Más de 40 mil personas se reunirán este sábado 24 de noviembre, en el Estadio Nacional, con un solo objetivo: disfrutar de la música en vivo de Roger Waters. Su actuación en Costa Rica hizo que algunos de sus fanáticos tomaran la decisión de viajar desde otros países, rogar por permisos en sus trabajos para poder asistir al show, e incluso se convirtió en la excusa ideal para hacer nuevos amigos.
Aunque son pocas las horas para que el sueño de muchos, finalmente se materialice, desde tempranas horas de este viernes algunos de los seguidores del cantante se hicieron presente en el recinto josefino para ser los primeros en la fila del sector de gramilla, comprar camisetas, retirar sus boletos o, simplemente, por la curiosidad de ver cómo iba el montaje.
Precisamente, el trío de amigos compuesto por Emmanuel Rodríguez, Gabriel Blanco y Raúl Villalobos, todos de 17 años y vecinos de Heredia, fueron los primeros en sorprenderse cuando llegaron al estadio y se dieron cuenta que la puerta por la que ingresarán al lugar estaba completamente vacía y que, para su suerte, ellos serían los primeros en ingresar al área de gramilla.
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“Llegamos como a las 8 a. m., pero nos sorprendió mucho darnos cuenta que la zona estaba vacía. Honestamente, pensábamos que nos encontraríamos una gran cantidad de gente, con tiendas de campaña y todo. Sin embargo, nos dio mucha emoción saber que seremos los primeros, porque igual venimos preparados para pasar la noche aquí", expresó Blanco, cuya pasión por la música de Pink Floyd y Waters se dio por la influencia de su papá, quien también asistirá al concierto.
A tan solo unos pasos de distancia se encontraba Tavo Loco, un joven de 30 años que prefirió identificarse así para la entrevista, y que este jueves tomó la decisión de montarse en un bus proveniente de Pérez Zeledón. Entre risas comentó que el vivir este tipo de experiencias, de llegar uno o dos días de anticipación a los “chivos” le permite hacer amigos.
“Esta es una oportunidad para conocer personas con las que compartes gustos musicales. Llegamos a hacer la fila como completos desconocidos, pero nos vamos de aquí siendo amigos. La verdad es que jamás me imaginé que tendría el chance de ver a Waters en vivo, así que creo que las nuevas generaciones de Costa Rica están viviendo las mejores épocas, porque ahora es uno el que tiene que tomar la difícil decisión de a cuáles conciertos se puede ir y cuáles no, ya que son demasiados”, explicó este fanático
En medio de la acera del costado oeste del estadio, el guatemalteco Jeremías Sosa acomodaba unas camisetas con imágenes de los discos de Pink Floyd, al mismo tiempo que hablaba con dos hombres que acababan de comprarle un par de estas. El vendedor, que llegó al país este martes, comentó que desde hace cuatro años viaja hasta Costa Rica con su mercancía, especialmente para los conciertos de rock. Mientras explicaba que las prendas de vestir tiene un costo de ¢10.000, aseguró que lo que se vivirá este sábado será algo realmente histórico.
“Trabajo esta mercancía con un grupo de mexicanos que tienen algunas licencias de merchandising de varios grupos. Las primeras veces que vine a Costa Rica, lo hice por tierra, así que todo me resultaba más complicado, pero ahora viajo en avión y se me facilita un poco más. Ya la gente que viene a este tipo de conciertos reconoce mis camisetas y vienen hasta este punto a buscarme y comprar, así que si es necesario que me quede toda la noche previa al concierto, lo hago, porque necesito recuperar la inversión”, afirmó Sosa, quien también confesó que en esta oportunidad no ingresará al show, sino que lo hará hasta el 28 de noviembre, cuando viaje a México.
Tras algunos segundos, los hombres que compraron las camisetas, también aprovecharon el momento para hablar sobre la emoción que sentían de estar a tan solo horas de presenciar uno de los conciertos que más han esperado en sus vidas. Javier Lorenzana y Carlos Granados, provenientes de El Salvador, no pueden dejar de sonreír cuando se imaginan que las luces del estadio se apaguen y comiencen a sonar los primeros acordes de la noche.
Para Granados, quien trabaja como controlador de tripulación de Avianca, esta primera visita al país será aprovechada no solo para asistir al espectáculo de Waters, sino que también lo será para conocer un poco de San José. Junto a su amigo, asegura que están intentando manejar la ansiedad porque pasen las horas, al mismo tiempo que buscan disfrutar cada segundo, porque todavía todo les parece un sueño.
“Apenas nos enteramos, acordamos que el que estuviera libre sería el encargado de comprar las entradas. La verdad es que no resultó tan complicado el proceso para adquirir los boletos en gramilla, por lo que una vez hecho esto, procedimos a planificar la logística para lo que sería la llegada al país y, hasta el momento, todo ha fluido", relató Lorenzana, quien dijo que el plan es llegar mañana alrededor de las 4 p. m., luego de ver el partido entre el Boca Juniors y el River Plate, en algún bar de La California.
Esta emoción es un sentimiento generalizado entre quienes caminaban por las cercanías del Estadio Nacional. Una de ellas era Richye Granados, una joven de 19 años que reside en San Rafael de Desamparados, y para quien estar frente a la boletería del lugar era la confirmación de que la esperanza es lo último que se pierde. Esta chica, quien trabaja en Amazon, hizo un último esfuerzo este jueves para poder ir al concierto, cuando le imploró a su jefe que le diera permiso y que, a cambio, ella trabajaría horas extras si era necesario.
“Cuando las entradas salieron a la venta, compré en gramilla, pero tuve que venderla cuando me negaron el permiso. Ayer le rogué a mi jefe que me diera chance, porque Pink Floyd es una de mis bandas favoritas y poder ver a uno de sus integrantes aquí, en mi país, es algo que no puedo creer todavía. Apenas me dieron el permiso, salí corriendo a comprar la entrada y la que vengo a retirar hoy está ubicada en el sector de sombra, que es mucho mejor. La verdad es que soy prueba de la perseverancia”, dijo.
La misma alegría experimentaban las hermanas Gabriela y Patricia Martínez, quienes con pasos acelerados y casi sin aire subieron las gradas del estadio. Un par de horas antes, su vuelo proveniente de El Salvador aterrizaba en Costa Rica y, con ello, la emoción de que están cada vez más cerca de cumplir un sueño. Las jóvenes, de 26 y 21 años, respectivamente, compraron sus boletos el mismo día que salieron a preventa, por lo que el llegar a retirarlas y, finalmente, tenerlas en sus manos, les generaba más seguridad.
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“Es la primera vez que salimos de nuestro país para ir a un concierto. Tener las entradas en nuestras manos sigue siendo tan increíble, que no lo podemos creer todavía, así que, al menos yo, sentiré que esto es una realidad cuando Waters salga al escenario y lo pueda ver con mis propios ojos. Espero no desmayarme en ese momento, porque quiero vivirlo de principio a fin y atesorarlo en mi memoria”, aseguró Gabriela, quien al darse vuelta se percató de que su amigo, Diego Miranda, también salvadoreño, llegó al lugar para retirar sus boletos, y coincidieron de pura casualidad.
En las afueras del Estadio Nacional, los revendedores también esperan que cada vez más seguidores lleguen y, con ellos, la oportunidad de que les compren boletos. Según comentó uno de ellos, que prefirió no dar su nombre, aún tiene algunas entradas en sus manos y el costo de las mismas es de unos ¢10.000 más, con respecto al precio original.
Si usted forma parte del exclusivo grupo de personas que presenciarán este concierto histórico en Costa Rica, disfrútelo no solo por el hecho de estar allí, sino también en honor de todos aquellos que no corrieron con la misma suerte. Como dijo Richye Granados: “Una segunda oportunidad como esta, no se volverá a presentar”.