la melodía final.
Piano y bosques ticos
En la naturaleza hay música. Se comprueba con el canto de las aves, con el aullido de los monos, con el golpe de una quebrada contra las piedras, con las ramas bailarinas al son del viento. Estas melodías no necesitan de instrumentos, pero como todo siempre puede mejorar, así lo hizo el músico Manuel Obregón.
Obregón y las melodías de su piano abrieron el concierto que se presentó al cierre del primer SEE 2018.
El piano y sonidos del bosque lluvioso se mimetizaron con la helada y escampada noche. Obregón inició con el Blues del mono aullador y siguió con El sueño de la lluvia.
Los sonidos transmitían paz y si alguien cerraba los ojos, podía entrar en un trance relajante. Si se veía al escenario, Obregón vestido de blanco era iluminado por dos pantallas en las que se proyectaron videos que mostraban la riqueza natural de Costa Rica.
A su show Simbiosis se unieron Bernal Villegas y Federico Miranda, quienes complementaron los sonidos de piano y naturaleza, con guitarras eléctricas. Posteriormente, Villegas y Miranda se presentaron, cada uno en solitario. El primero tocó temas enfocados en la protección del medio ambiente. Con la pieza Navegar contó un cuento en el que invita a proteger el recurso hídrico.
Al son de guitarra eléctrica acompañado intercaladamente por el sonido de instrumentos de percusión, a cargo de Larissa Coto, Federico Miranda presentó piezas mientras se proyectaban imágenes de la riqueza de la flora y fauna de Costa Rica.
El cantante hizo un llamado a la protección del planeta, de los mares y, sobre todo, de las especies en peligro de extinción. Los temas presentados por Miranda son parte de Baula Project un disco dedicado a la protección de las tortugas baula.