“Cantando una noche con tanta tristeza, él puso una flor en la mesa y dijo regreso. Partió sin mirar y habló con palabras lejanas. Ahora camina detrás del silencio y vuelve a tu piel hecho verso, se ríe en tus sueños y besa el umbral y borra el adiós y el jamás”.
Las primeras palabras que escribió Jaime Gamboa luego de que Fidel, su hermano de sangre, de corazón y de música falleciera, no podían ser más que estas sentidas letras que evocan el intenso amor que sienten el uno por el otro. La música de Malpaís y el legado de Fidel tenían que seguir, de modo espiritual, aunque ya no físico.
Hace poco más de seis años las letras brotaron de manera espontánea inspiradas en la música de Fidel, esa fue la excusa perfecta para volver a reunir a los amigos que lo lloraron, pero que también aprendieron del maestro. Sin duda, no era justo ni para ellos, ni para Fidel, ni para su legado, y menos aún para sus seguidores, que las obras del grupo se fueran con él.
Esa fue la primera piedra en una construcción musical que poco a poco fue mutando en un regreso del grupo a los escenarios y, más recientemente, al estudio de grabación.
Pasaron cerca de ocho años desde que la agrupación Malpaís volviera a juntarse para grabar canciones inéditas que serían parte de un álbum. Sin embargo, la creatividad no paró porque en el camino hubo temas que fueron alimentando poco a poco las ansias de sus seguidores por sonidos nuevos. Las obras estaban, lo que faltaba era juntarlas en un disco.
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El 18 de noviembre, luego de esos años de espera, Malpaís estrenó la producción Nada que olvidar, un compendio de 16 canciones sin estrenar y otras muy conocidas por su público.
“Era muy duro siquiera pensar escribir una canción. Pasó como un año en el que teníamos que llevar el proceso cada uno a su manera, no nos vimos para tocar ni para nada; pero uno no puede negarse a su naturaleza, se trata más bien de sacar lo que tenemos dentro y en mi caso fue así”, recordó Jaime.
Jaime, obsesionado con una música que había dejado hecha Fidel, le dio letra un tiempo después y así se rompió la sequía que provocó el dolor.
El primer paso del duelo que había que vencer era volver a encontrarse para hacer lo que mejor saben: tocar. El concierto que ofreció en Costa Rica el cubano Silvio Rodríguez en el 2013 y la invitación para ser los teloneros de este espectáculo fue el punto de partida. Si sonaban bien, si no hacían el ridículo –como lo explicó Jaime– retomarían el camino de Malpaís. Aunque hubo comentarios negativos sobre su participación, los superaron las valoraciones positivas.
Desde ese momento, en escena, los de Malpaís han sido constantes en su trabajo. En el medio también presentaron nuevas piezas, así es como se fue formando, paso a paso, sin prisa, con calor y pasión, el disco.
Nada que olvidar
El título del disco nos hace pensar que Malpaís se mantiene firme en sus convicciones, en su estilo y así es, pero también coquetean –como bien lo saben hacer– con las ganas de no estar encajados en un género, así sin etiquetas que al final esa es la esencia del grupo.
Ya enrumbados, con todas las ganas y como si nunca hubieran tomado caminos separados, Malpaís comenzó a producir. Jaime ya tenía escritas Remando lento y Palabras como vos.
Como el público no quería esperar, Malpaís se presentó en un concierto en Villa Colón, luego vino el espectacular concierto en el Estadio Nacional. Todo estaba en orden.
“A partir de ahí, seguir componiendo fue natural, ya no con el peso del duelo, sino propositivamente. Ha sido un proceso de reconstrucción interna”, agregó Gamboa.
“Fue muy difícil sentir la ausencia de Fidel, pero después sentimos su presencia. Habrá un público que no conozca el Malpaís con Fidel, que no saben quién es Fidel y eso nos dio una luz: es nuestra responsabilidad que lo conozcan, que sepan que estamos aquí por él. Así que estamos muy contentos de que al final el disco sigue sonando a Malpaís”, explicó el percusionista Carlos Tapado Vargas.
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Como en Malpaís todo se trabaja como un taller creativo, el proceso de la música es sencillo y complicado a la vez. Son siete hermanos que se aman, que se conocen a la perfección, pero también son siete artistas y mentes creativas que, para bien, al final se dejan guiar por la música como un vehículo en el cual convergen sus razones y desaparecen los egos.
¿Qué se dice en Nada que olvidar? Mucho y todo. Esa es la respuesta más ambigua pero más exacta para describirlo. En esta producción la música es libre, pero también es lineal.
Hay un juego muy equilibrado en los enlaces de las canciones que desarrollan el álbum. “El disco tiene sus momentos. Te baja, te sube, tiene sus reflexiones, momentos fuertes, un discurso. Después de Natal y Naufragio vienen Ya no quiero más llorar y El mimbro, eso te hace pasar por un proceso que te levanta y luego te lleva a momentos más reflexivos. Se hizo en caliente, pensando en decir algo, que al final todo transmita alguna emoción, algún mensaje”, explicó Gamboa.
¿A qué suena Nada que olvidar? A Malpaís, a Costa Rica. De acuerdo con Tapado, nuestro país es un puente de culturas, está en el medio de América Latina y eso provoca que la música de Malpaís esté cargada de color folclórico, una propuesta de música que no es bailable, pero que se puede bailar. Hay poesía, tiene imágenes e historia de un país que abarca desde el Guanacaste de Fidel y Jaime hasta la urbanidad de San José.
En este Malpaís, el de Nada que olvidar, también se toman riesgos, uno de ellos es el aporte del guitarrista David Coto, quien está en el grupo desde hace cinco años, pero que desde sus años de estudiante en el Colegio Castella es fanático de la banda.
La guitarra en manos de este joven tomó mayor protagonismo en la grabación, no solo por su fortaleza en introducciones o en las melodías con el violín, sino también porque Coto aportó con la composición de Retoño.
“Conocí esta música siendo un muchacho de cole y hasta la fecha sigo siendo fan. Me identifico porque no tiene encasillamientos ni limitaciones”, explicó David.
“Esa era la onda de Fidel quien era un guía que nos llevó a un camino de perdición y esa perdición es no hacer las cosas como están preescritas académicamente. Fidel no se podía conformar con hacer una cosa justamente como se suponía que tenía que ser hecha, así lo hacemos nosotros”, dijo Jaime.
En el engranaje de Malpaís hay piezas fundamentales. Jaime, Tapado y David –quienes explicaron su participación en esta entrevista–; pero también destaca la fina y sentida voz de Daniela Rodríguez, el violín de Iván Rodríguez (así como la sorpresa que le dio a sus compañeros de que cantaba y muy bien), las manos vitales de Manuel Obregón, en los pianos; Gilberto Jarquín con su rítmica batería y una participación muy especial y sensible para la obra: Bernardo Quesada como arreglista.
“Bernardo jugó un papel importante, nos reunimos en la casa de él un día y lo atropellé con 25 canciones. En algunas no había terminado de tocarlas cuando me decía que estaba divina, en otras se me quedaba viendo con cara de que no me entendía. Faltaba el oído de un arreglista con experiencia, ese que te dice qué funciona y qué no”, recordó Gamboa con ilusión.
El maestro Quesada fue discípulo de Fidel, también formó parte de la primera generación de Malpaís y constantemente los ha apoyado musicalmente e incluso dirigiéndolos. Es de la casa, de la familia, así que se conoce a la perfección ese estilo único de la agrupación.
La grabación se hizo en el estudio del mexicano Edgar Oceransky, en México. Eso también facilitó los sonidos para que la producción lograra su versión final, además, los artistas destacan la participación del ingeniero Adrián Noroña, a quien definen como un músico más en el resultado final.
Concierto
Este miércoles 12 de diciembre Malpaís presentará oficialmente su sétimo álbum de estudio.
El encuentro se llevará a cabo a partir de las 8 p. m., en el Centro de Convenciones de Costa Rica, ubicado sobre la autopista General Cañas.
En principio habían pensado dos espectáculos; sin embargo, por problemas logísticos tuvieron que cancelar uno de ellos.
Con respecto a esta gran presentación, Gamboa comentó que el espectáculo contará con una propuesta visual muy interesante. “El lugar se presta para hacer cosas especiales. Habrá proyecciones 360° alrededor del público, algunas canciones vendrán acompañadas de videos”, explicó Gamboa.
En temas de repertorio, el compositor prometió que harán un repaso por toda su carrera con temas del pasado, así como una que otra pieza que no siempre interpretan en vivo y, por supuesto, la mayor parte del Nada que olvidar estará en el recital.
Como una fiesta tan grande tiene que estar a la altura de la nueva producción, Malpaís tendrá invitados especiales. El cuarteto de cuerdas Probus Ensamble, Bernardo Quesada (como director y músico), William Ramos, en la marimba y Wálter Flores, en los teclados, estarán en escena.
Todavía quedan algunas entradas disponibles para ese concierto, se pueden comprar en el sitio www.boleteria.cr, con un valor de ¢12.500.