Acciones
Es otra opción que utilizan las empresas para financiarse. Al comprar una acción, el inversionista se convierte en socio de esa compañía y tiene derecho a participar en las asambleas y a recibir los dividendos (ganancias).
En las acciones no hay una promesa de pago de parte de la empresa (en los bonos de deuda sí). El inversionista juega con la posibilidad de que la empresa tenga resultados exitosos y esté en capacidad de repartir dividendos al final del año.
En algunos casos, la asamblea de accionistas decide reinvertir en capital de trabajo parte de los dividendos. Esto es una inversión a largo plazo: aunque por ese año las ganancias a repartir sean un poco menores, en el futuro la empresa podría ser más sólida y tener mayores posibilidades de obtener mejores resultados.
Los inversionistas también tienen posibilidad de obtener ganancias vendiendo sus acciones a un precio mayor del que las compraron, cuando las condiciones del mercado lo propicien.
En general, se considera que son instrumentos de inversión de largo plazo, con un período de maduración que puede ir de tres a cinco años para maximizar rendimientos.