La estadounidense Amy Adams, dos veces ganadora del Globo de Oro como mejor actriz, regresa a la pantalla chica de la mano de la cadena HBO en la serie Sharp Objects, basada en la novela homónima de Gillian Flynn y que se estrenó el 8 de julio.
Adams, además de interpretar a la reportera Camille Preaker, una reportera que regresa a su pueblo natal para cubrir la noticia del asesinato de dos preadolescentes, también funge como productora ejecutiva del programa. HBO entrevistó hace unos días a la intérprete sobre este nuevo papel que desarrolla y sobre su regreso a la televisión.
A continuación un extracto de la entrevista que cedió HBO a Viva.
-¿Qué fue lo que más te atrajo de este proyecto?
-La televisión y yo somos como viejos amigos distanciados, es como una antigua relación que terminó cuando debió haberlo hecho, así es que creía que lo dejaría ahí, pero la televisión ha tomado un rumbo muy diferente desde entonces. Y la gente involucrada en este proyecto era increíble. Me ha atraído el trabajo de Gillian (Flynn) por años, porque ella crea unos personajes femeninos increíblemente imperfectos. Por un breve momento, pensé en hacer Lugares Oscuros (Dark Places), pero luego quedé embarazada y no creí poder hacerlo. Me dije que no era el momento.
-Camille es claramente imperfecta...
-Es imperfecta. Pero sin embargo lo intenta. Realmente me agrada Camille. No sé si me juntaría con ella, porque podría no hacerme bien. Creo que realmente podría agradarme. En resumen, me atrajo muchísimo el personaje, pero dudaba respecto de volver a la televisión. Sobre todo cuando se trata de un proyecto como este, por el tiempo que se debe invertir y la intensidad con la que se debe trabajar, y porque es un tipo de rodaje diferente. Es más rápido; es frenético. Y en todo momento soy consciente de que soy mamá. Y tengo que poder combinar el ser mamá con mi trabajo; eso siempre es importante para mí. Pero cuando me senté con Gillian, Marti (Noxon), Jessica (Rhoades) y todo el equipo creativo, me deslumbraron. Trabajar con un grupo de mujeres así, en el que todas tienen la intención de dar vida a esta historia –y no es sólo la historia de Camille, sino esa historia de violencia familiar y de maltrato–, fue muy interesante trabajar en ello y ver la forma en que lo exploraban. Y el hecho de que ellas me invitaran a unírmeles como productora fue realmente atractivo. Así que decidí hacerlo. Y cuando empecé, sugerí a Jean-Marc. Había estado trabajando con él en el desarrollo de un proyecto sobre Janis Joplin y había algo en él y en la forma en que se siente atraído al dolor, su forma de relatar el dolor me resulta verdaderamente atractiva, porque parece darle vueltas y sin embargo logra dar en la tecla. Entrevistamos a algunos otros directores, pero siempre volvíamos a Jean-Marc.
- Sabemos que le gusta investigar mucho, ¿por dónde se empieza con alguien tan complejo y dañado como Camille, con quien hay tanto para desarrollar?
-En primer término comencé por la novela. Hay mucha información allí. Dado que Camille es la narradora del libro, hay mucho diálogo interno que permite comprender lo que está pensando. Tenía un ritual diario en el que comenzaba leyendo el segmento del libro que estábamos filmando y buscaba su diálogo interno en esos segmentos, porque me ayudaba a recordar esta vida interna tan rica de Camille que no se puede contar por completo con palabras.
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-Sí, en el libro ella comenta todo lo que ve.
-Exactamente. Así que cuando la interpretaba, siempre tuve presente ese diálogo interno constante, que es a la vez divertido, desgarrador, modesto y vulnerable, y que es un intento constante y un fracaso permanente. Pero lo intenta, siempre lo intenta.
-¿Fue difícil decidir cómo diseccionar el horror, la bebida y las autolesiones para que la audiencia no estuviera al tanto de absolutamente todas sus batallas desde el principio?
-Eso es lo que resulta más interesante, porque la idea es tratar sus problemas con la bebida y de salud mental. Así es que siempre pongo atención a eso. También me entristece por Camille cuando la gente pregunta cómo es interpretar a una alcohólica. Debo decir que si se emborracha es porque en realidad lo ha estado haciendo todo el día. Muchas de las veces es sólo para mantenerse. Ella siempre se está manteniendo. Habitualmente está borracha. Pero cuando bebes tanto te empiezas a sentir mal y no te sientes bien si no bebes.
-¿Leíste algo sobre las autolesiones?
-Claro. Gillian también me sugirió el libro A Bright Red Scream (Un grito rojo brillante). ¿Lo has leído? Es oscuro. Habla sobre el hecho de cortarse. Yo le había preguntado qué había investigado ella al escribir eso y me recomendó ese libro. Lo tengo escondido en mi estantería, porque no es uno de los libros que uno desee prestar. Habla de la automutilación y del lenguaje del dolor; son historias de personas que hablan en primera persona de su experiencia con los cortes.
-¿Y en qué te ayudó el entenderlo?
-Creo que es la manifestación externa de dolor interno. Pero la misma psicología se aplica a todo lo que se convierta en una conducta compulsiva. Y ella no está más allá de todo eso. Simplemente no se corta. Esa es una victoria. Pero sin embargo ella sí refleja algunas conductas.
-Hay otra condición que se revela en el transcurso de la serie; obviamente el Münchausen por poderes será revelado con posterioridad. Imaginamos que habrá sido extraño ponerse en ese lugar, en particular como madre...
-Sí, también leí mucho al respecto, y respecto de esa extraña necesidad de atención... es tan loco para mí. Va tan en contra de todos mis instintos maternos que no lo puedo imaginar. Debimos llevar a mi hija al hospital dos veces, y no es algo por lo que quisiera volver a pasar jamás. Es traumático. Creo que probablemente soy como la mayoría de la gente; les gusta controlar hasta cierto punto y luego les gusta perder el control hasta cierto punto. Me gusta estar un poco asustada, me gustan las montañas rusas, me gusta conducir un poco rápido, me gustan las motos, me gusta todo eso. Me gusta la adrenalina y me agrada la gente que toma muchos más riesgos que yo.
-Entonces, con esas temáticas de las autolesiones y de la violencia familiar, ¿fue fácil dejar atrás todo eso a diario para filmar?
-Pues bien, rodamos en Los Ángeles y luego también en Atlanta y en el norte de California durante tres semanas, por lo que fue una suerte de mezcla.
-¿Te cuesta más volver a ser tú misma cuando estás lejos de casa?
-Si estoy sola, sí. Mi esposo y mi hija viajan mucho conmigo en la actualidad, veremos cómo resulta a medida que ella avance en la escuela. Pero he estado mucho mejor; tuve una experiencia difícil en una película y realmente tuve que mirarme a mí misma. Tuve que entrenarme para no traer al personaje a casa en la medida de lo posible. Pero definitivamente hubo veces en las que, ya sea por agotamiento o simplemente por vivir en el espacio de Camille, hubo mucho insomnio y cuando no consigo dormir me trastorno un poco. Sí creo que con los años he aprendido a tomar distancia de la situación y decir “Bien, sé lo que está pasando. Todo está bien. Solo tengo que ir a trabajar, hacer mi trabajo y regresar a casa. Hacer la cena o algo que me haga poner los pies en la tierra”.
-¿Qué tan diferente fue la experiencia de ser productora ejecutiva además de intérprete?
-Lo interesante fue intentar hacer ambas cosas mientras interpretaba a Camille, porque hubo momentos en los que tuve que forzarme a no involucrarme con la parte de producción y otros en los que realmente necesitaba hacerlo. Esta fue la primera vez en la que me involucré en un proyecto que producía, así que creo que es algo de lo que voy a aprender más y más, pero me encantó. Para mí es muy importante la experiencia laboral y la sensación de que uno puede tener un efecto sobre esta. El hecho de decir: “¿Podemos tomarnos una pausa de 15 minutos para que los extras puedan descansar y comer helado?” No es gran cosa, pero cambia. Siendo actriz, tengo presentes al personaje y a la historia; esas son mis responsabilidades. Pero, como productora, pude observar el panorama general y verlo de una manera distinta, ya sea desde el punto de vista de las conversaciones en el casting o en la escritura del guion, y que me escuchen de forma diferente, eso está muy bien. A veces tenía buenas ideas y a veces no. Lo bueno fue que se genera en el equipo mucho respeto, comunicación y confianza, de modo que cuando mis ideas no resultaban afines a lo que todos querían podían decírmelo también y confiar en que yo fuera una persona lo suficientemente razonable como para decir: “bueno, genial. Veámoslo de otra manera”. Así es que fue una experiencia fantástica.
-El lugar cobra una importancia realmente palpable en la serie. ¿Sentiste que el venir del centro-oeste del país te ayudó a entender esa cultura?
-Oh, sí, absolutamente. Es del centro-oeste, pero también tiene algo sureño, así es que resulta muy interesante el lugar. Por algún motivo, me siento muy atraída por los personajes sureños y del centro del país. Creo que se debe a la idea de lo singular encubierto, tapado por una feroz fuerza femenina. Sin embargo, la gente del centro-oeste es por demás agradable. Pero, sí, el lugar tiene una importancia genial en la serie y nos lo pasamos realmente bien en Atlanta.
-Desde el principio se siente el sudor en la espalda de los personajes... realmente se trasluce.
-Es tan pesado el clima allí. Pobre Chris Messina, él transpiró mucho. Pero fue perfecto para el personaje.
-Ustedes ya habían trabajado juntos en Julie & Julia, ¿fue divertido reunirse para esta serie?
-Sí, fue divertidísimo. Es una historia tan centrada en el personaje femenino que me encontré sintiéndome afortunada cada vez que conseguíamos que un gran actor masculino se nos uniera: Chris Messina, Matt Craven. Sentía una gratitud muy profunda, porque no siempre es fácil conseguir hombres que vengan a ser reparto en un elenco de mujeres. Se sentía que ellos nos cuidaban las espaldas y esa fue una excelente sensación.