13 de noviembre de 2017
FUENTES:
Base de datos propia con información de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, archivo de La Nación , Ministerio de Seguridad y sentencias de la Corte Suprema de Justicia. Además, se usaron datos de la Policía de Control de Drogas, informes del Organismo de Investigación Judicial y entrevistas.
© GRUPO NACIÓN GN S.A 2017
Pequeñas, pero constantes cantidades de coca han salido en el equipaje y en el cuerpo de pasajeros que se arriesgaron a llevarla desde Costa Rica a Europa. En el viejo continente cada gramo se vende en unos $75. Por ese precio han caído al menos 137 “burros” que intentaron burlar la seguridad de los aeropuertos europeos en los últimos siete años.
A l principio, los policías del aeropuerto de Madrid creyeron que la droga estaba oculta en el equipaje del hombre de 43 años, quien había llegado a la capital española luego de 10 horas de vuelo desde Costa Rica.
La revisión fue inútil y el viajero pudo haberse escabullido de no ser porque uno de los oficiales sospechó del tamaño de su pene. Atado a él, en un cilindro de plástico, el “burro” había cargado 400 gramos de cocaína, valorados en $30.000.
El hecho ocurrió en abril del 2016 y es el último conocido que involucra a traficantes que salieron de territorio nacional con droga en su cuerpo o equipaje o la enviaron en paquetes de correo aéreo que aterrizaron en la capital española.
Foto con fines ilustrativos
De esa forma, en los últimos siete años en la terminal de Barajas han sido incautados al menos 372 kilos de cocaína.
Esa cifra representa el 77% de los 482 kilos decomisados en al menos 17 aeropuertos de once países, en el lapso citado. En todos los 335 operativos efectuados, las autoridades extranjeras identificaron a Costa Rica como el país de salida de la sustancia.
Por las terminales aéreas, los traficantes locales intentaron pasar inadvertidas pequeñas dosis de cocaína. En la mitad de los casos, las incautaciones no superaron los 400 gramos.
En Europa, después de Madrid, el tráfico “hormiga” ha sido recurrente en los aeropuertos Charles de Gaulle de París (18 kilos en 13 operativos), El Prat de Barcelona (13 kilos en 6 decomisos) y el de Milán, Italia (6 kilos en 21 ocasiones). En el Viejo Continente, cada gramo de cocaína cuesta $75, según cálculos del Ministerio de Seguridad.
Mientras, en América se registraron 11 casos. Uno por 40 kilos en la terminal de Santo Domingo, República Dominicana, y los restantes por nueve kilos en La Habana, Cuba.
La información procede de un análisis hecho por La Nación a una base de datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés). Los países le reportan a este ente el origen, cantidad y destino de decomisos - iguales o superiores a los 100 gramos- en su territorio, así como el medio de transporte y lugar donde se escondía.
Aunque fracasaron al arribar al extranjero, al menos 137 “burros” burlaron los controles de los aeropuertos nacionales y de las aerolíneas entre enero de 2010 y abril de 2016.
Subieron a un avión e intentaron llegar con éxito a su destino. En su totalidad, portaban 232 kilos de coca en su cuerpo o equipaje.
También en paquetes de correo se descubrieron otros 200 kilos en 174 operativos en terminales foráneas. Otros 50 kilos ingresaron en aerolíneas comerciales, pero no se especificó su escondite.
Sin embargo, se debe considerar que en los aeropuertos Juan Santamaría y Daniel Oduber se ha evitado la salida de 1.530 kilos de cocaína entre 2012 y junio anterior, según datos de la Policía de Control de Drogas (PCD).
La PCD arrestó a 119 personas (99 foráneos y 20 nacionales), a quienes se les confiscaron $1,7 millones en efectivo.
Ningún país puede pensar que está al 100% en seguridad aeroportuaria. Aquí tenemos gente preparada, como en EE.UU. o España. Lo que pasa es que el narco tiene gran ingenio y siempre está tratando de innovar. Mientras nos preparamos para enfrentarlo se pueden ir casos”. Gustavo Mata, ministro de Seguridad
En el aeropuerto internacional Juan Santamaría, por donde circulan más de 12.000 pasajeros diarios, se intenta minimizar esa posibilidad. Con tecnología y capacitación al personal se fortalece la detección de sospechosos de tráfico internacional.
“Sacar droga de aquí ya no es tan fácil como en el pasado” sentencia el capitán Carlos Víquez, jefe de la Policía Aeroportuaria.
Parte de su confianza la deposita en un escáner corporal -recientemente instalado- que permite hacer una radiografía completa al cuerpo de un pasajero en caso de dudas. También en la capacidad de tres perros para olfatear sustancias ilícitas.
“Hace tres meses, detectamos 1,5 kilos de coca ocultos los parlantes de un equipo de sonido que iba para Holanda”, cuenta Víquez.
No obstante, la seguridad de la terminal no es exclusiva responsabilidad del Ministerio de Seguridad o de la empresa operadora. Las aerolíneas también contratan a vigilantes y equipos para intentar asegurar la integridad de los equipajes.
Entre tanto, la responsabilidad sobre la paquetería recae en las propias empresas de courier y de Correos de Costa Rica.
Ser más estrictos, incrementar el personal de vigilancia e inspirarse en experiencias como la del aeropuerto El Dorado en Bogotá, son el ideal de Rodolfo Vázquez, encargado de la seguridad de la Navegación de Aviación Civil.
En su criterio esas son las mejores medida para evitar casos como la del pasajero que viajó 8.400 kilómetros con droga adherida a sus genitales.
U na vivienda de la Calle Manuel Murguía, en Ourense España, era el destino final del paquete de correo que llegó a principios de julio del 2010 al aeropuerto de Barajas, en Madrid.
Cuando la encomienda, procedente de Costa Rica, llegó a la oficina de correos en la terminal aérea, su contenido despertó sospechas y se alertó a la policía. Las autoridades encontraron en el paquete 251 gramos de cocaína, valorado en aquel momento en unos 15.000 euros.
Entonces, la oficina de correos y las autoridades planearon una entrega controlada del envío postal para dar con los involucrados en el delito.
El paquete finalmente llegó a los destinatarios: tres colombianos residentes en la capital ourensana, quienes quedaron detenidos al momento de la entrega.
El envío frustrado a los colombianos es parte de los 262 kilos de cocaína que salieron desde Costa Rica en paquetería postal, entre el 2010 y el 2015. Las revisiones aplicadas por las autoridades españolas impidieron que la droga llegara al mercado para su comercialización.
De los 312 paquetes incautados, 214 tenían como destino España y pretendían llegar a clientes de distintas ciudades de esa nación. Otros 98 solo hacían tránsito en Barajas, pues su destino final eran 25 países de Europa, Asia y África.
Un kilo más, también salido de suelo nacional, y distribuido en varios envíos postales, arribó a Rumanía, Portugal, Austria y Bulgaria.
Las cifras evidencian cómo los narcotraficantes encontraron en la paquetería postal un portillo para sacar pequeñas cantidades de droga y enviarla hasta los cotizados mercados europeos.
El uso del correo para estos negocios ilícitos también quedó al descubierto en el 2013, cuando la policía local desarticuló una banda que enviaba cocaína a Nicaragua y Europa y traía éxtasis al país en envíos postales.
Para ello, el grupo contaba con infiltrados en una oficina de Correos de Costa Rica y de la empresa O.C.S. Courier, quienes se encargaban de que los sobres de courier no pasaran por los sistemas de control para permitir el paso de la droga.
De acuerdo con Gustavo Mata, ministro de Seguridad Pública, para intentar contrarrestar estos envíos de droga por correo, han capacitado al personal de Correos de Costa Rica. La empresa, además adquirió escáneres para controlar la paquetería.
Así se han detectado, por ejemplo, envíos de marihuana desde Los Ángeles hacia Costa Rica, o armas que vienen en piezas, en distintos paquetes.
No obstante, desde Aviación Civil se advierte que aún falta camino por recorrer para que esa empresa logre mayor confiabilidad en el manejo de la paquetería.
“Correos de Costa Rica no ha tenido ni personal, ni dinero para invertir en los procesos (de certificación). Si han hecho algunos, pero no como nosotros les hemos dicho que deben ser. Están intentando conseguir más presupuesto para mejorar la seguridad”, narró Rodolfo Vásquez de la Unidad de Seguridad de la Navegación y Facilitación.
Correos de Costa Rica no quiso referirse a las medidas o protocolos que aplican, aduciendo que sería darles oportunidad a los delincuentes de evadirlos.
“Durante años la empresa ha trabajado por tecnificar al área de Seguridad e Investigación con expertos en criminología, además de trabajar de manera conjunta con las autoridades”, comentó vía correo electrónico, Douglas Allen Mastroeni, director de Seguridad e Investigación de Correos de Costa Rica.
Añadió que constantemente capacitan personal en control de drogas y trasiego de armas, cuentan con una certificación internacional en materia de seguridad y se han preocupado por contar con tecnología, como rayos x, para mejorar la detección.
L a maleta negra iba envuelta en plástico, de ese que siempre ofrecen a la entrada del aeropuerto Juan Santamaría. Su dueño no dudó en pagar por el servicio. Las botellas de ron que iban dentro merecían ese cuidado para llegar, sanas y salvas, a su natal Italia.
Christian Bertoni, de 42 años saldría en el avión de Iberia a las 5:20 p.m. rumbo a Madrid y luego a Bolonia. Se registró en el mostrador de la aerolínea, recogió la colilla IB855635 de su equipaje e ingresó a la terminal para esperar la salida de su vuelo.
En la sala de abordaje los nervios comenzaron a delatarlo. Se desorientó aún más cuando oficiales de la Policía de Control de Drogas (PCD) le preguntaron sobre el motivo de su viaje. Llevaba 70 euros y ¢17.950 para costear su periplo del 13 de noviembre de 2013.
Ante su comportamiento, los oficiales le quitaron su pasaporte y lo llevaron a una sala especial dentro de la terminal. Ahí abrieron el equipaje que horas antes había registrado.
Bertoni es uno de los 119 pasajeros que intentaron trasegar 1.530 kilos de coca en vuelos comerciales entre 2012 y junio anterior.
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El italiano pretendía esconderla dentro de dos botellas de ron, una de 750 mililitros y otra de 1 litro. A simple vista parecía que el contenido era solo licor. Sin embargo, al destapar uno de los recipientes la policía detectó un fuerte olor a químico y notó que el contenido era un líquido denso.
Extrajeron una pequeña cantidad y el reactivo narco pouch 904b, dio positivo. En las botellas había cocaína líquida. Una llevaba 826,5 gramos con una pureza del 43% y la otra 1.335 gramos, con 48% de pureza.
El producto decomisado alcanzaba para unos 12.813 envoltorios o “puntas”, cada una con un peso promedio de 0,20 gramos.
Christian Bertoni fue trasladado con su equipaje a la Fiscalía de Alajuela, lugar donde finalmente se le decomisaron su equipaje y pasaporte. En los Tribunales de Alajuela se le condenó a cinco años de cárcel en 2014.
K ala, Iker y Tina recorren los pasillos, salas y baños de la principal terminal aérea del país olfateando equipajes, bolsos, basureros y personas.
Los tres perros son, desde hace nueve meses, miembros del equipo de vigilancia del Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
En la habilidad de su olfato descansa parte de la seguridad del aeródromo por donde se mueven más de 12.300 pasajeros diarios.
Los canes son capaces de descubrir hasta el más sutil rastro de cocaína, heroína, marihuana o éxtasis. Pronto también se les entrenará para que olfateen papel moneda.
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Los oficiales caninos participan activamente en las revisiones rutinarias que procuran evitar la salida de pequeñas dosis de sustancias ilícitas por vía aérea. Cuando el olfato los lleva hasta un escondite con droga su trabajo es compensando con un juguete y la felicitación de su guía.
Los agentes fueron donados por la embajada de los Estados Unidos y son tratados con alta estima por parte de los oficiales de seguridad en la terminal por la certeza de su trabajo.
“El perro es una gran ayuda, la gente ve acercarse el animal y - si lleva droga- de una vez se entrega”, resume el capitán Carlos Víquez, de la policía Aeroportuaria, quien espera que el equipo crezca a un total de 10 canes.
“La idea es tener un grupo para detectar explosivos y otro para drogas”, añadió.
Sacar droga ya no es tan fácil como antes. Ahora se cuenta con equipos tecnológicos, rayos x, detector de metales, inspección física, personal capacitado en conductas fuera de lo normal. Además, en ese punto de inspección siempre hay personal de la Policía de Control de Drogas (PCD) y del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
En puntos de inspección, salas de abordaje y dentro de la cabina de la aeronave ha bajado la incidencia de decomisos. Habría que ver si esa droga va en equipaje facturado o por paquetería. El equipaje facturado es responsabilidad de cada línea aérea, que a su vez subcontrata los servicios de seguridad. La paquetería no está en manos de la policía, eso lo manejan las empresas. Con respecto a la carga, Vigilancia Aérea ha estado prestándole atención y ahora tenemos tres perros que nos ayudan en las inspecciones.
Tenemos un sistema de circuito cerrado con equis cantidad de cámaras distribuidas en la terminal que viene de la parte exterior a la interior y están abocadas a garantizar la seguridad.
Lastimosamente, la parte administrativa es un freno. Es más rápido el incremento en vuelos que en la cantidad de personal. Capacitamos a los trabajadores con autoridades de Colombia y Estados Unidos, pero sí tiene que haber un crecimiento del personal, porque a mayor cantidad de pasajeros, mayores riesgos.
Sesenta personas en la jornada diurna y 40 en la nocturna. Esto incluye, puntos de seguridad, vigilancia e inspección.
Deberíamos tener 80 personas. Recuerde que nosotros no somos represivos, somos preventivos y nuestra función es la seguridad de la aviación enfocada a actos de interferencia ilícita. Por nuestra posición, al ser policías, si encontramos un caso de drogas, se aborda y se pasa a la Policía de Control de Drogas.
En el aeropuerto internacional Juan Santamaría circulan más de 12.000 pasajeros diarios. Al menos un centenar han sido arrestado por llevar cocaína en sus cuerpos o equipajes entre 2012 y junio pasado.