Varios minutos le restaban a Ciara Collado y Natalia Alfaro para ingresar al Anfiteatro Coca-Cola del Parque Viva, pero ya urgían el acceso al recinto de primeras y al filo de la barrera.
Había emoción en ambas: las delataba el brillo de los ojos, el verbo agitado con el que atendieron a Viva, y las flores y globos metálicos que sostenían en sus manos.
El apasionado sentimiento de Collado y Alfaro no era para menos.
Las dos se disponían para el sprint que las llevaría a los puestos desde donde observarían a la banda que las conquistó hace más de un año.
Morat era la razón por la que Collado y Alfaro estaban ahí. “La letra de las canciones de ellos es lindísima. La música de Morat no es parecida a la que están acostumbrados a escuchar los muchachos de ahora. Ellos son muy auténticos, no solo en las piezas que componen sino en la forma de vestirse”, justificó Ciria Collado su presencia en el concierto.
Corado, de 18 años, vive en Upala de Alajuela. El sábado por la tarde ella llegó a San José para quedarse en Moravia con su amiga Natalia Alfaro, y así garantizar su asistencia al primer concierto de la banda colombiana en el país.
Las amigas de hace seis años llegaron dispuestas a quedarse sin voz, porque tenían la idea firme de que corearían todas las piezas, al unísono, con la banda.
“Vamos a cantar todas las canciones sin parar. Venimos a quedarnos sin voz”, dijo con determinación Natalia Alfaro.
Las flores y globos que cargaban en sus manos respondía a una solicitud que, a través de redes sociales, hizo el club de fans de la banda en Costa Rica, con el fin de que fueran ondearlos en piezas claves y cotizadas del grupo.
Otras que atendieron el mismo llamado fueron las amigas Floriella Zumbado, Elia Sibaja y Ruth Salas, quienes desde otro sector del multiparque, ubicado en La Guácima de Alajuela, ansiaban el inicio del espectáculo.
Este grupo de amigas fue por más.
Si bien cada una traía sus flores de colores variados, también portaban una gran bandera de Costa Rica donde escribieron las frases más llamativas de las distintas piezas de los colombianos, así como firmas y usuarios de redes sociales de seguidores de la banda que presenciarían el show.
Fiorella, Elia y Ruth coincidieron en que la banda merecía la copiosa asistencia que pronto ocuparía el anfiteatro del Parque Viva, debido a que la música que popularizan llega al corazón, la letra refleja situaciones reales que empatizan con los seguidores y tienen contenido.
“Las canciones de Morat no son vacías”, dijo Fiorella.
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Menos que el principio
La ansiada espera de estas cinco muchachas y de los múltiples grupos de amigos, de parejas de novios y hasta de familias que se dieron cita en el espectáculo, pronto llegaría a su final.
Las barreras que alejaban a la fanaticada del recinto donde se presentaría la banda fueron removidas por la seguridad del concierto cerca de las 6 p. m. de este domingo 11 de noviembre y pronto las butacas del espacio fueron ocupadas por la audiencia.
Una hora más tarde, en el escenario apareció el abre bocas del show: el colombiano Nabález, que preparó la ruta para el esperado espectáculo.
Morat apareció frente a su público al filo de las 8 p. m. Sería la segunda vez que el cuarteto era “abrazado” por su fanaticada costarricense; sin embargo, era la primera ocasión en que reunía a miles de fans en un mismo recinto.
Los colombianos se presentaron en febrero de este año en el Club Peppers como parte de la plataforma de conciertos Grito Latino, por ello este regreso era diferente y era especial, porque se enterarían de la magnitud de seguidores que sumaban en el país.
Juan Pablo Isaza (guitarra y voz), Juan Pablo Villamil (guitarra, bajo y voz), Martín Vargas (percusión y coros) y Simón Vargas (bajo y coros) iniciaron su show con Maldita costumbre y con ovaciones que provinieron de todos los extremos del anfiteatro del multiparque, como se prevía incluso desde horas antes. Con esa pieza, la banda inició con su seguidilla de éxitos, los mismos que cosecha desde el 2016 cuando editaron su primer y único, hasta ahora, álbum de estudio Sobre el amor y sus efectos secundarios.
El pop latino de Morat resonó en piezas como Amor con hielo, En un solo día y Aprender a quererte, que el grupo interpretó en un solo tirón, sin que mediara palabra con el público.
A esas alturas, todavía ese saludo, no importaba para la audiencia, porque sabían que llegarían.
Y vaya sorpresa se llevaron los seguidores del grupo, cuando Juan Pablo Isaza en medio Apredender a quererte dijo: “Costa Rica, estamos muy felices de estar acá”.
A partir de entonces el idilio con la banda tomó sentido. El hielo entre público y banda se había roto. Lo que vendría no tendría precedentes, a esa altura.
El primer hit (aunque es difícil determinar una pieza favorita cuando la reacción de la gente era similar en todas las interpreteciones) retumbó: Cuando nadie ve.
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El son al que bailaba el concierto hasta ahora disminuyó ritmo y potencia para dar paso a la balada romántica Acuérdate de mí, que fue antecedida por un discurso abrumador que dictó Juan Pablo Isaza donde reseñó un episodio (tal vez personal o quizá no) de cuando se conoce a una persona que uno cree perfecta para que lo acompañe en el camino de la vida y esa el corazón de esa persona fue conquistado por otro.
“Seguramente a ustedes les habrá pasado más de una vez que uno conoce a una persona que le parece absolutamente espectacular y que todo parece ir en marcha hasta que uno se da cuenta que esa persona, mujer en mi caso, tiene novio y que el novio es un idiota y uno se dice que podría ser mucho mejor que ese idiota”, dijo Isaza algo rebuscado desde un escenario donde lo cubrió una luz blanca.
Ese momento sirvió de “descanso” para la banda, que rápidamente retomó el ritmo que arrastraba desde el inicio con piezas como Yo contigo, tu conmigo; Otras se pierden, y No se va.
Un nuevo hit de la banda estaba próximo a hacer explotar el Parque Viva: Besos en guerra, popularísima en la radio costarricense al día de hoy. Encaminándose a reemplazarla en el dial, la banda también interpretó Punto y aparte, que la audiencia acompañó con los focos de los celulares encendidos y agitados en el aire. Uno de los momentos más sublimes de la velada.
El epílogo del concierto se comenzó a asomar a partir de entonces con Para que nadie se entere, Ladrona, Mil tormentas y Cuanto duele, con la que se retiraron del escenario.
Al cierre de este artículo el usual gritería de “otra, otra, otra”, aturdía, pero el regreso de ellos quedaría incierto.
Con más de hora y media de concierto, Morat demostró que no solo del reguetón viven las nuevas generaciones, el pop latino hecho romance, despecho y seducción, también posee su propia pólvora.